LECCIÓN No. 2  (regresar al índice)

¡UNÁMONOS!

PARA ESTUDIO: I Corintios 1:10-17.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 1:10-17.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 1:17.

PROPÓSITO

Fomentar la unidad en la iglesia a través del reconocimiento del señorío de Cristo en nuestra vida.

INTRODUCCIÓN

     Así como Cristo pedía por la unidad de la iglesia (Juan 17:21-23), así también Pablo deseaba la unidad en la iglesia de Corinto.  Cloé, una de las personas de mucha importancia en la iglesia de Corinto, había informado a Pablo acerca de las divisiones que amenazaban con destruir a la iglesia.


I.  EXPOSICIÓN

A.  EL PROBLEMA

     “Hay entre vosotros contiendas” (v. 11).  Esta palabra “contiendas” es la misma que aparece en Gálatas 5:20 donde se habla de las obras de la carne.  Pablo les dice que la iglesia estaba siendo sometida por la carnalidad.  Las obras de la carne estaban terminando con el fruto del Espíritu Santo.

     La mayoría de los problemas que enfrentan las iglesias hoy día son problemas de carnalidad: celos, contiendas, envidias, malicias, caprichos y otros.

     El problema básico era que el mundo estaba ganándose a la Iglesia poco a poco, en vez que ella ganara al mundo.  Este es el defecto de no poder presentar al mundo un mensaje armónico, un frente unido y un cuadro de hermandad.

     Un espíritu de división estaba posesionándose de los hermanos corintios.  “¿Acaso esta dividido Cristo?” (v. 13).  Los corintios habían dividido el cuerpo de Cristo.  Cada uno pretendía ser dueño de la verdad.  A pesar de que cada uno creía tener la verdad, no podían responder a la pregunta del apóstol Pablo, sin aceptar que ellos estaban totalmente equivocados.


B.  LOS PARTIDOS (v. 12)

     Este versículo menciona cuatro partidos distintos en la iglesia.  Aunque no podemos anotar con exactitud qué era lo que cada partido sostenía, vamos a procurar anotar algunas cosas.

1.  EL PARTIDO DE PABLO.  Este partido probablemente estaba formado por los primeros convertidos en el ministerio de Pablo.  Esto les daba un poco de orgullo personal.  Posiblemente el nombre de Pablo fue uno de los primeros escogidos por ser el fundador de la Iglesia.  Sin duda, ellos defendían con ardor las doctrinas de la gracia tal como Pablo las enseñaba.  Sin embargo, es probable que eran totalmente legalistas apegados a las tradiciones sin sentido.

2.  EL PARTIDO DE APOLOS.  Posiblemente sus seguidores se sentían atraídos por su filosofía y retórica (Hechos 18:24-28).  Sin duda les fascinaba la elocuencia de este siervo de Dios. En realidad, entre la predicación de Pablo y Apolos no había diferencia alguna en cuanto a las verdades fundamentales del Evangelio.  Recordemos que a Apolos lo orientaron en el camino Priscila y Aquila (Hechos 18:26).  Si existía alguna diferencia entre ellos, era en cosas puramente secundarias.  Esto es un principio muy importante.  Los carnales pasan toda la vida peleando por cosas secundarias, sin importancia.  Muchas olvidan las verdades fundamentales del evangelio.

3.  EL PARTIDO DE CEFAS (PEDRO).  Posiblemente adoptaron el nombre de Pedro por ser éste muy estricto, especialmente en lo relativo a la observancia de la ley judaica.  También Pedro era uno de los más prestigiados apóstoles originales, esto agregaba prestigio a su posición.

4.  EL PARTIDO DE CRISTO.  Estos posiblemente eran el grupo que no se quería someter a maestros humanos.  Ellos tenían su propia interpretación de Cristo, nada parecida posiblemente a la de los demás partidos.  Por lo mismo eran los peores de los partidos.

     Es necesario mencionar aquí que ninguno de los líderes que ellos habían escogido, estaba contento conque en esta iglesia de Corinto hubiera un grupo de hermanos que los siguieran ciegamente.  Cuando Pablo se dio cuenta que en Corinto había un partido que llevaba su nombre, no les escribió agradeciéndoles por la confianza que habían puesto en su persona; al contrario, les escribió diciéndoles: ¡ustedes son unos carnales!  Pablo trabajaba para la gloria de Dios y no para engrandecer su propia persona.  Él mismo les preguntó: ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? (v. 13).  Pablo quería que los hermanos de Corinto recordaran que fue Cristo el que fue crucificado por ellos, y que en consecuencia ellos eran de Cristo y no de Pablo, ni de Cefas, ni de Apolos, ni del cristo que ellos manejaban a su manera.

     “¿Oh fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (v. 13).  Esta parte del versículo 13 la vamos a estudiar más adelante donde veremos algo respecto al “bautismo” pero en ningún momento de su estancia en Corinto quiso ensalzar su propia persona; al contrario, su predicación tenía que ser de tal manera que toda la gloria fuera para “la cruz de Cristo” (v. 17).

     Es lamentable que hoy en día algunos líderes se jactan de tener “su grupito de hermanos que le siguen”, o por el otro lado, hermanos que ciegamente siguen a un líder humano.  Lo siguen de tal forma que cuando él levanta la mano, ellos también la levantan, y cuando él dice: “No colaboremos en esta actividad”, ellos no colaboran.  Dios quiera que en el desempeño de nuestra labor en la iglesia, toda la gloria sea para Dios.  Y cuando algún grupo nos comience a idolatrar, así como hizo Pablo, les podemos mandar una carta recordándoles que eso es carnalidad.  Ningún líder, por muy bueno que sea, debe ser idolatrado.


C.  ¿SÓLO EN CORINTO HABÍA PARTIDOS COMO ESTOS?

     Como hemos visto un poco en los párrafos anteriores, estos partidos también tienen sus seguidores hoy en día.  Vamos a ver algunas de sus características.

1.  Ahora tenemos el grupo de hermanos que pretenden predicar “sólo el evangelio”.  Están verdaderamente interesados por salvar almas.  Pero reprochan todo lo que es preparación intelectual.  Son esos hermanos que en sus mensajes dicen: “Esta noche vamos a hacer a un lado la Homilética.  Yo no sé nada de Teología, sólo sé que Cristo me ama”.  Creemos que es muy necesario que estos hermanos recuerden que la Palabra de Dios dice ciertamente que “Agradó a Dios salvar a los creyentes por la lectura de la predicación” (I Corintios 1:21), pero no dice que Dios les salvará por la predicación loca sin previa preparación.

     Si un hermano cree que Dios le va a bendecir más porque desconoce o rechaza la Homilética, es un problema de ignorancia.   La Homilética es el estudio que le ayuda al predicador a arreglar bien sus mensajes.  Entiéndase que no es un sustituto del Espíritu Santo, sino una herramienta que el Espíritu utiliza.  Dios quiere que le sirvamos y adoremos en espíritu y en verdad, pero que lo hagamos con inteligencia.  Por otro lado sería igualmente un error creer que porque sabemos Homilética Dios tendrá que bendecirnos.

     Por otro lado, analizando esas expresiones tales como “Yo no sé nada de Teología, pero sé que Dios me ama”, podemos ver que hay un marcado desprecio por la sabiduría, como que si Dios pidiera como requisito el ser ignorante para poder utilizarnos.  Recordemos que el apóstol Pedro escribió de Pablo en II Pedro 3:15-16: “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación: como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender; las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición”.  Vemos que Pedro reconoce la sabiduría de Teología del apóstol Pablo.  Si estamos de acuerdo en que los escritos de Pablo son inspirados por el Espíritu Santo, ¿de dónde entonces provenía también su sabiduría?

     Notemos que también Pedro dice que Pablo escribió cosas que “son difíciles de entender”; y estamos de acuerdo que para entender lo difícil necesitamos sabiduría de lo alto.  Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo.

2.  Por otro lado están los intelectualistas. Note que no son intelectuales, sino intelectualistas, o sea, aquellos que sólo les gusta hablar “difícil”, de tal forma que confunden al oyente o sencillamente no se les entiende.  Lamentablemente estos intelectualistas desprecian a los hermanos que no tuvieron la oportunidad de obtener un título académico.  Ellos creen que con saber mucho acerca de la Biblia es suficiente; olvidan que la Palabra de Dios dice: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).  Ellos también se creen los únicos capaces, por lo que no permiten que otros los dirijan.  Este grupo al igual que el primero son un desastre para la Gloria de Dios.  No contribuyen en nada en al avance del evangelio.

3.  Recordemos que los que seguían a Cefas, posiblemente era el grupo de los que estaban todavía aferrados a los ritos del judaísmo.  Este partido se ve apoyado hoy en día por todos aquellos que creen que a Dios se le debe adorar sólo como ellos adoran.  Estos hermanos reducen la gloria de la “Cruz de Cristo” agregándole uno o más ritos para ser salvo, según ellos lo predican.  A estos hermanos les cae bien leer Colosenses 2:8-15.  Algunos hermanos también ingresan a las filas de este partido cuando son muy legalistas en su forma de adorar.  Siempre están en contra de todo: “Ese himno no está bueno, que ese no es el orden de los cultos que seguían antes, que tal o cual instrumento no se puede tocar en el culto”; y tantas cosas que cuestionan.

     Lo cierto es que a veces los hombres resultan más estrictos que Dios.  Tengamos cuidado de los “ritos”.  Entendiendo por rito toda costumbre o práctica que no está ordenada claramente en la Palabra de Dios, y que nosotros queremos implantarla sólo porque nos gusta.

4.  El otro partido es el que dice: “Yo sólo obedezco a Cristo”.  Esto lo dicen para no someterse a las autoridades que Dios ha puesto (Romanos 13:1-2).  Algunos argumentan: “es que esas personas son malas”, como queriendo afirmar que Dios sólo pone a los buenos y que a los malos los pone el diablo.  Pero debemos entender que en muchos casos Dios permite las autoridades malas para aquellos que se han olvidado de tomarlo en cuenta a Él.  Algunos dicen: “Yo no doy mis diezmos porque esos hermanos no pueden administrar los fondos”.  Nuestra responsabilidad es dar nuestros diezmos, porque así lo demanda Dios.  La manera en que los hermanos los administrarán, será una cuestión que ellos darán cuenta a Dios.

     También este partido está formado por aquellos que dicen: “Yo no asisto a ninguna iglesia porque todas son malas”, y así comienzan a ganar seguidores y al fin, forman su propia iglesia.

     A pesar de todo, cada uno de estos partidos tiene algo bueno; si llegáramos a unirlos en el nombre de Cristo, lograríamos la unidad que el Señor quiere de su Iglesia.  Esto nos haría fuertes para servir al Señor y cumplir nuestra misión en el mundo.


D.  UNA SOLUCIÓN PLANEADA

     ¿Deben los creyentes estar de acuerdo en todo?  ¿No habrá algún caso en el que tengamos opiniones diferentes?  Por supuesto que sí.  Sin embargo, debemos estar unidos en las doctrinas fundamentales y distintivas de la iglesia.  En este sentido no puede haber diferencia de opinión.  Pero en cuestiones secundarias, estrategia de evangelismo, forma de organizar el culto, horarios y otras cuestiones secundarias, pueden haber diferentes opiniones.  Lo importante es buscar el consenso.

     Las diferencias entre los corintios tenía un fondo pecaminoso porque se trataba de un divisionismo devastador para la iglesia.  El contexto de estos versículos nos dice que las divergencias que tenían era en cuanto a quién tenían que seguir: unos seguían a Pablo, otros a Apolos, otros a Cefas y los otros se engañaban a sí mismos, diciendo que seguían a Cristo.

     La solución que Pablo les plantea es esta: Reconozcamos que la cabeza de la iglesia es nuestro único Señor Jesucristo.  Cuando el creyente sigue a Cristo, deja de seguir a los líderes humanos de este mundo.

     El problema básico de los corintios es que se habían apartado de Cristo por andar detrás de los hombres.  La solución era que reconocieran a Cristo como su Señor primeramente, luego estarían listos a aceptarse mutuamente y a reconocer que Pablo, Apolos y Cefas, eran solamente “servidores de Cristo”, por medio de los cuales ellos habían creído (I Corintios 3:5).

     I Corintios 1:17 es una aclaración acerca del bautismo con agua.  Este versículo deja bien claro que Cristo había comisionado a Pablo para que predicara el evangelio y no para que administrara ningún sacramento.  El mismo Pablo dice que si se hubiera dedicado a bautizar con agua, hubiera hecho “vana la cruz de Cristo”.  “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabra, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (I Corintios 1:17).  Todo esto indica que la misión suprema del cristino es la misma: Predicar el evangelio.

     Pablo hace una distinción clara entre lo que es el rito de bautizar con agua y lo que es el evangelio.  Es bien sencillo entender que el rito del bautismo con agua no es parte del evangelio, pues de otra manera lo hubiera predicado el apóstol Pablo; él predicó siempre todo el evangelio (Hechos 20:27).  En Marcos 1:15 leemos el mensaje que Cristo predicaba luego que Juan Bautista había sido encarcelado: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado arrepentíos, y creed en el evangelio”.  Y el apóstol Pablo aquí nos enseña que el bautismo no es parte el evangelio, pues él predicó todo el evangelio sin predicar el bautismo.

     Si el bautismo con agua fuera parte del evangelio, el apóstol Pablo lo hubiera enseñado claramente.  Además, si fuera un mandamiento, el apóstol Pablo hubiera sido un rebelde al decir que Cristo no lo envió a bautizar; es más no enseñarlo ni practicarlo, hubiera sido una rebeldía abierta contra Cristo.