LECCIÓN No. 4  (regresar al índice)

PABLO, LA SABIDURÍA DE DIOS Y LA UNIDAD

PARA ESTUDIO: I Corintios 2:1-16.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 2:1-16.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 2:12.

PROPÓSITO

Mostrar que el mensaje del evangelio únicamente lo podemos entender con la ayuda del Espíritu Santo.

I.  INTRODUCCIÓN (v. 1-2)

     En este capítulo, Pablo quiere dejar bien claro ante los corintios que si había divisiones en la iglesia no era por culpa de él.  Primero, porque cuando les fue a predicar no se presentó como un líder para que lo siguieran.  Segundo, él no les predicó con palabras elocuentes, de tal manera que ellos se maravillaran de la sabiduría de Pablo, sino que por el contrario, su mensaje fue sencillo, ensalzando sólo a Cristo.

     El mensaje de Pablo no era con palabras de sabiduría humana, sino con demostración del Espíritu y de poder, (v. 4).  El mensaje de Cristo sólo es efectivo cuando se predica en el poder del Espíritu Santo (Lucas 24:49).  Cuando se predica así, el poder del Evangelio es visible (Romanos 1:16), las vidas cambian.  De esta manera la fe no se fundamenta en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (v. 5).  Si mi fe está fundada en el poder de Dios, podré proclamar con libertad que soy hijo de Dios, y, además, no discriminaré a nadie.


II.  EXPOSICIÓN

A.  “HABLAMOS SABIDURÍA” (v. 6)

     A veces nosotros decimos que el evangelio es una cosa sencilla, pero esto sólo es cierto cuando nos referimos a que está libre de la mezcla y corrupciones humanas; pero en realidad el evangelio es el conocimiento más profundo que la mente humana jamás pudo comprender.  Tal es la grandeza de la sabiduría del evangelio que se puede entender sólo con la ayuda del Espíritu Santo.

     En la Iglesia primitiva había dos clases de instrucción del evangelio: la primera era la que enseñaba los puntos básicos del cristianismo, esta era la instrucción que se les daba a los nuevos convertidos.

     La segunda clase de enseñanza consistía en un estudio profundo del significado mismo del evangelio, y se daba a los creyentes que habían alcanzado un alto grado de madurez (v. 6).

     Esta sabiduría no es de este mundo, ni la entienden los hombres del mundo (vs. 7-8); había quedado oculta al hombre, pues sólo los hombres con ojos de fe podían ver el plan y el propósito redentor de Dios.  Porque si ellos hubieran conocido esta sabiduría, “nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (v. 8).


B.  HABLANDO SABIDURÍA DE DIOS EN MISTERIOS (v. 7)

     Esta sabiduría era un misterio para los del mundo, no porque Dios los hubiera cegado ante la verdad, sino porque ellos no habían entregado su corazón a Cristo.  O sea, que este misterio no se descubre por un esfuerzo humano, sino con la ayuda del Espíritu Santo.  Esto confirma una vez más que el hombre no puede descubrir lo que sólo Dios puede revelar.


C.  “COSA QUE OJO NO VIO” (vs. 9-12)

     Esta cita de Isaías 64:4, nos lleva por el mismo hilo de pensamiento.  Muchas veces se utiliza este versículo para hablar de lo que Dios tiene preparado en el cielo para nosotros, y en parte es correcto, pero también este versículo nos habla del camino de salvación que Dios ha preparado mediante el sacrificio de Cristo.  Y este maravilloso plan no se puede entender sin el auxilio del Espíritu (I Corintios 12:3).

     ¿Por qué nosotros los cristianos sí podemos conocer esas cosas que “ojo no vio”?  No se debe a nuestra propia sabiduría, sino porque “Dios nos la reveló por medio del Espíritu” (v. 10).  ¿Por qué entonces a veces nos jactamos de lo que sabemos, si no lo sabemos por nosotros mismos, sino por la misericordia de Dios?

     Pablo utiliza una ilustración para mostrar el ministerio del Espíritu.  Él dice: “Sólo el espíritu del hombre puede saber lo que pasa por su pecho, o mora en su mente o en su corazón”; de la misma manera, ¿cómo pudiéramos saber las cosas de Dios si no nos las revelara por su Espíritu?  Y el versículo 12 afirma que “nosotros hemos recibido el Espíritu que proviene de Dios”.  Y Jesús prometió que cuando viniera el Espíritu de verdad”, Él nos guiaría a toda verdad (Juan 16:13).

     La única manera de conocer las cosas de Dios es por su Espíritu.  Sólo por medio de Él nosotros podemos llegar a tener un conocimiento íntimo de Dios y su plan para nosotros.  Si esto es así, la sabiduría y la jactancia humana carece de credibilidad.


D.  DOS TIPOS DE HOMBRES (vs. 13-16)

     En esta porción se nos presentan dos tipos de hombres: “Los naturales”, que son guiados por la sabiduría humana y los espirituales, que son guiados por el Espíritu Santo de Dios.  Veamos cada uno de ellos:
1.  EL HOMBRE NATURAL (v. 14)
a.  No ha sido regenerado ni alumbrado por el Espíritu Santo.  Por eso no puede comprender las cosas espirituales, y le parece locuras.
b.  Este hombre vive como si no hubiera nada más allá de la vida material.
c.  No entiende nada de lo que es del Espíritu, sencillamente porque el Espíritu no mora en su corazón.
2.  EL HOMBRE ESPIRITUAL (v. 15)
a.  “Juzga todas las cosas”, incluyendo las que el “ojo no vio”.  Él puede comprender cosas que los hombres más sabios de este mundo no pueden comprender, pues tiene la ayuda del Espíritu de Dios.
b.  Ningún hombre del mundo entiende al cristiano.  Es por eso que el mundo nos llama “locos”, porque ellos no entienden lo que nosotros tenemos.


E.  “MAS, NOSOTROS TENEMOS LA MENTE DE CRISTO” (v. 16)

     Esto definitivamente no quiere decir que los cristianos somos perfectos a la misma altura de Cristo, o que nosotros sepamos todo lo que Cristo sabe.  Pero sí, quiere decir que los cristianos, guiados y sometidos bajo el poder del Espíritu Santo, tenemos la capacidad de vivir una vida moralmente agradable ante los ojos de Dios y entender las grandes verdades del evangelio, que ningún sabio de esta tierra puede llegar a entender por sus propios medios.