LECCIÓN No. 5  (regresar al índice)

LAS DIVISIONES EVIDENCIAN LA INMADUREZ ESPIRITUAL

PARA ESTUDIO: I Corintios 3:1-23.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 3:1-23.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 3:17.

PROPÓSITO

 Identificar las características de la carnalidad, y procurar no caer en ellas.

I.  INTRODUCCIÓN

     (I Corintios 3:1-2).

     En estos versículos, el apóstol Pablo les dice a los corintios que no podía llamarlos espirituales, porque sus vidas estaban dominadas por actitudes y apetitos carnales.  Él no quiso decirles que no eran cristianos, pues les llama “hermanos” (v. 1), sino lo que les reprocha es que ya debían ser hombres espirituales, y todavía son “niños”.  De tal manera que todavía tenían necesidad de “leche”, pues si se les daba comida sólida se enfermaban.  Debían ser ya maestros capaces de discipular a otros, y, sin embargo, todavía necesitaban ser tratados como a recién convertidos.

     Hay cierto tiempo que “tomar leche” es bueno (I Pedro 2:2); pero es problema cuando un individuo quiere pasar “tomando leche toda la vida” (Hebreos 5:12-14).  Este era el problema de los corintios.  Imaginémonos a un hombre de 25 años con una pacha con leche en sus labios.  Sería una tragedia.  Los hermanos corintios eran unos niños espirituales, a pesar de que ya había pasado mucho tiempo desde que se habían convertido.

     Pablo explica cuáles son las evidencias de carnalidad que ellos tenían.  Habían arrastrado costumbres y prácticas de la vida vieja.  Esto hacía que se comportaran no como cristiano, sino como inconversos.


II.  EXPOSICIÓN

     (I Corintios 3:3-23)


A.  SEÑALES DE LA CARNE (vs. 3-4)

     La prueba de inmadurez estaba principalmente en sus envidias, contiendas y divisiones.  Nosotros podemos averiguar cómo son las relaciones de cualquier hombre con Dios, observando cómo son sus relaciones con su prójimo.  Si un hombre es peleador y goza creando discordias y problemas, aunque tenga un puesto en la iglesia, o asista fielmente a ella, éste no es un hombre de Dios.  Si una persona está separada de su prójimo, es una señal que también está separada de Dios.  Si un hombre no ama a su prójimo, no ama a Dios tampoco (I Juan 4:20-21).


B.  ¿QUÉ PUES ES PABLO, Y QUÉ ES APOLOS? (vs. 5-9)

     Pablo se presenta únicamente como un servidor.  Ellos eran agentes de Dios por medio de los cuales los corintios habían creído (v. 5).  En la actualidad, es necesario que aprendamos a ver a los ministros cristianos como servidores de Dios y no como señores de los hombres.  Por eso no debemos idolatrar a nadie por muy bueno que sea.  Toda la gloria debe ser para Dios.

     “Yo planté, Apolos regó”, dijo el apóstol (v. 6).  Pablo presenta a Apolos como su compañero de trabajo y no como un contrincante.  En otras palabras les dice: “Nosotros los ministros de Dios no somos rivales, aunque uno haga una cosa (plantar) y otro, otra (regar); estamos unidos en un mismo objetivo y propósito: la instalación y crecimiento de la iglesia.  Somos compañeros de la obra”.

     “Pero el crecimiento lo ha dado Dios”.  Aunque Dios use a los hombres para extender su evangelio, es su poder el que hace el cambio de carácter que exige la conversión.  Ni Pablo, ni Apolos, fueran algo si Dios no diera el crecimiento.  Entonces, ¿quién merece la gloria?  La merece Dios.

     En el versículo 9 hay dos ilustraciones: una de la agricultura y otra de la construcción.  El agricultor es una persona que depende de Dios, pues aunque siembre buena semilla, la limpie, la abone y haga todo lo necesario para una buena cosecha, si Dios no manda lluvia, todo el esfuerzo del agricultor sería en vano.  Si Dios no pone la parte que sólo Él puede dar, esto es que la semilla crezca, cualquier esfuerzo humano es en vano.


C.  “EDIFICIO DE DIOS” (v. 9b)

     Veamos cómo está construido este edificio.  Su fundamento único es Cristo (v. 11).  ¿Qué es lo que hizo Pablo entonces según el v. 10?  Lo que él hizo fue el de presentarles a Cristo, o sea, él plantó la semilla del evangelio.  Es necesario hacer notar que Pablo dice que si logró hacer eso, fue “CONFORME A LA GRACIA DE DIOS” (v. 10).  (Vea también I Corintios 15:10).

     Los privilegios que Dios nos ha dado a cada uno para que colaboremos en la edificación de su templo son variados; pero Él nos hará responsables, no de la cantidad de lo que hagamos, sino de la calidad con que hagamos lo que se nos ha encomendado.

     El v. 12 nos define dos grupos de materiales sin valor ni duración.  Las obras duraderas son hechas en el poder del Espíritu, pues ellas soportarán la prueba del juicio de Dios.  Las obras sin valor son las hechas por los esfuerzos carnales; éstas no soportarán el juicio de Dios.


D.  “EL FUEGO LA PROBARÁ” (v. 13)

     Es necesario que veamos que los dos grupos edifican sobre el verdadero fundamento, que es Cristo.  Por lo tanto, ellos serán salvos “aunque así como por fuego” (v. 15), pero sólo el que edifica en el Espíritu podrá recibir recompensas espirituales; pero los cristianos que edifican sus vidas en obras que son hechas por motivos egoístas, no recibirán alabanza ni recompensa de su Señor.  Es necesario anotar aquí también que el camino de la carne es una puerta abierta al pecado; el problema del creyente carnal es que poco a poco regresa a su estado natural, y allí si sólo le espera condenación y fuego eterno.


E.  “EL TEMPLO DE DIOS” (v. 17-23).

     Este concepto del pueblo de Dios simbolizado en la figura del “templo de Dios”, está más amplio en Efesios 2:21-22.  Y aquí en Corintios como en Efesios, la palabra para templo es la que se traduce “santuario”, que designa un lugar íntimo y sagrado, el lugar santísimo, el cual simboliza la presencia de Dios.

     Ese templo está construido de creyentes como “piedras vivas” (I Pedro 2:5); su fundamento es el Hijo divino de Dios y es habitación de su Santo Espíritu.  Y si alguien por un espíritu partidista, por orgullo o vanidad, causaba daño, manchaba o destruía este templo, sufriría el castigo de Dios. “Dios le destruirá a él” (v. 17).  Esta puede ser la consecuencia fatal de una vida dominada por la carne.


F.  CUIDADO CON LOS “SABIOS” (v. 18.23)

     Uno de los grupos que amenazaba con la destrucción del templo era el grupo de “los sabios”.  Pablo les recomienda que se hagan ignorantes para ser sabios como Dios quiere.

     Hay que entender que Pablo aquí rechaza esa sabiduría humana que pretende descubrir y alcanzar la salvación.  Pero lo que es ciencia o avances tecnológicos de la humanidad, hay que recibirlos con gratitud, pues todo lo bueno “desciende del Padre de las luces” (Santiago 1:17).  Los cristianos no estamos en contra de ser preparados intelectualmente, sino que estamos en contra de todos los que creen que por medio de su inteligencia encontrarán la vida eterna, rechazando el único Camino: Cristo.

     Cuando Pablo dice que se hagan ignorantes, quiere decir: “No confíen en su propia sabiduría, reconozcan que son inútiles para encontrar el camino por sí solos y reciban a Cristo”.  Nadie puede enseñarle al que dice que ya lo sabe todo.

     Pablo les dice “Todo es vuestro” (v. 21) y ellos en su carnalidad decían “Nosotros somos de Apolos...”.  Pablo quería asegurarles que todo lo que les rodeaba, incluyendo cualquier ministro de Dios, estaba no para que ellos se dividieran, sino para ayudarles.


G.  “Y VOSOTROS DE CRISTO” (v. 23)

     Si en verdad Cristo es sus único Maestro y Señor, nada puede estar en contra de ustedes.  ¡Esta es una maravillosa afirmación y una promesa especial que pertenezcamos sólo a Cristo!