LECCIÓN No. 10  (regresar al índice)

EL CAMINO DE LA FE

PARA ESTUDIO: Hebreos 10:26-39.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 10.
TEXTO PARA MEMORIZAR Hebreos 10:25.

PROPÓSITO

Concientizar a los hermanos a que sean perseverantes en la vida cristiana.

INTRODUCCIÓN

     Con el tema anterior, el escritor ha llegado a exponer lo más principal de la doctrina de la epístola.  De aquí en adelante presenta las obligaciones e implicaciones prácticas y personales de los lectores.  De esto, nosotros también tenemos el privilegio de estudiar esta epístola y aplicarla a nuestra vida.

     Seguir a Cristo es y ha sido esencialmente un camino de fe, en contraste con el culto visible y colorido del pasado.  Era muy bonito, pero inefectivo.

     El camino de la fe, si de verdad lo hemos aceptado, será satisfactorio, porque nos da bendiciones espirituales de inmediato en la presencia de Dios como aquellos las buscaban en el lugar santísimo.  Este camino de fe mantiene abierta las esperanzas en el “día que se acerca” (vs. 25).

     Las exhortaciones que presenta el escritor a continuación es “acercarnos” a  y “mantenernos firmes” y a “estimularnos unos a otros” al amor, viviendo por fe porque “aquel día se acerca”.  Especialmente “no dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.  Existen personas que solamente se congregan cuando sus problemas han llegado al máximo, pero cuando esto pasa se olvidan de Dios.

     Al congregarnos damos testimonio a otros.  Además, al congregarnos celebramos nuestra fe juntos y eso nos permite un crecimiento espiritual.


DESARROLLO DE LA LECCIÓN

A.  DEVOCIÓN O DESASTRE (Hebreos 10:26-31)

     En el primer punto de esta lección, se necesita que se le ponga mucha atención a la exhortación: “Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados” (vs. 26).

     Esto es fatal porque Dios ya no tiene otros medios de expiación en reserva para el beneficio de aquellos que deciden deliberadamente rechazar a Cristo.  Dios ya proveyó todo el medio necesario para la salvación; ya no hay un tercer camino hacia el cielo.  Al haber invalidado el antiguo sistema levítico, Dios nos ha dado en su Hijo una salvación tan grande y mejor.  Ahora nosotros estamos completos en Él (Colosenses 2:10).

     Tanto el sistema levítico y las otras religiones del mundo son descartadas.  Todas las formas de ofrendas ritualistas o sacramentos y prácticas, aunque se llamen cristianas no tienen ningún valor.  No hay nada que pueda sustituir el sacrificio de Cristo.  Aquellos que confían en sacramentos como medios para alcanzar la salvación, tienen en poco la sangre de Cristo.

     En este sentido, nosotros los de la iglesia Evangélica “Amigos”, debemos estar agradecidos con Dios por habernos dado líderes que fundaron nuestra denominación con una doctrina distintiva,  tal como el autor de Hebreos lo presenta.  Dios es el autor de nuestra salvación.  Porque por gracia somos salvos, no es por nuestras obras: sacramentos u otros (Efesios 2:8,9).

     Se nos advierte que no pequemos deliberadamente porque ya no hay más sacrificios por los pecados.  Ese pecar deliberado consiste en abandonar el discipulado después de tener el conocimiento de la verdad del Nuevo Pacto y la salvación en Jesús.  Esto es cuando buscamos otras opciones, haciendo a un lado el único camino y no cumplimos con lo que se nos enseña en los versículos 22-25.  Es posible que en esas condiciones se encuentran muchos, así llamados cristianos.  Lo que queda para esta gente es “una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (vs. 27).  Esto se refiere al terrible juicio de Dios.  Cuando Dios prepara un martillo no está hecho de seda.

     En los egipcios hubo un clamor en todo hogar que menospreció la sangre.  Así todo aquel que menosprecia la eficacia de la sangre de Cristo, lamentablemente tendrá que sufrir los terribles juicios de Dios.  “Irremisiblemente” (vs. 28), tiene que morir sin ningún remedio (Deuteronomio 17:1-7).  Esto era para los que abandonaban la ley de Moisés, ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios y tenga por inmunda la sangre del Pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia?”  Esto es apostatar de Cristo.  La palabra griega “aphistemi” “cuando se usa intransitivamente, significa mantenerse apartado.  Significa el abandono y rechazo de la fe” (II Tesalonicenses 2:3 (W. E. Vine – 129).

     La increíble apostasía descrita en el versículo 29, implica la negación de la doctrina del Hijo de Dios, la doctrina de la sangre santificadora y doctrina del Espíritu de gracia.  Porque el cristianismo es doctrina y experiencia.  Es fatal separarlas o darle más importancia una a expensas de otra.  Es peligroso entrometerse con la fe que ha sido una vez dada a los santos (Judas 3-4).  Véase también Hechos 9:1-9.

     Uno nunca espera llegar a la apostasía, ni cree que está entrando a esa triste y terrible enfermedad mortal del cristiano.  La apostasía se apodera gradualmente de alguien que empieza apostatar en un punto ya sea doctrinal o en la práctica.  Parece que el trabajo del apóstata es reducir el evangelio, hasta que no quede nada. En otros casos el apóstata acomoda el evangelio a su conveniencia de tal manera que se pierde el testimonio puro.  Ya no existe diferencia entre un mundano y un cristiano.

     Este problema mortal que ha entrado en la iglesia, es necesario estudiarlo con mucha atención.  Hay hermanos que son muy celosos de la iglesia, pero pueden estar en peligro de ser apóstata porque muchas veces no viven lo que enseñan.

     La apostasía se puede parecer a la enfermedad llamada SIDA, porque hasta que ya está muy avanzado se manifiesta.  En nuestras iglesias, muchos hermanos en su vida privada, descuidan su devocional y la oración personal.  No leen su Biblia ni oran.  Descuidan también su devocional familiar.  El devocional familiar consiste en reunir a su familia para leer la Biblia, orar, testificar y animarse mutuamente para mantener ardiendo la llama del evangelio, o bien, buscar a Dios juntos.

     Muchos no sólo descuidan su vida espiritual en lo privado, sino también, su vida espiritual en público.  No asisten a la iglesia.  Un pensamiento dice que en la iglesia venimos a adorar a Dios, y salimos para servir a los demás.  Otro pensamiento dice que a la iglesia venimos a celebrar la fe.  Pero ¿cómo vamos a venir a celebrarla, si ni siquiera traemos Biblia, ni himnario.  Algunos se sientan en la última banca; no tienen ganas de cantar; no quieren alabar a Dios; no quieren leer la Biblia; no les gusta la predicación; se preocupan por encontrar defectos en la predicación del pastor; encuentran defectos en el concilio.  En fin, se ocupan de cuestionar todo.  Si se les pide colaboración, se niegan a hacerlo.  No ofrendan, no diezman; total, no quieren hacer nada.

     Debemos compartir nuestro testimonio en la iglesia para animar a otros; pero también debemos compartir nuestro testimonio fuera de la iglesia.  Debemos compartir nuestro testimonio en el trabajo, en las camionetas, con nuestros vecinos, y con todos aquellos que no han sido alcanzados por el evangelio.

     En este punto nos hemos descuidado mucho.  Hemos olvidado la parte práctica.  Como iglesia necesitamos un avivamiento.  En nuestra iglesia se ha perdido el interés por estudiar la Biblia y memorizarla.  Tampoco estudiamos cuidadosamente la doctrina.  Debido al desconocimiento de la doctrina, muchos de nuestros hermanos fácilmente han caído en doctrinas erróneas.

     Actualmente existe mucho entusiasmo por cantar cadenas interminables de coros.  Eso es bueno; pero en la iglesia debe haber un balance en la actividad.  Debe haber canto, oración y estudio de la Palabra de Dios.  Por supuesto la alabanza personal y congregacional deben ser la manera de celebrar muestra fe y evitar la apostasía.


B.  “RECORDAD LA FIRMEZA ANTERIOR” (Hebreos 10:32-34)

     La invitación ahora es recordar aquellos mejores días.  Aquellos tiempos en que por dar testimonio de Cristo, se hallaron severamente atacados por enemigos demoniacos y humanos.  Este versículo 32 se refiere a aquellos tiempos cuando “sostuvisteis un fuerte y doloroso combate” por causa de mantenerse firmes en la fe.  El combate no sólo fue sufrir la prueba, sino que la sufrieron pacientemente y salieron victoriosos, y, además, fueron solidarios con los demás (vs. 33).  El escritor les escribe así a los hermanos hebreos por que esta era la realidad de ellos.  Pero eso no debía ser motivo de desánimo y apostatar, sino que con gozo debían esperar con paciencia.  El escritor dice: “sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos” (vs. 34.  Véase también Mateo 6:19-20).

     Cuando nuestro único tesoro está sólo en el presente, nuestra fe en el futuro es débil.  De esa manera no podemos regocijarnos porque hay una discordancia entre la realidad y nuestra fe. Tenemos que pedirle al Señor que nos permita armonizar nuestra vida cotidiana con la fe que tenemos en Jesucristo.


C.  EL CAMINO DE LA FE NO ES UNA OPCIÓN (Hebreos 10:35-39)

1.  En vista de las terribles consecuencias de la apostasía, tenemos que ser firmes en la fe.

2.  En vista de los triunfos de la fe en el pasado, y especialmente recordar de dónde nos sacó Jesucristo por su evangelio.

     No es razonable rendirse ahora.  “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa” (vs. 35).  Todo el camino que hemos recorrido y todos los hechos portentosos de nuestra vida espiritual no pueden ser anulados por ventajas sociales o temporales de este mundo.  La paciencia es necesaria para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (vs. 36).  En lugar de retirarse se debe avanzar al lugar santísimo y experimentar por la fe, el cumplimiento de las mejores promesas (8:6).  El centro de estas mejores promesas es el inminente retorno de nuestro Señor Jesucristo.

     “Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (vs. 37).  Esta aplicación armoniza con el verso 25, y el versículo 38: “Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma” (vs. 38).

     La vida santa, es vida de fe.  Por fe andamos, no por vista” (II Corintios 5:7).  La fe cree en la realidad de lo invisible.  Esta es la clase de fe que hace posible la comunión con el Espíritu Santo.

     El escritor después de haber escrito tan claro y tajante, los anima ahora diciéndoles: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (vs. 39).  Nos quiere decir que no debemos ser hipócritas, que estemos solamente fingiendo (por conveniencia) una vida espiritual que no tenemos.  Tampoco somos cobardes que vamos a abandonar las filas del evangelio especialmente cuando vemos que “aquel gran día se acerca”.

     Sólo los que tienen fe, es decir, los verdaderos creyentes serán finalmente salvos.  Evidentemente, según este pasaje, no se puede ser un apóstata y un creyente al mismo tiempo.

     Creo que es el momento de nuestro estudio de Hebreos para que revisemos nuestra vida espiritual y recordemos de dónde hemos caído, que nos arrepintamos y hagamos las primeras obras –acciones- (Apocalipsis 2:5).

     Debemos darnos cuenta también que de aquí en adelante estaremos refiriendo al gran tema de la fe.  Porque la fe es como la impulsadora para las grandes acciones de nuestra vida espiritual, especialmente porque el justo vivirá por fe (vs. 38).  “Sin fe es imposible agradar a Dios” (11:6).

     En la próxima lección estaremos estudiando el tema: “Las credenciales de la fe”.  Recomendamos si puede traer algunos testimonios cortos y concisos sobre la fe en su propia experiencia.  Procure elaborar un concepto de fe, a partir de esa experiencia personal.