LECCIÓN No. 7  (regresar al índice)

CRISTO MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO

PARA ESTUDIO: Hebreos 8.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 8.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hebreos 8:6.

PROPÓSITO

Comprender el papel de Cristo como mediador de un Nuevo Pacto, y su implicación en el proceso de nuestra salvación y santificación.

A.  CRISTO MINISTRO DEL SANTUARIO (Hebreos 8:1-2)

     Vss. 1-3.  Aquí se nota el cambio de una exposición, de un tema a otro.  El punto principal de lo que venimos diciendo es: a) tenemos un Sumo Sacerdote.  b) Se sentó a diestra de la majestad en los cielos para ser co-gobernador del universo.  c) Él es ministro del santuario (vs. 2).  Esta es la designación y calificaciones de nuestro Señor Jesucristo como Sumo Sacerdote.

     En los versículos siguientes se va a examinar la naturaleza de su ministerio.  Porque un sacerdote desempeña un oficio y realiza una función.  En estos tres capítulos estaremos estudiando ya no sus credenciales, sino su obra, tal como: lo que Él hace y la forma en que la hace.  Estudiaremos lo que hace por nosotros y el lugar que ocupa en el ministerio.

     “Él es ministro del Santuario” (vs. 2).  Ministros del santuario es una palabra compuesta (“leitos”, público y “ergon”, trabajo).  Esto significa que Jesús desempeña un servicio público.

     Aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre (vs. 2).  Es el lugar donde Dios se encuentra con el hombre, y el hombre, con Dios.  El tabernáculo celestial corresponde a las cosas celestiales, (vs. 5).  Este es el verdadero tabernáculo (9:24) en el sentido de que es la realidad y finalidad; mientras que el tabernáculo terrenal, era sólo típico y temporal con respecto al espiritual.


B.  UN MEJOR MINISTERIO (Hebreos 8:3-6)

     Jesús tiene mucho que ofrecer (vs. 3).  Pero esto no puede ser de naturaleza material.  Porque si estuviera en la tierra ni siquiera sería sacerdote (vs. 4).  El sistema terrenal ya está manejado por sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley de Moisés (vs. 4).  Pero Jesús no pertenece a este sistema.

     Porque estos sacerdotes sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales (vs. 5).  Dios le dijo a Moisés: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.  Modelo aquí es (“typon”, “tipo”, “molde”, “diseño” o “plan”).  Este diseño estaba basado en el prototipo espiritual, escondido en Dios, como un misterio que sería revelado en Cristo.  Esto quiere decir que el tabernáculo construido por Moisés, siguiendo la instrucción divina, es una copia del modelo de la realidad celestial.  Pero si era una copia fiel, cada parte, tanto de la estructura como del ritual, tiene su contraparte en Cristo.  Esta es exactamente la premisa del escritor.

     “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo” (vs. 6).  Por muy excelente que fuera el ministerio aarónico, debido a sus orígenes divinos, el de Cristo es aun más excelente” (Muller).  “Por cuanto es mediador de un mejor Pacto establecido sobre mejores promesas” (vs. 6).

     De las seis veces que se encuentra la palabra “mediador” referente a Jesús, tres se encuentran en esta carta de Hebreos: Hebreos 8:6; 9:15; 12:24.  El énfasis que se le da no está sólo en el sentido de reconciliación, sino de mediador, de negociación.  Pero lo más profundo de su oficio es el de Mediador (9:15).  La atención debe estar ahora en que es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (v. 6).  Estas promesas son mejores por su contenido.  Hay mejores términos y más sustancia en el Nuevo Pacto.


C.  UN MEJOR PACTO (Hebreos 8:7-12)

     El Nuevo Testamento reconoce esencialmente dos Pactos.  El Antiguo Pacto prevalecía antes de Cristo.  El Nuevo Pacto prevalece después de Cristo.  El antiguo Testamento contiene la historia y la funcionalidad del Antiguo Pacto, mientras que el Nuevo Testamento expone el Nuevo Pacto.  Hebreos es la exposición por excelencia y se puede afirmar que su tema principal es el Nuevo Pacto.  El Antiguo Pacto se identifica con Moisés; el Nuevo Pacto se identifica con Cristo.

     La palabra pacto es traducción de un término hebreo que significa “cortar o dividir en alusión a una costumbre sacrificial relacionada con la celebración de un pacto” (Vine).  En castellano es diferente, porque pacto significa una mutua obligación de dos o más partes, comprometiéndose cada uno a cumplir sus obligaciones.

     La palabra “diathêkê” que indica pacto aquí en Hebreos no implica la idea de obligación mutua, sino que mayormente significa una obligación asumida por una sola persona” (Vine, Tomo 3, p. 114).  En este caso Dios asumió el compromiso de establecer un Nuevo Pacto.  Sin embargo, en el Nuevo Pacto se le exige a los hombres a cumplir con las condiciones establecidas: arrepentirse de sus pecados, entregarse a Cristo y obedecer en todo.
 

1.  LA NECESIDAD DE UN PACTO MEJOR (Hebreos 8:7-9)

     Antes de hablar del Nuevo Pacto, el escritor hace ver las limitaciones del pacto antiguo:  “Si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo” (vs. 7).  Significa que el Pacto Antiguo era insatisfactorio.  Dios ni siquiera está pensando en renovarlo, sino en desplazarlo (vs. 13).  En Las Escrituras, Dios ha estado anunciando promesas de un Nuevo, pues reprendiéndolos, dice: Vienen días dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un Nuevo Pacto”  (8: 8; Jeremías 31:31).

     En el versículo 7, el escritor hace ver la imperfección del Antiguo Pacto; pero en el versículo 8 hace responsable al pueblo de su imperfección.  En el siguiente versículo lo podemos entender mejor: “No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto.  Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos, dice el Señor” (vs. 9).

     El fracaso fue responsabilidad de ellos, no de Dios.  Porque el Señor dice que los tomó de su mano para sacarlos de Egipto.  Lo hizo como todo buen padre que toma la mano de sus hijos pequeños en el momento del peligro.  Este cuadro de misericordia divina, sólo hace más responsables a los israelitas, porque Dios les fue mostrando su poder y su ayuda en los momentos de sus dificultades.  Los israelitas llegaron a su crucial  relación en Cades-barnea, allí fue el comienzo del fin del pacto y se conoció su ineficacia.  Pero allí nace también la necesidad de un pacto mejor.
 

2.  LA ESENCIA DEL MEJOR PACTO (Hebreos 8:10-12)

     En este texto es muy importante que veamos el nuevo plan que Dios tiene para los israelitas y para nosotros.

a.  La Santificación

     Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré (vs. 10).  Este es el poder redentor que no está contemplado en el Antiguo Pacto.  En el Antiguo Pacto, Dios prometía bendecir al pueblo y ellos prometían obedecer sus leyes.  La antigua promesa no tomaba en cuenta la íntima rebeldía de su naturaleza de pecado.  El Antiguo Pacto era formal y externo, porque sus leyes estaban grabadas en tablas de piedras, en lugar de estar grabadas en el corazón. Los israelitas sabían por sus conciencias que debían de cumplir con los acuerdos venerables de la ley, pero casi siempre iban en contra de sus deseos e inclinaciones interiores.

     Una santidad sustentada en actitudes externas y formales, no pueden satisfacer ni a Dios ni al hombre.  Debe haber en lo más profundo, en lo más secreto de nuestro corazón, no sólo completa conformidad, sino completa afinidad con las leyes de Dios.  De esta manera, el pacto no sólo será observado, sino motivo de gozo.  Esto es diferente con las leyes del antiguo pacto, donde las leyes tienen que ser aceptadas formalmente a pesar de ser incompatibles con la naturaleza humana.  Por eso se tornan odiosas y tienen que cumplirse con vigor de autoridad competente.  Esto produce tensión y deja la idea de que la justicia que viene por parte de la ley es inadecuada.

     El problema no está en la Ley, sino en el corazón humano.  Filón enseñaba en Alejandría que la ley moral afianzada con la ley de sacrificios tenía poder inherente para purificar el alma que ella exigía.  Hebreos es una refutación total a esta posición.  La ley sólo especifica lo que hay que hacer, pero no puede impartir el deseo de hacer.  La ley puede inducir a obedecer por miedo, pero no a obedecer con gozo.  Por eso es que Dios por medio de Jeremías habla en primera persona: “Yo pondré mis leyes... en su corazón.  No dice que estableceré otro sistema legal que resultará más eficaz.  Mas bien operará directamente sobre el individuo que le adora, y cambiará su naturaleza (Deuteronomio 30:6).  A esto llamamos gracia santificadora, y ésta es la esencia del Nuevo Pacto” (Beacon).

     Las normas básicas que Dios pondrá en el corazón en los del Nuevo Pacto sólo será conocimiento del bien y del mal.  En el Antiguo Testamento, las normas estaban resumidas en los diez mandamientos.  En el Nuevo Testamento están resumidas en el Sermón del Monte.  Pero estos no cambian en esencia ni han sido cambiadas; lo que sí ha cambiado es la disposición a cumplirlas.  Hoy no están externamente escritas, sino que hoy están internamente escritas en la mente y corazón del hombre.  Las leyes se escriben en el corazón, pero se ponen en la mente.  Esto quiere decir que tienen que impregnarse completamente en el ser moral y espiritual del hombre, hasta que la ley de Dios sea parte de él, de tal manera que pueda decirse que es la ley de él mismo.  Cuando esto acontezca será tan natural para él obedecerla como antes era natural desobedecerla.

b.  Adopción

     “Y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo” (vs. 10).  En el Antiguo Pacto esto era sólo un ideal.  Generalmente la relación del pueblo con su Dios estaba mezclada con rebeldía y tristeza por el juicio divino.  El pueblo se mantenía en temor por su infidelidad al mandato divino.

     El ideal de Dios no se cumplió en el Antiguo Pacto.  Él los llamaba “mi pueblo”  Pero ellos no tenían esa familiaridad amorosa de llamarle “Mi Dios”.  Jeremías 31:31-34 presenta la nueva relación en el Nuevo Pacto.  Es una relación gloriosa, sagrada y preciosa.  Somos ahora en Cristo, sus hijos, su pueblo, y Él es nuestro Dios.  Es una relación verdaderamente personal.

c. Regeneración

     “Ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos” (Hebreos 8:11).  Este es un principio doctrinal de la Iglesia Evangélica “Amigos”, conocido como luz espiritual y salvadora.  Hace referencia a “aquella Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que venía a este mundo” (Juan 1:9).  “Porque la luz es lo que manifiesta todo” (Efesios 5:13).  “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11).  “La luz a los corazones de todos los hombres por un tiempo, para traerles salvación; y es esto lo que reprueba el pecado de todos los individuos, y arreglaría la salvación de todos ellos si no le resistieran.  Ya que esta luz fue comprada por la muerte expiatoria de Él, quien “gustó” la muerte por todos los hombres”.  Es tan universal como la semilla del pecado”.  Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (I Corintios 15:22) (Proposición VI, una pequeña apología).

     Exactamente aquí es donde estaban las fallas en el Antiguo Pacto.  Su transmisión se hacía por el culto de una comunidad y una línea racial”, mas bien que por el Espíritu Santo” (Beacon).  “La perpetuación del culto dependía de un sistema de enseñanza muy bien elaborado, de los hijos por los padres, del prójimo por el prójimo.  Era más una tradición que una posesión personal.  Eran más espectadores que participantes de una adoración verdadera personal.

d.  Justificación

     La justificación es el proceso mediante el cual Dios nos declara justos como que si nunca hubiéramos pecado.  “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (vs. 12).  “Nunca más” es una declaración con mucho énfasis.  Los pecados de los que ahora, en el Nuevo Pacto, vienen a Dios, son remitidos totalmente y nunca volverán a ser cargados en su cuenta.  Este es un perdón absoluto porque está basado en la sangre de Cristo.  No es una tentativa de apaciguamiento basado en sacrificio de animales y sujeta a repetición.  1) La sangre de bueyes y de machos cabríos nunca pueden quitar el pecado.  2) Estos sacrificios nunca pueden satisfacer la conciencia ni purificarla.

e.  Un pacto que desplaza (Hebreos 8:13)

     “Otra doctrina de Filón (Apologeta judío), vigorosamente promulgada entre los judíos de Alejandría, era que el pacto mosaico era eterno.  Esta también es refutada por el autor de Hebreos” (Beacon).

     “Al decir Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece está próximo a desaparecer”.  Esto es contundente.  Todo el sistema judío, ahora es obsoleto y apto solamente para el almacén de antigüedades y para satisfacer a los eruditos.  Si es obsoleto, ha cumplido su misión.  Es tiempo de una tranquila despedida.  De nada sirve buscar abrigo bajo un árbol viejo y carcomido que está a punto de caer.  Dios ha terminado con el viejo sistema, aunque a algunos hermanos hebreos cristianos no les parezca bien.  Jesucristo es ahora el autor del Nuevo Pacto.


CONCLUSIÓN

      En esta lección hemos presentado cuatro puntos importantes del Nuevo Pacto:

1.  La santificación.  “Es la purificación del corazón de todo pecado, y de su renovación a la imagen de Dios”.

2.  Adopción.  Es el acto por medio del cual Dios nos declara de que somos parte de su familia y reinstalados en los privilegios de filiación.  La adopción ocurre en el mismo momento de la justificación y la regeneración” (Wiley y Culberstson).

3.  Regeneración.  Es el cambio poderoso en el hombre efectuado por el Espíritu Santo, quedando libre de sus delitos y pecados.

4.  Justificación.  “Es un acto de Dios por el que los hombres son declarados justos o rectos.  Son declarados libres de toda culpa y pena del pecado.  La justificación es un cambio actual en relación con Dios; y la santificación es un cambio en la naturaleza moral del individuo” (Introducción a la Teología, p. 311).

     El orden de estos puntos doctrinales es como aparecen en la carta a los Hebreos, debieron ser Justificación, regeneración, adopción y santificación.