LECCIÓN No. 9  (regresar al índice)

EL CAMINO AL LUGAR SANTÍSIMO

PARA ESTUDIO: Hebreos 10:1-25.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 10:1-25.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hebreos 10:14.

PROPÓSITO

Comprender que la santificación es necesaria para poder entrar en la presencia de Dios.

INTRODUCCIÓN

     En este capítulo continúa el desarrollo de tres ideas principales del capítulo 9:  a) No debemos perder de vista la meta, que es el libre acceso al lugar santísimo (9:8).  b) Solamente la sangre de Cristo puede capacitarnos limpiando nuestras conciencias de obras muertas (9:14).  c) Debemos tener en vista la perpetua validez y finalidad del sacrificio de nuestro Señor de una vez por todas (9:26).

     En el capítulo diez, el escritor está llegando a sus conclusiones finales en cuanto a las evidencias del adorador.


DESARROLLO DE LA LECCIÓN

A.  LA LEY ES UN CALLEJÓN SIN SALIDA (Hebreos 10:1-4)

1.  El escritor hace una revisión al impotente sistema de sacrificios.  Los sacrificios que continuamente se ofrecen no pueden ayudar a los hombres en su perfección.  Esto es contundente.  Por lo tanto poner sus esperanzas en el templo es por gusto.  Esta incapacidad se ve por la repetición de sacrificios; aun así no hace perfectos a los hombres.

2.  Lo que se necesita es una limpieza que dé absoluta paz en cuanto a los pecados pasados y un poder adecuado para evitar el continuo pecar.  Esto no podía hacerlo la ley mosaica (9:9); porque “la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados (vs. 4).  Esto también es contundente para darnos cuenta que la sangre derramada por estos animales no tiene poder redentor alguno.  Insistir en eso es inútil, es el colmo de la insensatez.  De esa manera es imposible la salvación.


B.  LA LEY ES DESPLAZADA (Hebreos 10:5-18)

     Ahora el escritor hace referencia al Salmo 40:6-8 para argumentar a favor de la intervención del Dios Trino en el nuevo Camino al lugar Santísimo.

LA ACCIÓN DE LA VOLUNTAD DE DIOS (Hebreos 10:5-10)

     “Entrando en el mundo dice: sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo” (vs. 5).  En el acto de venir al mundo como redentor, Cristo se presenta al Padre como el mejor sacrificio porque los otros no le agradan.  Y este es el propósito de la encarnación de Jesús, ser el sacrificio.

     Hebreos cita al Salmo 40:6-8, e interpreta como Palabra de Cristo a Dios, mas que de David.  “Holocausto del todo quemado representa la consagración, y ofrendas por el pecado no son agradables a Dios, aunque Él las ordenó como un medio de culto transitorio y su uso está de acuerdo con la ley (vs. 8).

     La lógica del escritor en este pasaje es fácil entender. Los sacrificios anuales no fueron agradables a Dios.  El anuncio que se hace del Hijo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (vs. 9), sólo puede tener una conclusión: “quita lo primero para establecer lo último”.  Lo que Cristo ha hecho es la voluntad final y perfecta de Dios.  En esta voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre (vs. 10).  Entonces la voluntad de Dios es la base última de nuestra santificación.  Aquí buscamos el origen de nuestra salvación, o sea, en la gracia de Dios (Tito 2:11).

     La santificación no es sólo exterior, sino interior y moral.  Es necesario que veamos la santificación en tres aspectos importantes:

a.   Somos santificados en la voluntad de Dios.  La preposición “en” se traduce “dentro de”.  No somos santificados por un simple acto, sino cuando estamos en la voluntad de Dios.

b.   Somos santificados por el sacrificio de Cristo (vs. 10).  Pero esta no sucede en nuestra vida si no estamos dispuestos a consagrarnos.  La parte que nos corresponde a nosotros es consagrarnos en una entrega total; y la parte que Dios hace es la de santificarnos.  Es hecho posible mediante la acción del Espíritu Santo (II Tesalonicenses 2:13; I Pedro 1:2).

c.   “Mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, somos santificados”.


2.  REALIZADA POR LA OBRA DE CRISTO (Hebreos 10:11-14)

     La voluntad de Dios es implementada por medio de un sacerdocio.  El intento de cumplir esta función mantenía a los sacerdotes levíticos, día tras día ministrando y ofreciendo los mismos sacrificios en el templo (vs. 11).  Los sacerdotes ofrecían muchos sacrificios, pero sin poder quitar el pecado.  En cambio, Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.  El vs. 12 nos muestra como en un cuadro, una tarea nunca terminada; pero Cristo terminó esa tarea de una vez para siempre.  Ahora Cristo está sentado después de haber terminado su obra redentora.  Allí vela atentamente hasta que sus enemigos sean puestos por estrados de sus pies (vs. 13).  Cristo salió del Calvario a la conquista de todo mal y de toda fuerza opositora maligna.  Su poder es suficiente para la tarea total de redención.

     En el versículo 14, se resume concisamente y profundamente este poder para los creyentes, y está disponible ahora.  Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (vs. 14).  Los verbos de este texto debemos observarlos cuidadosamente.  Aquí se declara que la voluntad es una santificación definida y completa.  Ser perfecto no significa que el carácter ha sido completado, sin necesidad de más conocimientos.  Mas bien significa haber sido traído a una experiencia más profunda de la realidad espiritual en Cristo; es decir, aun estado de realización más profunda en la relación del corazón con Dios.

     La perfección no lo podía ofrecer el antiguo orden.  Ser perfecto para siempre es una frase que declara que todos los que de tiempo en tiempo son santificados, son perfectos por medio de esa única ofrenda.  La sangre de Cristo nunca perderá su poder de limpiar totalmente de pecado.


C.  AFIRMADO POR EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU (Hebreos 10:15-18)

     Nuestra santificación es la voluntad del Padre a través de la obra del Hijo.  “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo” (vs. 15).  Aquí se refiere a la profecía de Jeremías 31:33-34, no al testimonio interior del Espíritu Santo al creyente en el momento de la santificación.  El testimonio existe, pero aquí no se trata de eso; aquí es una profecía del Nuevo Pacto.  El punto significativo de este testimonio es el versículo 17: “Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.  En el sistema del Antiguo Pacto, cada año se hacía memoria de los pecados; pero en el Nuevo Pacto son repudiables y dañinos los memoriales.  No es necesario porque una expiación perfecta hizo posible una remisión absoluta.  La santificación es la base para una vida victoriosa.

     Esto es posible por que Dios ha puestos sus leyes en nuestros corazones y en nuestra mente (vs. 16).  Estos no son presuntuosos profesantes que persisten en pecado, o creyentes de doble ánimo, sino aquellos que recuerdan la ley y la obedecen de corazón.

     El escritor ha demostrado la finalidad de la persona de nuestro Señor Jesucristo y su sacerdocio y pasión.  La naturaleza y superioridad del Nuevo Pacto han sido expuestas, y se ha demostrado que el viejo pacto es obsoleto e invalidado.  Ahora se referirá al propósito central del nuevo orden y el objetivo de su exposición: el camino hacia el lugar santísimo.


D.  LA LIBERTAD PARA ENTRAR (Hebreos 10:19-22)

     El predicado de estos versículos es acerquémonos.  Lo demás que se dice está subordinado a esta palabra.  Otras expresiones que ayudan son: “Así que...”.  “Teniendo”; y señala a Jesús como el camino nuevo y vivo (vs. 19).  El énfasis está aquí en las condiciones personales para entrar.
 

1.  EL VELO ABIERTO (Hebreos 10:20)

     Para entrar al lugar santísimo, Cristo lo ha instituido.  Antiguamente el velo cerrado era como una cortina de hierro que separaba a Dios de los hombres.  Para que el velo abierto se convirtiera en camino al lugar santísimo tuvo que ser rasgado.  Para comprenderlo mejor en su verdadero contexto es necesario recordar Mateo 27:50-51.
 

2.  EL SACERDOTE REAL (Hebreos 10:20)

     El camino para entrar al lugar santísimo es vivo y nuevo.  Cristo está cerca de nosotros para escoltarnos, y, además, permanece con nosotros como nuestra seguridad.  El camino es vivo porque su hacedor y guía está vivo.
 

3.  EL ACERCAMIENTO CORRECTO (Hebreos 10:22)

     El camino correcto exige que andemos en él de manera correcta.

a.  Debe haber un corazón sincero.  Esto es una simple y sincera dedicación a la perfecta y completa voluntad de Dios.

b.  Debe haber plena certidumbre de fe (vs. 22).  Significa plena convicción.  Estas verdades fundamentales del evangelio deben ser creídas tan profundamente que nuestro acercamiento al Santísimo sea sin vacilación, con toda confianza.

     La consagración y la fe firme son los dos requisitos que deben satisfacerse en la crisis de la entera santificación.

c.  “Purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura” (vs. 22).  Habla de la justificación y de la regeneración, sin las cuales uno no puede entrar al lugar santísimo.  En esta exposición de Hebreos indica fuertemente que para el creyente, el lugar santísimo no es un estado futuro o una localización lejana, sino un lugar permanente con Dios.  Ahora podemos entrar y vivir allí.  Notemos lo siguiente: 1) El arca es donde están las tablas de la ley.  La esencia del Nuevo Pacto es la grabación de esa ley en nuestros corazones (Romanos 8:2-4).  2) Allí están también la vara que reverdeció y el recipiente de maná.  Estos son emblemas que indican que Cristo habita en el interior, y que hay frutos del Espíritu Santo.  Ambos son partes de las características de la santidad cristiana (Efesios 3:16-20).  3).  Está también allí el propiciatorio y las alas que lo cubren.  Este puede ser el lugar secreto para nuestras almas ahora.


CONCLUSIÓN

     Hay razón suficiente para creer la exhortación “acerquémonos”.  Es un urgente ruego para que entremos de inmediato a la santidad de corazón.  Debemos entrar en esa íntima relación con Dios, y en ese estado de rectitud interior, que no era normal en el Antiguo Pacto.  Ahora ha sido posible y está al alcance para todos los adoradores calificados.  Esto es lo que constituye la realización personal y experimentada del corazón esencial del Nuevo Pacto.

     La exhortación final de esta lección es que todos procuremos la santificación para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia (4:11).