LECCION No. 1  (regresar al índice)

EL ESPIRITU SANTO, DON DE DIOS

PARA ESTUDIO:  Hechos 1:1-2:42.
LECTURA DEVOCIONAL: Juan 16:4-11.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hechos 1:8.

LECTURAS DIARIAS

LUNES: La Promesa del Espíritu Santo. Juan 14:15-24.
MARTES: El Bautismo del Espíritu Santo. Hechos 1:1-8.
MIERCOLES: La Venida del Espíritu Santo. Hechos 2:1-6.
JUEVES: El Poder del Espíritu Santo.  Hechos 2:14-21.
VIERNES: Fortalecidos por el Espíritu Santo. Hechos 4:1-12.
SABADO: El Testimonio del Espíritu Santo.  Romanos 8:9-17.
DOMINGO: Preparados por el Espíritu Santo.  Hechos 4:31-37.
 

PROPOSITO

 Recalcar el significado del don del Espíritu Santo, en los primeros días de la iglesia y su ministerio continuo en nuestro día.
 
 

PREGUNTAS PARA DISCUSION

1. ¿Cómo fue esto de que "comenzaron a hablar en otras lenguas?  Comente.

2. ¿Fue realmente fuego el que se apareció sobre las cabezas de las personas?  Discuta.

3. En el discurso o predicación de Pedro, éste no hizo un llamado al altar, sino que la gente sola dijo: "Varones hermanos: ¿Qué haremos?  ¿Es esta la verdadera prueba de que el Espíritu de Dios había tocado sus corazones?  Comente y discuta.
 

EXPOSICION DE LA LECCION

INTRODUCCION

 No es posible considerar los eventos del Pentecostés a la ligera y a la vez entender su significado total.  Debemos ver lo que está detrás de los eventos que le antecedieron.  El hecho es que aquel evento tan glorioso fue el cumplimiento del mensaje del Antiguo Testamento para el pueblo de Dios.

 El Señor Jesucristo les había hablado a los discípulos con tanta sublimidad de aquel evento, que hizo que éstos lo esperaran con gran expectación.  El Maestro ordenó a sus seguidores que esperaran en Jerusalén donde se cumpliría la promesa (Lucas 24:49).

 En el día de Pentecostés se consumó la promesa del Padre (Hechos 1:4); pero también marcó un punto decisivo en la historia.  La posibilidad de la transformación moral del corazón y vida humana fue comprobada maravillosamente (Hechos 15:8-9).  Y de allí en adelante principió un esfuerzo denodado de dar a conocer aquella verdad entre judíos y gentiles.

 La lección de hoy nos enseña primeramente los eventos de aquel día tan especial, y los resultados inmediatos entre los "enlutados y desalentados" como también entre los habitantes de la ciudad (Hechos 2:14).  Nos proponemos descubrir la forma como el Pentecostés afectó la vida de los primeros cristianos en su tarea de extender la iglesia primitiva, como también aprender el secreto de su crecimiento continuo en nuestro día.

I.  LA PROMESA DEL ESPIRITU SANTO
    (Hechos 1:1-7)

1.  SE PRESENTO VIVO (V. 3).

 En los días de su ministerio, el Señor les había prometido el Espíritu Santo a sus discípulos (Lucas 11:12; Juan 7:39; 16:17).

 En el contexto anterior a la lección, el Señor trató de respaldar aquella promesa al presentarse a ellos vivo, después de su pasión.  La serie de diferentes encuentros que Jesús tuvo con sus discípulos después de la resurrección le añadieron la fuerza necesaria a sus palabras.  La verdad y testimonio de su resurrección le dio un vuelco completo al mundo (Hechos 17:6; I Corintios 15:3-8).

2.  LES MANDO... QUE ESPERARAN (V. 4).

 Abbott-Smith dice que el "término usado en esta frase tiene referencia a las órdenes dadas por un comandante militar".  Los discípulos no estaban equipados adecuadamente para la ofensiva contra el enemigo.  Por eso el general les dio la orden de "esperar hasta que fueran investidos del poder para llevar adelante la comisión" (BBC).  Aquella orden tenía el propósito de avivar la fe y la expectación, y a la vez capacitar a los discípulos a prepararse espiritualmente.  Pero también fue sin duda una prueba a su obediencia.

3.  LA DECLARACION DEL BAUTISMO ESENCIAL.

 Juan el Bautista concuerda con Cristo en la declaración del verso 5, diciendo que el bautismo de Jesús le pondría fin al bautismo de agua de Juan (Mateo 3:11-12).  El uso de la palabra "mas" sirve para enfatizar el contraste entre los dos bautismo.  Los dos tienen su lugar, pero el de Jesús o sea el bautismo con el Espíritu Santo sobrepasa al bautismo de agua.  Si el investimiento del Espíritu Santo fue esencial para los primeros creyentes, para nosotros los cristianos actuales también es indispensable.  La obediencia a esta orden determinará el éxito de nuestra vida espiritual, y la efectividad de cualquier iglesia en la predicación del mensaje de Cristo.
 

4.  DEBEN CONFIAR (vrs. 6-8)

 Los discípulos estaban interesados en el establecimiento del reino de Dios en la tierra.  Por eso, fue más que normal la pregunta.  Pero el Señor les contestó que eso dependía de la autoridad y voluntad del Padre.  Parece que con la respuesta de Jesús, los discípulos pusieron todas sus preguntas a un lado, y se dedicaron a la tarea que Cristo les había encargado.

II.  EL DON DEL ESPIRITU PRESCRITO
     (Hechos 1:8)

 ¿En qué forma limitó el Señor la expectación de los discípulos?

1.  UN CORAZON PREPARADO

 Cristo sabía que sus discípulos necesitaban un corazón preparado para la gran tarea que les había asignado.  Los discípulos estaban llenos de temor, dudas y curiosidad innecesaria.  Sus corazones necesitaban ser purificados.  La carnalidad, la indecisión y el egoísmo hacen que el testimonio sea inefectivo, pero el testimonio respaldado por la expiación y los méritos de Cristo es irrefutable.

2.  UN PLAN DIVINO.

 Cristo Jesús mencionó la preparación del corazón como un requisito indispensable para llevar adelante el plan divino de evangelización entre los hombres: Consistiría en testificar que Cristo es el Salvador del mundo.  Las palabras "y me seréis testigos", también podrían parafrasearse, "ustedes son mis testigos".  Cristo mismo les había dicho anteriormente que ese sería el ministerio del Espíritu Santo (Juan 15:26-27; 16:13), el dar a conocer a Cristo por medio de ellos.

3.  ALCANCE DE LAS PROMESAS (Hechos 2:39).

 El alcance de la tarea de los apóstoles y sus seguidores sería universal (vea Juan 17:20).  La tarea tendría su principio en la cuna de su origen: Jerusalén, y luego seguiría una trayectoria en todas direcciones, hasta alcanzar a toda la humanidad de todas las edades.  Esta no sería una clase racial o religión nacional, sino una fe misionera que buscaría a los judíos y gentiles.  "donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino Cristo es todo, y en todos" (Colosenses 3:11).

III.  ESPERANDO LA PROMESA DEL ESPIRITU
      (Hechos 1:13-26)

 ¿Qué hicieron los discípulos después de la ascensión?
 

1.  "EL APOSENTO ALTO" (v. 13).

 Obedeciendo la orden de su Señor, los discípulos siguieron las instrucciones que les darían el cumplimiento de la promesa del Padre.  El hecho que estuvieran juntos en un lugar no sólo era recomendable sino esencial.

 En la meditación y examen de sus almas, sin duda que consideraron los eventos de las semanas que habían pasado.  Pero más que todo, ellos estaban obedeciendo pacientemente la orden de su Maestro que "esperasen" para recibir la experiencia prometida.  Todas las condiciones para recibir el Consolador habían sido cumplidas.

2.  ESPERANDO CON DEVOCION

 ¡Qué días tan llenos de emoción habían presenciado los hombres que Cristo había escogido!  Habían sido testigos de la resurrección, habían visto al Señor en varias ocasiones después que se levanto de la tumba, etc.  ¡Qué tesoros de gracia le esperan a los que andan fiel y obedientemente en los mandamientos del Señor!  "Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios 4:18).

 La hora había llegado; la flor estaba para abrir los pétalos en toda su plenitud.  Los corazones de los apóstoles estaban en armonía con el reloj de Dios.
 

IV.  RECIBIENDO EL DON DEL ESPIRITU
     (Hechos 2:1-6)

 ¿Cuáles eran los aspectos singulares de la venida del Espíritu Santo?

1.  LA HORA (v. 1).

 El descendimiento del Espíritu Santo fue dado providencialmente para que concordara con "la fiesta de las semanas", que era la conmemoración de cuando la ley había sido dada en el Monte Sinaí (Levítico 23:15-16).  El Pentecostés (Fiesta de las semanas) se celebraba 50 días después de la fiesta de la pascua, en la que se conmemoraba la salida de los israelitas de Egipto (Exodo 14:41-43).  Así como la muerte de Cristo es la pascua de la liberación espiritual de la liberación de Egipto; el descendimiento del Espíritu Santo, escribe la ley de Dios en el corazón de los hombres (II Corintios 3:3), es la respuesta a la ley dada a Moisés que había sido escrita en tablas de piedra.

2.  EL MILAGRO

 El derramamiento del Espíritu Santo estuvo acompañado de tres señales milagrosas: 1) Un estruendo de viento recio que soplaba.  Dicho estruendo (v. 6) atrajo una gran multitud, que sería la congregación a quienes Pedro y el resto les testificaría.  2) Se manifestaron lenguas repartidas como de fuego.  Adam Clarke sugiere que el ruido del viento y la manifestación del fuego eran típicos del Pentecostés y del Sinaí.  "En ambos casos, el sonido, el viento recio y el fuego, aunque eran agentes naturales, fueron empleados en una forma sobrenatural".

 3)  El tercer aspecto del milagro del Pentecostés fue la habilidad concedida a los discípulos de hablar lenguas y de ser entendidas por personas de varias nacionalidades que se habían reunido para asistir a la fiesta.  El bautismo con el Espíritu Santo, le dio a aquellos hombres el poder para comunicar en una forma convincente e inteligente el mensaje de la muerte y resurrección de Cristo.  En aquella ocasión más de tres mil almas pidieron que se les explicara la forma de cómo podrían ser salvos (v. 37).  Todo este episodio lleva la marca inconfundible de una operación inteligente y divina.

3.  SU SIGNIFICADO

 El milagro del Pentecostés simboliza el proceso de la forma cómo la Gran Comisión iba a llevarse a cabo (Mateo 29:19).  El viento simboliza el aliento que se usa para hablar; las lenguas "como de fuego" simbolizan el acto o acción de hablar, mientras que las palabras habladas llevan el significado que se quiere comunicar.  Adam Clarke dice, "Las lenguas eran un emblema de las lenguas que ellos hablarían".  Aquí, pues, tenemos la respuesta divina al problema de la confusión de las lenguas de Babel (Génesis 11:9).  El don del Espíritu Santo dota al creyente de poder para comunicar las buenas nuevas acerca de Cristo con la fuerza convincente que se le ha prometido (Juan 16:7-11; Hechos 1:8).

 Las tres señales milagrosas fueron temporales y pasajeras.  Lo único que permaneció y es esencial, fue el don del Espíritu Santo. "Y todos fueron llenos del Espíritu Santo".  El efecto permanente de esta experiencia fue aquella de la cual Pedro habló en Hechos 15:8-9, el poder de testificar con un corazón puro.  El milagro simbólico es el emblema de la obra limpiadora como también del acto de testificar.  El estruendo del viento habla del viento que separa la paja del trigo (Mateo 3:12), o que purifica el oro y la plata (Malaquías 3:2-4).  El milagro es entonces indiscutiblemente una demostración gráfica de la obra del Espíritu Santo en el corazón de aquellos que lo recibieron el día de Pentecostés.  La evidencia de la presencia del Espíritu Santo, no es por lo tanto una serie de evidencias externas o una medida especial de éxito en la obra de la iglesia, sino el testimonio de un corazón puro.

V.  EL DON DEL ESPIRITU REVELADO
   (Hechos 2:14, 36-42)

1. EL SERMON DE PEDRO (v. 14)

 El líder que tantas veces había fracasado, ahora se transforma en el discípulo que se apunta una gran victoria.  El sermón de Pedro se ha tornado en el ejemplo clásico de la predicación apostólica.  El establece bases escriturales del Antiguo Testamento para su sermón.  Muestra que la experiencia del investimiento del Espíritu Santo había sido predicha por el profeta Joel (2:28).  Recalca que David le llamaba Señor a Jesucristo.  Y luego Pedro le da el clímax a su sermón al comparar a Jesús con el Jehová del Antiguo Testamento.  Ha sido este Jesús, proclama Pedro, el que prometió el don del Espíritu Santo, a quienes sus oyentes lo habían crucificado.  La fuerza con que Pedro derrumba la indiferencia que había sentido aquella multitud en la crucifixión, ahora se torna en un sentimiento insoportable.  La culpa cae sobre ellos con toda su fuerza.  La verdad de la crucifixión, resurrección, ascensión y derramamiento del Espíritu Santo se torna en hechos irrefutables.  ¡Qué poder en la predicación!  El mundo actual necesita desesperadamente un testimonio convincente de un corazón puro recibido por la fe y por medio de los méritos de la expiación de Cristo Jesús.  Pedro estaba de pie ante sus oyentes.  Ahora se sentía libre, libre por la gracia de Cristo, y se encontró con una multitud que también quería estar libre de la responsabilidad de haber crucificado a Jesús, el Salvador del mundo.

2.  LA IGLESIA SE ENSANCHA (v. 41).

 Al concluir su mensaje, la multitud que escuchó a Pedro se llenó de profunda aflicción.  Aquel mensaje fue "directo a sus corazones" (Moffatt), fue tal la fuerza de sus palabras que sus "corazones se sintieron compungidos".

 La pregunta de la multitud "Varones hermanos, ¿qué haremos?  Revelan una nostalgia profunda por la presencia del Espíritu en sus propios corazones.  Anhelaban por algo que les tranquilizara sus conciencias y les diera serenidad de un corazón limpio como lo vieron manifestado en los discípulos.  Por lo tanto, Pedro les dice a sus oyentes que antes que se pueda recibir el don del Espíritu Santo, hay ciertas condiciones que tienen que cumplirse: 1) Tenían que arrepentirse de los pecados cometidos contra Cristo (vrs. 38; 3:19).  2) Convertirse a Cristo.  3) Cuando todo esto fuera hecho, entonces estarían listos a recibir el Espíritu Santo.

 Pedro concluye su sermón con una invitación para todos, por medio del testimonio, el ruego y la exhortación.  Hace eco de la invitación universal de su Maestro, Cristo Jesús (v. 39; Juan 17:20).

 El resultado fue un crecimiento en la iglesia.  La secuencia de eventos siguió como debe ser: primero, la conversión y luego la membresía en la iglesia.  La lección termina enseñándonos que los nuevos convertidos eran alimentados por medio de las fieles enseñanzas de los apóstoles, el compañerismo con los hermanos, por medio de la participación de la cena del Señor y la comunicación personal con el Señor Jesucristo a través de la oración.
 

CONCLUSION

 Es tremendo pensar en la obra inmensa que Dios encomendó por medio de Cristo, a sus discípulos.  Parecía como arrojar migas de pan sobre un muro de piedras.  El Imperio Romano estaba en todo su apogeo.  El paganismo tenía bases demasiado arraigadas en todas las provincias del imperio y en los países bárbaros.  Toda la literatura helénica y la latina giraban en derredor de ese sistema; aun los mejores hombres ignoraban la nueva doctrina de perdón y amor.  Los discípulos, pobres e ignorantes, pescadores aborrecidos por sus propios compatriotas, ¿cómo harían?

  Cristo les había dicho: "No os dejaré huérfanos".  No hay duda de que sin el poder del Espíritu Santo, la obra encomendada era absolutamente imposible.  Pedro, en aquel glorioso mensaje de Pentecostés, dijo a los judíos compungidos: "Y recibiréis el don del Espíritu Santo".  Era una realidad; porque el Espíritu Santo es el don de Dios para su iglesia.  Todavía lo es ahora, puesto que Pedro les dice más adelante: "Porque para vosotros es la promesa, para vuestros hijos, para todos los que están lejos y para cuantos el Señor llamare".

 No vivimos en días fáciles: El materialismo, la violencia, los vicios, y la inmundicia son tan terribles como en el antiguo paganismo.  Cada cristiano tiene una misión que cumplir aunque no sea predicar.  Dicha misión no la podrá llevar a cabo sin ese poder.  El Poder del Espíritu Santo es un don para los que le obedecen.


El investimiento del Espíritu Santo es esencial para nosotros los cristianos.  Si queremos tener éxito en el ministerio de la predicación y discipulado, tenemos que ser llenos del Espíritu Santo.