LECCIÓN No. 4  (regresar al índice)

LOS SACRIFICIOS
(Primera Parte)

PARA ESTUDIO:  Levítico 1, 2, 6:8-22; y lo indicado en el comentario.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 9:11-14; 10:1-18.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Romanos 12:1.

PROPÓSITO

Mostrar cómo los sacrificios del antiguo pacto tipificaban el gran sacrificio de nuestro Salvador Jesucristo y nuestras propias vidas espirituales.

INTRODUCCIÓN

     Desde el principio los hombres han traído sacrificios a Dios.  Sin embargo, no se mencionan sacrificios por el pecado durante los primeros 1500 años de la historia del mundo.  Las ofrendas siempre eran holocaustos u ofrendas de paz, porque donde no hay ley, no hay transgresión (Walter C. Wright, The Sacrificial System of the O. T., p. 30).

     El libro de Levítico da por sentado que cuando un hombre acude a Dios, no debe ir con las manos vacías.  En el tiempo del Nuevo Testamento es fácil olvidar esto.  Sin embargo, aunque un cristiano se acerca a Dios confiadamente, no debe acercarse con las manos vacías.  Es cierto que ahora los cristianos no se acercan con sus propias ofrendas, sino con la ofrenda provista por Dios mismo, su Hijo (Dennis Kinlaw, Comentario Beacon, vol. 1, p.  326).  Nosotros podemos acercarnos a Dios por medio del sacrificio de Cristo, pero siempre debemos hacer algún sacrificio para agradarle.  Cristo hizo el sacrificio que nos permite obtener la salvación y el acceso directo a la presencia de Dios; sin este sacrificio, no podríamos llegar a Dios.  Sin embargo, ahora nos toca a nosotros hacer nuestros propios sacrificios con el fin de agradarle.  Romanos 12:1, dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional”.  La adoración a Dios siempre involucra el sacrificio.  No se puede llegar a Él si no ha habido un sacrificio.  Nuestros sacrificios ahora ya no consisten en animales muertos, sino en algo vivo que involucra todo nuestro ser.

     Los israelitas tenían que hacer muchos sacrificios de animales y repetirlos muchas veces en tiempos señalados.  Había ciertas ideas fundamentales relacionadas con el sistema de sacrificios:

1.  Dios exige una devoción entera de la vida.

2.  Dios exige lo que es perfecto. (Por eso el que ofrecía, traía una ofrenda y no se presentaba a sí mismo.  El que ofrecía decía, “No me mires a mí, porque no soy digno; mira al sacrificio”.

3.  El que ofrece reconoce que en sus defectos o faltas pierde el derecho de su vida (Romanos 6:23).  Por eso tenía que traer algo para que muriera.

4.  El plan es de Dios, y no del hombre.

5.  Los sacrificios eran medios, no los fines en sí.  Fueron designados para estimular las disposiciones espirituales correctas, no para evadir las responsabilidades espirituales.  Pero en tiempos de frialdad espiritual, los individuos pensaban que ofreciendo sacrificios podían cometer los pecados que quisieran sin sufrir las consecuencias.  Se olvidaban que los sacrificios son la expresión de las disposiciones espirituales correctas delante de Dios.  Se divorciaban los sacrificios de las disposiciones espirituales que admitían no tener ningún valor delante de Dios.  Con los sacrificios se expresaba la disposición de obedecer a Dios.  Pero si no había obediencia, el sacrificio no valía nada (1 Samuel 15:22). (Wright, pgs. 31-35).  Estos sacrificios tenían que ofrecerse con sinceridad de corazón, reverencia y fe.  Sin estos elementos espirituales los sacrificios llegaban a ser vacíos y vanos.  Los profetas tenían que reprender a los israelitas repetidas veces por hacer los sacrificios y ritos de la ley, mientras sus corazones estaban muy lejos de Dios.  En este sentido los sacrificios no tenían ningún valor.  Sin fe y sinceridad, los sacrificios eran una abominación a Dios.  Eso fue lo que Isaías denunció (Isaías 1:11-20).

6.  ¿Por qué tenían que ofrecer animales domesticados que se comían y frutos de los cuales el adorador subsistía?  Por cuanto el adorador subsistía de estas cosas, representaban su propia vida.  De veras eran sacrificios, (Wright, p. 37).

7.  Todos los sacrificios tenían que ser de animales limpios y sin mancha o tacha.  Tenían que ofrecerse voluntariamente.  El que ofrecía tenía que poner sus manos sobre la cabeza del animal antes de matarlo.  Eso indicaba su identificación con el animal; además, el que ofrecía, trasladaba al animal lo que le debía a Dios.  Por ejemplo, en el sacrificio de expiación de pecado, al poner las manos encima de la cabeza del animal, el que ofrecía reconocía que él merecía morir por su pecado y que él podía ser perdonado por el derramamiento de sangre del animal inocente.

      Se ha preguntado ¿por qué hay tanta sangre derramada, tantos animales muertos?  Era para dar gran énfasis al carácter tan horrible, asqueroso, y feo del pecado.  El derramamiento de sangre indicaba vida sacrificada, derramada para expiar el pecado.  Así el israelita aprendía que el pecado trae muerte, que sin el derramamiento de sangre, no hay remisión de pecado (Hebreos 9:22), y que hay expiación por una muerte en sustitución.

      Claramente estos sacrificios señalaban a Cristo y su sacrificio eficaz que es suficiente para expiar todo el pecado del mundo.  En conjunto, los sacrificios tipifican las diferentes fases de la vida y obra de Cristo.


A.  EL HOLOCAUSTO (Levítico 1:1-17; 6:8-13)

     La palabra holocausto quiere decir “todo quemado”.  En todos los sacrificios la parte que era para Dios fue quemada en el altar del holocausto.  La idea principal del holocausto es consagración a Dios; todo para Dios, todo quemado en el altar.  Al hacer esta ofrenda, el israelita reconocía que pertenecía a Dios; era la manera de mostrar que se consagraba totalmente a Dios para servirle y honrarle.  La consagración es necesaria para la adoración a Dios.

     En este sacrificio siempre se rociaba la sangre en el altar de sacrificios.  Podían traer como ofrenda diferentes animales, según la capacidad del que ofrecía.  Los animales aceptables incluían: becerros, corderos, cabros, tórtolas, y palominos.  Siempre tenían que ser macho, sin defecto.  La persona quien ofrecía ponía la mano sobre la cabeza para simbolizar la dedicación del sacrificio, y que ese sacrificio tomaba su lugar.

     Este sacrificio representa la rendición perfecta de Cristo a la voluntad de su Padre cuando llegó a la tierra para ofrecerse completamente como el sacrificio por el pecado.  Cumplió perfectamente la voluntad de Dios; obedeció hasta la muerte de la cruz.  “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo... Entonces dije:  He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Salmo 40:6-8; Hebreos 10:5-7).  “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).  Su perfecta consagración se ve también en Getsemaní.

     También tiene una lección grande para nosotros.  Debemos consagrarnos completamente a la voluntad de Dios; debemos presentar nuestros cuerpos en “holocausto” al Señor, pero en sacrificio vivo.  Nuestra consagración al Señor debe ser tan completa como era el holocausto en aquel tiempo.  “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).  Tal consagración no sería posible si no fuera por el sacrificio de Cristo.  Como el holocausto siempre incluía derramamiento de sangre, el pecado tiene que ser perdonado antes de que sea posible la consagración.  Como este sacrificio podía ser ofrecido por cualquier persona y en cualquier tiempo, así hoy todos pueden consagrarse a Dios y en cualquier tiempo.


B.  LA OBLACIÓN (Levítico 2:1-16; 6:14-23)

     La oblación era la única ofrenda o sacrificio que no tenía sangre, y por lo tanto, no significaba expiación de pecado como los otros.  Parece que era voluntaria (Véase Levítico 2:1).  Consistía en una ofrenda de flor de harina con sal, aceite, e incienso.  Podían ofrecerlo en forma de tortas cocidas en el horno o en el sartén o en cazuela.  Los diferentes métodos u ofrendas fueron dados de tal manera que pudieran acomodarse al nivel o habilidad de la persona.  Esta ofrenda nunca podía tener levadura o miel que representan la corrupción.  Al ser ofrecida, el sacerdote tomaba una parte pequeña y la quemaba en el altar como la parte dada a Dios.  Quemaba todo el incienso, pero sólo una parte de lo demás.

     Estas ofrendas simbolizan a Cristo dándose al hombre para alimentarlo espiritualmente.  El fruto era sometido a un procedimiento especial.  Era cribado, molido, cocinado –no crudo.  Cristo fue perfeccionado por lo que sufrió (Hebreos 5:8,9).

     La harina era el fruto de las labores del pueblo.  Esta ofrenda representa la presentación del fruto de nuestro servicio a Dios.  Todo lo que hacemos debe ser hecho para Dios y aceptable en sus ojos (I Corintios 10:31).  El holocausto representa la deuda del hombre a Dios; la oblación representa la deuda del hombre a su prójimo.

     La sal representa la preservación de la corrupción; nuestro servicio no debe tener nada malo o que corrompe.  También representa el pacto inmutable entre Dios y su pueblo.  El aceite representa al Espíritu Santo.  Todo nuestro servicio debe ser hecho bajo la dirección y el poder del Espíritu Santo.  El incienso representa la oración y adoración; el servicio debe ser acompañado con mucha oración siempre.  Nunca debe tener nada pecaminoso, así como esta ofrenda no podía tener levadura.  Tampoco podía tener miel esta ofrenda, porque la miel puede fermentarse.  Muchos creen que la miel representa los afectos humanos.  No debemos permitir que nuestro servicio sea perjudicado a causa de una afección humana.  Nunca debemos dejar de seguir a Cristo o desobedecerle por causa de un amor humano.

     Vemos aquí una representación o tipo de la vida de Cristo.  Los sacrificios con sangre tipifican su muerte expiatoria; éste tipifica su vida y servicio ejemplar y perfecto en la tierra que fue en todo aceptable a Dios.  Tenía siempre los elementos de oración, etc. ya notados.

     Había también una ofrenda de las primicias.  Esta consistía en los primeros granos verdes tostados en el fuego y desmenuzados.  Indica que hay que reconocer que todo lo que tenemos es de Dios y que debemos darle lo primero de lo que tenemos o recibimos.


CONCLUSIÓN

     Hoy en día no practicamos los ritos y sacrificios del tiempo del Antiguo Testamento.  El antitipo (cumplimiento) de todos los sacrificios ha venido y se ha sacrificado a sí mismo.  Al que se sacrificó una vez para siempre para quitarnos nuestros pecados, al único y suficiente Salvador, Jesucristo, le damos gracias, alabanza y loor (Apocalipsis 5:9-14).

     Nota:  Se continuará el estudio acerca de los sacrificios en la lección que sigue.