LECCIÓN NO. 7  (regresar al índice)

EXPIACIÓN Y PERDÓN

PARA ESTUDIO: Éxodo 25:10-22 y Levítico 16.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 10:5-25.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Juan 4:10.

PROPÓSITO

     Explicar el gran día de la expiación y su significado profundo cumplido en Cristo Jesús.

     En esta lección se incluye una descripción de los dos muebles no incluidos en la lección sobre los muebles del tabernáculo.  Vamos a incluirlos en esta lección sobre el gran día de expiación, porque estaban ubicados en el lugar santísimo donde se llevaban a cabo los ritos del día de expiación.  El simbolismo de los muebles está muy relacionado con el simbolismo del gran día de expiación.


A.  EL ARCA Y EL PROPICIATORIO (Éxodo 25:10-22)

     El arca era un cajón de madera de acacia, cubierto con oro adentro y afuera.  El propiciatorio era la cubierta o la tapadera del arca.  Era de oro puro y cabía adentro de la cornisa del arca para cubrirla bien.  En los extremos había dos querubines formados de la misma pieza de oro.  Estos, uno en cada extremo, se miraban y tenían las alas extendidas hacia adelante más o menos cubriendo el centro del propiciatorio.

     Estos dos muebles eran los más importantes de todos.  Se puede decir que el tabernáculo era una tienda para el arca y el propiciatorio.  El arca era santísima.  Nadie más podía tocarla, sino solamente los levitas (véase 1 Samuel 6:19; 2 Samuel 6:7).  Nadie más podía entrar en el Lugar Santísimo, sino el Sumo Sacerdote; y podía entrar solamente en el Día de Expiación que se celebraba una vez al año.

     El arca con el propiciatorio encima simbolizaba la presencia de Dios con su pueblo.  Era el guía del pueblo, y había triunfo dondequiera que iba delante de ellos.  Es también símbolo del gobierno divino, el trono de Dios.  (Ezequiel 43:5-7, Ezequiel entró en el atrio interior [vs. 5] y Dios le dijo: “Este es el lugar de mi trono” [vs. 7].  Fue una visión del templo ideal.  Isaías 6:1; en el templo Isaías vio al Señor sentado sobre su trono.  Apocalipsis 7:9-17, los que vienen de la Gran Tribulación están delante de su trono [vs. 9 y 15], y sirven en el templo día y noche [vs. 15] y desde el trono, Dios extenderá sobre ellos su tabernáculo).  (Véase también Jeremías 3:16, 17; 17:12; Ezequiel 10:1).

     En el arca se colocaron las dos tablas de la ley, y allí se guardaban siempre.  La ley declara las normas morales que Dios quiere de su pueblo.  Más tarde se colocaron en el arca un vaso lleno de maná y la vara de Aarón que reverdeció (véase Hebreos 9:4).  La Ley era la constitución del gobierno de Dios para Israel.  Nosotros debemos interiorizar la Ley también [véase Salmo 40:8; 119:11; y 2 Corintios 3:3]).  Era una ley perfecta, pero violada por la imperfección del pueblo.  Sin embargo, Dios: (1) mantiene la Ley; (2) pide que se haga su voluntad a través de la Ley; y (3) magnifica la Ley.

     El propiciatorio cubría el arca.  Este era el objeto más importante de todos, y el espacio entre los querubines era el lugar más sagrado de todo.  Dios dijo: “Y de allí me declararé‚ a ti, y hablaré‚ contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandaré para los hijos de Israel” (Éxodo 25:22).

     No había ninguna figura para representar a Dios.  Esto es otra indicación que Dios es espíritu y no permite ninguna representación material o física de sí mismo.  Unos creen que entre los querubines había una manifestación de su gloria como una luz llamada "Shequina".  Si así era, eso sería relacionado con la nube que estaba encima del tabernáculo sobre el lugar santísimo y visible para todos.

     La palabra traducida “propiciatorio” también puede ser traducida “asiento de misericordia”.  “Propiciar” quiere decir “aplacar la ira de una persona ofendida” u “ofrecer algo para alcanzar misericordia”.  Una propiciación es lo ofrecido para alcanzar perdón o misericordia; es un sacrificio por el pecado.  Así es que el propiciatorio habla de la misericordia, gracia, y perdón de Dios.  Allí el Sumo Sacerdote rociaba la sangre del sacrificio por el pecado, haciendo expiación por el pueblo en el Día de la Expiación; era el lugar de perdón.  La Ley estaba en el arca, pero estaba cubierta con el Asiento de Misericordia.  Es claro que esto miraba adelante a la gran obra de expiación hecha por Cristo, por la cual nosotros hemos alcanzado la misericordia y el perdón de Dios.  Cristo es nuestro propiciatorio, o sea, nuestra propiciación (véase Romanos 3:21-31, especialmente vss.  24 y 25; I Juan 2:1, 2; 4:10).

     Nota:  Aparentemente el arca fue perdida en la destrucción de Jerusalén en el año 586 a. C. (Jeremías 3:16).


B.  EL GRAN DÍA DE EXPIACIÓN (Levítico 16)

     Este es el capítulo supremo de este libro.  Da las instrucciones para los ritos para expiar el pecado de todo el pueblo. (La palabra expiación quiere decir “cubrir” o “esconder con una cubierta”).  Los ritos y eventos de este día eran símbolos de la obra de redención hecha por Jesucristo.

     El Día de Expiación era el día más importante del año.  En este día Aarón tenía que ministrar sólo; ningún otro podía estar en el tabernáculo.  Dios quería prevenir otra catástrofe como la que les ocurrió a los hijos de Aarón.  Cristo tenía que expiar el pecado sólo; ninguno le tenía que ayudar ni acompañar en su tarea.  En este día el sumo sacerdote entraba hasta la misma presencia de Dios.  Esto representa su misericordia, porque en los otros días no podía acercarse así.  Este día era la única vez en el año que un hombre podía entrar en el lugar santísimo; solamente Aarón, es decir, el sumo sacerdote, podía entrar allí.  Y había cierta manera específica en que él podía entrar en la presencia de Dios.  Todas las otras formas terminaban con la muerte.

     El orden de los eventos del día de expiación era el siguiente:

1.  El sumo sacerdote se quitaba la vestidura hermosa, se lavaba y se vestía solamente de calzoncillos y la túnica blanca.

2.  Hacía sacrificio por él y su familia (sacerdotes) —un becerro.

3.  Entraba en el lugar santísimo con incienso.

4.  Entraba en lugar santísimo con sangre del becerro y la rociaba 7 veces delante del arca y el propiciatorio.

5.  Degollaba el macho cabrío a favor del pueblo.

6.  Entraba en el lugar santísimo; rociaba sangre 7 veces sobre el propiciatorio y limpiaba el tabernáculo.

7.  Llevaban y soltaban a Azazel (Azazel quiere decir: “el cabrío que se va”).

8.  Se lavaba y se revestía de las vestiduras hermosas.

9.  Hacía dos holocaustos (por él y el pueblo).

10.  Quemaban sacrificios por el pecado afuera del campamento

     Aarón se tenía que quitar sus vestiduras hermosas, lavarse y vestirse solamente con los calzoncillos y la túnica blanca.  Cristo vino a la tierra y tomó la forma de hombre; se despojó de su gloria celestial durante el tiempo de su humillación.

     El pueblo tenía que dejar todo trabajo y afligir sus almas en aquel día.  Eso indicaba arrepentimiento; la tristeza por haber ofendido a Dios.  En el capítulo 23 vemos que los que no se afligían eran cortados de entre el pueblo.  Hoy ninguno puede ser salvo sin arrepentirse primero de sus pecados y sentir verdadera tristeza por haber ofendido a Dios.

     Aarón tenía que ofrecer primero por él mismo y su familia.  Por ser hombre, tenía pecado que debía ser expiado antes que pudiera ofrecer sacrificios por el pueblo.  Tenía que ofrecer un becerro por expiación de pecado.  Entraba al lugar santísimo la primera vez con el incensario y sus puños llenos del incienso aromático el cual quemaba delante del arca y el propiciatorio.  La segunda vez entraba con la sangre del becerro por expiación de sus pecados, la cual rociaba siete veces delante de Jehová allí.

     Después degollaba el macho cabrío en sacrificio por el pecado del pueblo, y la tercera vez Aarón entraba al lugar santísimo con esta sangre que rociaba también siete veces delante de Jehová.  Así se hacía expiación por los pecados del pueblo.  También limpiaba el tabernáculo y los altares con la sangre de este sacrificio.  Esto indicaba que los actos de adoración también son imperfectos y necesitan ser limpiados.

     El acto que seguía era el rito más extraño de todos.  Traían el otro macho cabrío a Aarón, y él ponía sus manos en la cabeza del animal y confesaba sobre él los pecados del pueblo.  Los pecados confesados sobre el animal eran pecados expiados.  Entonces este macho cabrío destinado para “Azazel” (Azazel quiere decir: “el cabrío que se va”) era llevado al desierto por un hombre escogido y allí era soltado para que se fuera al desierto sólo.  Como el derramamiento de la sangre del primer macho cabrío mostraba la manera de la expiación de pecado, este segundo mostraba el efecto de dicha expiación (Salmo 103:12).  El simbolismo es de alguien que no ha pecado, lleva los pecados del pecador.

     Los Adventistas creen que Azazel representa el Diablo sobre quien Dios echa nuestra culpa (¿Por qué Soy Evangélico?, p. 141), pero la Biblia nunca habla del diablo llevando los pecados perdonados.

     Lo más probable es que los dos machos cabríos representan al Redentor que nos quita los pecados por medio de su sacrificio en la cruz del Calvario.

     Entonces Aarón se lavaba otra vez y se ponía de nuevo sus vestiduras hermosas.  Salía al pueblo para ofrecer los dos holocaustos: el primero por él y su familia y el segundo por el pueblo.  Después de haberse efectuado el perdón y limpieza de pecado, tenían que consagrarse a Dios para servirle y honrarle como es tipificado por el holocausto.

     Los cuerpos de los sacrificios por el pecado tenían que ser llevados fuera del campamento y quemados allí.  Hebreos nos dice que Cristo “padeció fuera de la puerta” (véase Hebreos 13:11-12).  Los hombres que habían llevado el macho cabrío al desierto y los cuerpos de los sacrificios para quemarlos tenían que lavarse también para ser limpios otra vez.

     Los israelitas tenían que ofrecer esos sacrificios cada año; pero Cristo se ofreció sólo una vez para siempre.  Su sacrificio es eficaz y no tiene que ser repetido.  La Epístola a los Hebreos (especialmente el capítulo 9) da el comentario del Nuevo Testamento sobre los ritos del gran Día de Expiación.  Si hay tiempo lean Hebreos 9 y hagan una comparación entre los eventos del día de expiación y lo que Cristo hizo.