Capítulo I
El Prodigio de la Adoración
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“Y dijo: No te acerques, quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.”  - Éxodo 3: 5

¿Qué es la adoración? ¿Qué es lo primero que viene a tú mente cuando utilizas esta palabra? ¿Algo de la Biblia, de la infancia, o de la última mañana de Domingo?

¿Realmente importa?  Pienso que sí.  Creo que Dios piensa lo mismo.  Esa es la razón por la cual se le da tanto espacio en la Escritura.  La primera cosa que Dios dijo a Moisés en el incidente de la zarza ardiente fue: “¡quita tu calzado!” esto es la adoración, tú y Yo juntos... de ahora en adelante esto será tu centro de vida, tu fuente de información para el liderazgo y tu sabiduría para tomar todo tipo de decisiones.  

Se nos podría decir lo mismo hoy en día.  Necesitamos algo de “tierra santa,” un lugar, una dirección, una realidad, para verificar que Dios está cerca y que lo queremos cerca.

Adoración.  La idea y la palabra significan muchas cosas diferentes para diferentes gentes.  La palabra llegó a convertirse en sinónimo de tabernáculos, de templos, y de sumos sacerdotes.  Al corregir nuestra religión, Jesús también redefinió y rediseñó lo que es la adoración.  Esto sucedió en el momento cuando exclamó desde la cruz, “¡Consumado es!” Y en la ciudad el velo del templo que protegía el “lugar santísimo”  se rasgó milagrosamente de “arriba a abajo.” No es que la gente pudiera ahora entrar a examinar (o a admirar) un lugar precioso, sino que, Dios salió  y entró en nuestros corazones.  “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” escribió Pablo a los Cristianos  1ª  de Corintios 3: 16 mostrándonos el camino nuevo y correcto de allegarnos a la adoración.  Él añade algo más que hace al tema por entero majestuoso y de temer: “... el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (v 17).

Con esto, vemos que es propio ir reverentemente de puntitas en este asunto de la adoración.  No se trata de clasificar diferentes gustos personales y estilos denominacionales de adoración como se toma mercancía en el supermercado.

Ni se trata de que la adoración simplemente ocurra.  Entrando con somnolencia, o apresuramiento a la reunión de adoración,  aburrido u obligado, no va a propiciar la adoración -no importa lo que digan los anuncios o los boletines impresos. La parte perturbadora es la rutina y vaya que es común. Ezequiel observó la misma situación y exclamó: “Por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, ciertamente por haber profanado mi santuario con todas tus abominaciones... tampoco tendré yo misericordia...” Ezequiel 5:11 Ahora que nosotros somos el santuario, la santidad y las expectativas de Dios no han cambiado.

Desde luego que hay tantas formas de adorar como hay Cristianos.  Hay devociones privadas, meditaciones en alguna montaña, meditaciones  a la orilla del mar, adoración familiar a la hora del desayuno y adoración arrodillándose al lado de la cama.  Existe la adoración formal y la informal, la adoración alta y la adoración baja, la programada y la no programada.  La adoración como comunión será considerada posteriormente.  En español una palabra equivalente a la palabra inglesa worship, es adoración.  [Nota:  En el idioma inglés se usa la palabra worship que equivale a la palabra española adoración. En el inglés también existe la palabra adoration, mientras que en el español la palabra adoración equivale a ambas palabras inglesas, para fines de traducción.]  Un significado Hebreo de la palabra adoración es “inclinarse”.  Una palabra del Nuevo Testamento para adoración amplía la definición dando el significado específico de “servir.”

Charles Colson escribe acerca de una observación que hizo mientras  estaba en la Casa Blanca en el periodo de Nixon. “¿Qué de nosotros nos hace negarle a  Dios la reverencia que le dispensamos a los ídolos humanos?  Vez tras vez en la Casa Blanca conocí a gente que se quejarían ferozmente de alguna política y demandarían una audiencia con el Presidente.  Pero los leones rugientes que escolté desde la sala de espera se convertían en mansos corderos en la Oficina Oval.  Vi más reverencia en aquel salón que la que he visto en los santuarios de todas nuestras iglesias juntas”.

Entremos pues ahora, en los apartados de nuestras mentes con relación a nuestras experiencias de adoración.

En su libro “Alabanza a la Disciplina”, Richard Foster hace la observación de que “adorar es experimentar lo que es realidad, tocar lo que es vida.” “Adorar es conocer, sentir y experimentar al Cristo resucitado en medio de nuestra comunidad reunida.”

No  es como si tuviésemos que abrirnos paso hacia un canal de adoración. Adorar  produce una confianza sobrecogedora al descubrir que Dios está “buscando,” escudriñando y esperando; Él ya está aquí para estar con nosotros en una experiencia compartida de adoración.  Como Jesús Mismo lo dijo.  “Los verdaderos adoradores, adoraran al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” Juan 4: 23. Esta es nuestra respuesta a la iniciativa de Dios.  La única resistencia es la nuestra.

Los intereses de moda en nuestras iglesias van y vienen.  El hecho de que la adoración hoy día es presentada en muchos libros y revistas Cristianas no significa que es otra novedad.  Es un concepto central, continuo y básico por todo lo que  el Cristianismo significa.  De la verdadera adoración nacen todas las bendiciones y el servicio.  Sin una adoración real, las iglesias crecen anticuadas y aburridas.  La desunión, la falta de fruto y cualquier otro problema que puedas nombrar implica una adoración disfuncional.  El indagar en la adoración de la iglesia es estar en el centro nervioso, en  la línea de vida, de vitalidad espiritual y de la salud.

Adorar es un verbo, algunas veces adoración es un sustantivo. Kierkegaard insiste que la adoración puede ser algo que hacemos.  Por tanto, la adoración es también aprendida, practicada, y el producto de una disciplina devocional.  Al salir de la adoración, uno debe preguntarse, ¿Señor, que tal me vi? En lugar de decir ¿Qué es lo que obtuve de provecho de la adoración?

“No tendrás dioses ajenos delante de mí” es el primer mandamiento.  Esta prioridad no es accidental en la lista de diez.  Sigue siendo la número uno.  El problema es que hoy en día los ídolos somos simplemente nosotros. ¿Qué es lo que obtengo de provecho de la iglesia o de la adoración? ¿Cómo me siento? ¿Son cubiertas mis necesidades?  Lo que es el objeto de nuestra adoración hace la gran diferencia en el mundo.  Centrarnos en nosotros  puede ser tan desafortunado como pecaminoso, como lo sería si nos enfocamos en alguna idea totalmente errónea, tal como fabricar ídolos de madera o piedra esculpida.


No obstante que la adoración es espiritual, de cualquier manera tiene estructura.  Hay detalles esenciales en lo que se refiere a la planeación de la adoración.  La espontaneidad en la adoración, la adoración real, es un mito.  La adoración no planeada o pobremente planeada puede ser torpe, vergonzosa y miserable.  Aún en reuniones “no programadas” se requieren principios generales.  Nuestro Dios es un Dios de orden y la preparación para la adoración es tremendamente importante.

Una característica impresionante de la adoración del Antiguo Testamento y de la iglesia primitiva fue lo que alguien llamaría una "expectativa santa." Es una respuesta a la Presencia viviente.  “Adoración es la respuesta del corazón y de la mente a la influencia del Espíritu de Dios.” Esta cita viene de un libro de Disciplina Cuáquera.  “No consiste en formas, ni en el desuso de ellas; la adoración puede ser sin palabras así como con ellas, pero debe ser en espíritu y en verdad.”

Describiendo a la iglesia que adora, D. Elton Trueblood insiste en que “... es el compañerismo de personas conscientemente inadecuadas que se reúnen porque son débiles.  Se dispersan para servir porque su unidad el uno con el otro y con Cristo los ha hecho osados.” (The Incendiary Fellowship, Harper and Row, 1961,p. 31) (El Compañerismo Incendiario, Harper y Row, 1961, p 31.)

El fallar en hacer de lado lo humano de la hora de adoración, y pasar desapercibido el encuentro divino - humano no es un problema nuevo.  Los primeros Cristianos y los adoradores del Antiguo Testamento fueron advertidos respecto a la importancia que tiene la preparación para la adoración.  La “expectativa” era precedida por una reverencia y una conducta apropiada.

Pablo escribió a los Cristianos en Corinto, “... porque no os congregáis para lo mejor.” Él continúa,  “por lo cual hay muchos enfermos y débiles entre vosotros, y muchos duermen.” 1ª  de Corintios 11: 17, 30.


 ¿Qué pasaría si Pablo o George Fox vinieran a visitar una típica reunión de adoración en una de nuestras iglesias locales?  De hecho, el Señor ya lo está haciendo, pero tal vez sin ser notado lo cual o es peor... o es más maravilloso. Estas elevadas descripciones y definiciones no significarían mucho.  El modo, el sentido de reverencia, la más profunda realización de gozo, los nuevos descubrimientos con corazones que ven, son las características, la materia sagrada de la adoración matutina cuando Dios está presente.

El tamaño de la iglesia o su membresía, el estilo del liderazgo, la elección de los himnos y el canto, todos ellos, no son la razón real de una adoración buena o pobre. La adoración es interna. Es una disciplina de concentración, de remembranza y de aplicación; no es una hora en un servicio, es una actitud, una respuesta, una confrontación.  Es estar con Dios, para después regresar a la vida a servir porque hemos adorado.  Este cambio de atención enfocada y dirección ascendente e interna es donde el conocer a Dios es real.

El atisbar la gloria de Dios y el sentir su cercanía son esenciales.  Los mensajes que nos sacuden, nos confortan, o nos enseñan vienen de estos caminos de comunicación espiritual.  Tal vez sean semejantes a esto: A tres niños en una clase de ciencia en la escuela les es asignada una tarea.  “Hoy en la noche cuando se encuentren en casa cuenten las estrellas en cuanto estas aparezcan.  Háganlo en los jardines de sus casas” Al día siguiente ellos reportaron: “Yo conté 128” – exclamó una muchacha.  Otra vio 78.  Un niño pequeño pudo reportar haber visto solamente 23. “¿Por qué tan pocas, cuando anoche todas las estrellas estaban afuera y los demás vieron tantas?”  "Bueno, tenemos un jardín tan pequeño" explicó el muchacho.

Veamos ahora una pintura que nos hace contener el aliento respecto a lo que era la adoración.  Esto puede ser visto con claridad, aún desde los jardines pequeños de las iglesias.  La escena es un momento de adoración, ocurrida hace ya un largo tiempo. (2  de Crónicas 5: 11- 14).
“Y cuando los sacerdotes salieron del santuario (porque todos los sacerdotes que se hallaron habían sido santificados, y no guardaban sus turnos; y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar, y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas), y cuando sonaban las trompetas, cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque Él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová.  Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios”.  
¡Imagínate la gloria semejante a una nube, tan espesa que los músicos no podían ni siquiera ver para leer sus notas!  Esto debe haber significado que 120 trompetistas, cimbalistas, arpistas, y cantantes se detuvieron como muertos para adorar en silencio.  La gloria del Señor inundó el lugar.  Fue  algo verdaderamente sobrecogedor.  Como el caso de  Elías, quien aprendió mirando “un grande y poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas delante Jehová... pero Jehová no estaba en el viento... Y tras el viento un terremoto, pero Jehová no estaba en el terremoto... Y tras el terremoto un fuego... pero Jehová no estaba en el fuego.  Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.” (1 de Reyes 19: 11- 12) Elías lo oyó, y Elías escuchó.

¿Cuánto tarda Dios en captar nuestra atención?  Todas las  cosas maravillosas y bellas que suceden en la adoración son para glorificar a Dios y para que nosotros nos preparemos a escucharlo.  

Pero una catedral grande como la de Salomón no es necesaria para este tipo de adoración.  El punto  central es que Dios sigue hablando.  Esto es lo que realmente creemos, pero no siempre lo que escuchamos.  Al observar a los adoradores ingresar y partir de la iglesia nos hace preguntarnos si otros también lo hacen.  A menos que veamos el prodigio de la adoración y escuchemos el “silbo apacible,” la iglesia y todo lo que se supone es ésta, se convierte en algo insípido, aburrido, y justamente sólo en un entretenimiento que requiere buenos actores.  Lo cual fácilmente nos lleva a una competencia por ser los mejores actores del estrado. La pregunta central no es “¿Están satisfechas mis necesidades?” ó “¿Es divertida la iglesia?” Sino más bien “¿Hemos escuchado y oído de Dios?"  “¿Comprendemos la verdad?” “¿Estamos convencidos de nuestras malas acciones y  somos motivados a la obediencia?”

He aquí otra posibilidad.  La adoración no tiene que ser agradable para ser real.  El contraste total recién descrito entre el ruido y el silencio es un acercamiento a una persona (tal vez rodeado de algunos críticos torpes.)  Hablamos de Job, el Job del Antiguo Testamento.  El espectáculo más despreciable, poco atractivo y desesperanzador que uno puede imaginar.  Job, sofocado en el terrible final de su peor experiencia; Job quien de cualquier forma se ha mantenido allí, quien no ha “maldecido a Dios”, ni negado su fe en el Creador Redentor; Job, ahora tambaleante, pasmado, apestoso, y... solo, ha despedido a sus tres amigos.  A Elifaz, Bildad y Zofar se les ha acabado finalmente su consejo.

No cambies de canal ni pronuncies la bendición final.  Debemos sentarnos con quien está perdiendo la paciencia, con quien está en bancarrota, con un hombre que está económicamente arruinado, con quien está doliéndose de la pérdida de sus seres queridos y de sus posesiones. ¡Él está adorando!  Y Dios está hablando.  Este es uno de los discursos más grandes y detallados directamente grabados de Dios.  Ahora sabemos que todo resultó para bien, pero Job aún no lo veía.  Este hermano, pobre, inocente, azotado por las tragedias, muestra el por qué la adoración no es el último recurso, sino el único.

Uno podría suponer que Dios estaría diciendo algo consolador.  Dios debe decirlo, para encajar en nuestro estereotipo de una deidad justa y perdonadora que responde a la oración.  Sin embargo, una visitación y los mensajes del Espíritu no pueden ser programados, monitoreados, o controlados.  Dios se ocupa de la adoración, o nosotros, y con frecuencia es más manejable si nosotros nos ocupamos de la adoración.

Dios debe estar diciendo, “Job, bendice tu corazón, has tenido un tiempo muy malo y lo lamento.  Ahora sal de ese montón de cenizas.  Date un baño.  Tengo buenas noticias para ti.  Tú vas a ser famoso para siempre.  Tan es así  que habrá una admirable organización llamada Las Hijas de Job...”

Dios no lo hizo. ¿Qué dijo Dios?  Escuchemos en (Job 37 y 38)
“Escucha esto, Job; Detente, y considera las maravillas de Dios. ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto, y hace resplandecer la luz de su nube? ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en Sabiduría? ¿Por qué están calientes tus vestidos cuando él sosiega la tierra con el viento del sur? ¿Extendiste tú con él los cielos, firmes como un espejo fundido?”

“Muéstranos qué le hemos de decir... mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente de los cielos, luego que pasa el viento y los limpia, viniendo de la parte del norte la dorada claridad.  En Dios hay una majestad terrible.  Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder; y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.  Lo temerán por tanto los hombres; él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio?”
El servicio continúa.
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?  Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?”

“¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar, para que ocupe los fines de la tierra, y para que sean sacudidos de ella los impíos?  Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello, y viene a estar como con vestidura...”

“¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, y has visto las puertas de la sombra de muerte? ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?  Declara si sabes todo esto.”
Esto nos proporciona pistas respecto al significado y a la práctica de la adoración.  Es útil para aquellos de nosotros que somos impacientes o complacientes, quienes insistimos en una adoración ordenada, sintonizada y completa.  Cuando Dios realmente viene a nosotros, la diferencia es manifiesta.

¿Sabes tú que Dios habla a Job acerca de Su creatividad al hacer todo tipo de cosas como, ballenas, avestruces, coyotes, y arañas, sin mencionar el clima, las montañas, los océanos, y el universo?  En esencia, Él dice, "Job, ¿ves estas cosas, hay algo de falla en ellas?”

Al ser confrontado con la masiva exhibición de la grandeza de Dios, Job fue humillado y reafirmado.  La adoración también es confrontación.  No es de extrañarse el por qué Job cubrió su boca con su mano murmurando: “He hablado demasiado.” ¿No hemos estado nosotros en adoración deseando lo mismo que Job deseó para nosotros y para algunos otros?  

La adoración es estar con Dios. ¿Cómo se comporta, actúa, y piensa una persona en Su Presencia? Los antiguos Judíos fueron advertidos “¡No toquen el Arca del Pacto!”.  El Arca representó la Presencia de Dios.  “¡Permanece fuera del Lugar Santísimo!” ...hasta que la cortina fue abierta de arriba a abajo.  Estar en adoración, con Dios allí mismo, es una de las más trascendentales experiencias de la vida. ¿Cómo nos la podemos perder?  En la adoración no hay nada casual.  Observando las vistas del transbordador espacial, las fotos telescópicas,  las tormentas, o los amaneceres, es impresionante, pero teniendo al Espíritu señalando nuestra situación personal con Su Luz y con su Amor nos proporciona una nueva visión de nosotros mismos y del mundo.  El acto de adoración es similar a la consternación que producen el nacimiento y la muerte; el ser interior es convulsionado ó sacudido.  Todas estas cosas fundamentales de la vida aparecen en la adoración permitiendo a una persona y a Dios  atravesar  juntos aquello que trasciende el trabajo de un día del mundo, y lo trágico de lo ordinario de muchos servicios de iglesia que son llamados cultos de adoración.

Algunas personas parece que tienen la noción de que la mejor adoración requiere mucha respuesta emocional. O que los verdaderos adoradores (y servicios de adoración) son atractivos sobre todo a filósofos y poetas, o a aquellos que tienen cierto gusto por el arte,  es decir, los que “se asombran con las maravillas y con aquello que nos hace a nosotros maravillarnos.” (Josef Pieper)  Sin embargo la historia  está repleta de gente tranquila, sensible, no grandemente movida por la romántica ceguera que los circunda, quienes adoraron a Dios y caminaron con Él.  Hoy en día se necesitan Cristianos más firmes y compasivos, sensibles, no influenciados por las modas religiosas o por la politizada y culturizada Cristiandad.  Recuerda, la adoración es primordialmente una experiencia interna, y al mismo tiempo muy razonable.  Dios no es ni tonto ni fanático.

La adoración es una disciplina.  Es un trabajo espiritual.  Tal vez una señal  como ésta debe estar colgada en el vestíbulo de la iglesia: “La adoración no es sosegada, no es relajante. ¡Es trabajo!”  La adoración se aprende, como se aprende a jugar tenis o a tocar el piano o cualquier otra disciplina.  La adoración no es estresante ni extenuante, pero es trabajo en tanto que demanda concentración para escuchar.  Un escuchar genuino implica al menos tres cosas: concentración, memoria, y aplicación.

Según Richard Foster, la consecuencia de la adoración es que somos cambiados.  Por tanto, si la adoración no nos cambia, es que no ha habido adoración.  Permanecer delante del Santísimo de la eternidad, que nos conoce y nos ama, es transformador. Los  resentimientos, como por ejemplo la autocompasión o la desesperación, no pueden ser mantenidos con la misma tenacidad cuando entramos en Su luz de gracia.  Jesús dijo que tenemos que dejar nuestra ofrenda en el altar e ir directamente a arreglar el problema (Mateo 5: 23- 24.)  Si la adoración “no nos impulsa a una mayor obediencia,” no ha habido adoración, insiste Foster al escribir sobre este asunto.

Una ilustración ha sido de mucha ayuda para mí.  Hay muchas maneras de mirar una rosa.  Uno simplemente puede estar placenteramente consciente de ella, o mirarla, viendo su color, tipo, y tamaño.  Esto puede producir un gran gozo.  Pero realmente observarla (estudiarla) es algo más.  Uno principia contando los pétalos, o tomando medidas, o haciendo comparaciones.  Esta clase de observación es una actividad demandante, lo que un botánico llama “un acto de agresión.” Esto es diferente de la mera contemplación, para gozar su belleza por un momento.

¿Qué diremos de la contemplación espiritual y del escuchar estudiado?  Es posible participar en la adoración con una conciencia de que algo agradable está sucediendo.  Entonces aparece el “acto de agresión” de una actitud de completa receptividad de apertura al Espíritu, sopesando nuestras vidas.  Creemos en la realidad de encontrar y conocer a Dios, y aquí, en la compañía de quienes “van a la iglesia” como un hábito loable.  Los servicios de la iglesia pueden ser totalmente sin significado, o juegos religiosos magistralmente bien llevados, con gran energía y gozo.

Muchas de las enseñanzas del Antiguo Testamento acerca de la adoración y la preparación para la misma aunadas a las últimas palabras de Jesús antes de Su ascensión, nos conducen a la estudiada experiencia de esperar (en oración y obediencia) hasta que el Consolador venga para traernos su poder para testificar. Todo esto enfatizó el trabajo y el prodigio de la adoración.


Lo antes dicho nos hace darnos cuenta que la impredecible espontaneidad en la adoración es un mito, si bien es cierto un mito atractivo.  Cristianos jóvenes y algunas veces pastores, asumen que si podemos desmantelar toda tradición, orden, estructuras, y convencionalismos, seríamos libres, directos y espontáneos. Si esto es lo que algunos tienen en mente como “adoración abierta” tal como se anunció en el boletín de la iglesia, el punto central y el propósito se pierden.  La adoración abierta puede ser una peligrosa desgracia,  a menos que el tiempo y el ejercicio sean utilizados por corazones cuidadosamente preparados para  participar.  Adoración no es un sinónimo de impulsividad, o de un vacío en la cabeza, o de propiciar un parloteo religioso.  Tampoco es la ocasión para contar sobre los problemas artríticos del Tío Juan y así llevarlos en oración.  El tío Juan puede necesitar la oración, así como también la necesitan sus preocupados parientes, pero como Job y sus problemas, necesitamos primero mirar a los cielos antes de identificar los problemas sobre el horizonte.  Hay ocasiones y lugares totalmente apropiados para este tipo de oración e interés amoroso, pero la adoración de la mañana pertenece a Dios y a nosotros.

Aquí tenemos otra ilustración que tomamos prestada: “Qué pasaría si pagaras veinte dólares por escuchar tocar la Séptima Sinfonía de Beethoven y la orquesta se retrasa al entrar al escenario.  El Director entra apresuradamente y anuncia casi sin respirar: ¡Caramba!  Hemos tenido una semana ocupada.  Muchos viajes, sesiones de grabación, ahora estamos aquí y no hemos tenido la oportunidad de ensayar para este concierto.  Escuchen.  Tengo una gran idea.  A cada uno de los que están aquí les gusta la música, que les parecería tener una sesión masiva, dejemos fluir la música.  Seamos ¡espontáneos!” (Ben Patterson in Leadership magazine) (Ben Patterson en la Revista Liderazgo.)

¿En la práctica qué significa esto?  Significa algo así como tener una buena noche de sueño el sábado levantándose a tiempo para alistarse sin prisas para la reunión de adoración con Dios y otros discípulos.  Una mañana de domingo en la que la tardanza y el cansancio son habituales, constituyen todo un problema teológico.

Esto significa prestar mucha atención en la preparación de nuestra actitud para adorar de la misma forma que lo hacemos con nuestra apariencia.  Significa “presteza para la oración” de parte del pastor con una preparación consciente del mensaje, así como del boletín, de la selección de los himnos, de la presentación de la nave del templo y de los alrededores, y aún de la apariencia de la gente y del predicador. ¡Todos estos  elementos se relacionan a la teología y a la experiencia de la adoración!  Unas bancas tapizadas y ventanas grabadas no son tan importantes (aunque pueden ser de ayuda) como el ver que tanto el polvo, las telarañas, los papeles de la Escuela Dominical de la semana pasada, y la información pasada en los pizarrones de anuncios - todas estas cosas - son cuidadas adecuadamente.  Los vestíbulos chirriantes de limpios y los santuarios rechinantes de limpios se acercan a la piedad.

Una actitud de - cualquier cosa está bien puesto que es sólo la iglesia - es una afrenta a la Presencia del Huésped entre nosotros.  Parece que algunos en realidad se enorgullecen de tener iglesias desordenadas como si esto fuera una señal de humildad o de modestia.  Más bien es una mayordomía descuidada.  Esto significa para nosotros y para los visitantes que la adoración no es realmente muy importante.  Edificios aburridos contribuyen a tener servicios aburridos.  Esto no es un llamado a la ostentación para tener un mobiliario y arquitectura caros,  más bien es una súplica para estar seguros de que lo que tenemos está tan limpio, tan listo y cómodo como nos es posible tenerlo.

Relacionado a esto, está  el cómo evaluar la variedad en las experiencias de adoración. Está bien “usar”  variedad en la adoración, puesto que es la gente la que adora y Dios hizo todo tipo de personas.  Tal vez sea apropiado empezar la adoración con coros animados o con oración en silencio de vez en cuando.  Pero, sólo cuando es “edificante” al Cuerpo de Cristo y no algún capricho inaplicable del líder.

Con respecto a la oración en silencio: Cuando la junta adora en silencio la adoración debe ser silente, no debe ser  interrumpida con música suave. Es muy notable que una música de fondo en el silencio total no es silente. ¡Hay tiempo para ambas cosas, pero no juntas!

Por variedad queremos decir aquellas cosas como el cambio de orden del servicio, ó  la introducción de un contenido innovador.  Al planificar esto (con mucho cuidado) es tremendamente importante hacer todo con claridad.  Cuando hay cambios, especialmente si hablamos de  cambios dramáticos, son necesarias una repetida y cuidadosa explicación así como preparación y guía.  No hay nada más molesto que interrumpir la adoración con todo tipo de sucesos extraños no anticipados.  Sin embargo, aún las innovaciones dramáticas pueden ser significativas si son manejadas cuidadosamente y en oración.

Las oraciones públicas al igual que las oraciones pastorales, son para ser presentadas.  Ellas no deben ser nunca usadas como un espectáculo de destreza, o para hacer anuncios sutiles, o para volver a predicar el sermón.  No deben ser utilizadas para regañar.  En 2  de Crónicas, capítulo 6, se encuentra la oración pública de Salomón, en donde él se refiere a Dios 94 veces, pero él se refiere a la gente 81 veces.  Esto es con toda  probabilidad una proporción apropiada.

¿Vas a leer la Escritura, o algo más en voz alta?  Practica. Ensaya, ensaya, ensaya.  Lo mismo se aplica a la predicación y al canto.

En la adoración ¿Por qué un canto especial es “especial”? ¿Son las palabras especiales? ¿Es la música especial? ¿Es el cantante especial?  Tal vez otros entienden, pero la mayor publicidad que se le da a una determinada actuación, lo menos espiritual que ésta parece.  También se reporta que en muchas iglesias 20 himnos de 500 posibles selecciones son usados.  Hay un lugar para una rica variedad.

Una palabra más acerca de los anuncios públicos.  Es todo un arte presentar todos los hechos y énfasis posibles en un tiempo breve y apropiado.  Ten presente que la mayoría de los asistentes a las iglesias son educados, es decir, son capaces de leer lo que está impreso en el boletín. Se pueden utilizar formas creativas para animar a la promoción de eventos y noticias que eviten consumir tiempo en exceso que interrumpe la adoración.  El ruego público por voluntarios en cualquier programa ante una audiencia cautiva en un culto de adoración es desafortunado, y esto puede hacerse de otras formas más efectivas.

El salmo 34 ha sido citado por Ann Ortlund (Up with Worship, Word, 1978) (Arriba con la Adoración, Palabra, 1978) como un modelo de adoración.  David, insiste ella, no se lo sacó de la manga.  El salmo completo es un acróstico, esto significa que el alfabeto Hebreo está integrado bellamente en la primera letra de cada línea.  Esto implica un esfuerzo para que salga correctamente.
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.  En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán.  Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre.  Busqué a Jehová y él me oyó, y me libró de todos mis temores.  Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.  Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias.  El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en Él. Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen... Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos.  La ira de Jehová contra los que hacen mal, para cortar de la tierra la memoria de ellos.  Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.  Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.
Esto es adoración.  Todo aquello que no sea dirigido por Dios es un  vago eco de alabanza a Él, el propósito real de una adoración genuina.

La adoración sin objetivo está delineada y enfocada al recordar que no es la adoración lo que adoramos, no es la forma, ni es el pastor (que el cielo nos ampare.) ¡Es a Dios a quien adoramos!  Nuestra adoración tiene sólo un Líder, Jesús nuestro Señor, es Él quien está presente. Es Su Voz la que oímos en nuestros corazones. Es Su cercanía la que se siente.  Por la fe, lo encontramos y no solamente leemos acerca de Él en las Escrituras; lo podemos conocer a través de la revelación.  Él está allí.  Esta Verdad, aún y cuando sea parcialmente comprendida, puede ser vista con cierta dignidad, cierta majestad.  Esto es el testimonio.  Sentimos que tenemos la obligación y la oportunidad de escuchar, ver y responder.

La adoración está profundamente asentada en nuestro modo de ser. Así como Dios está buscando siempre adoradores, nosotros somos creados justamente para adorar.  La búsqueda de una reafirmación fresca de la realidad de nuestra relación con Dios y con nuestros compañeros discípulos es enteramente apropiada.  Esto significa que estamos vivos.  Todos necesitamos guía,  dirección, sanidad y ayuda.  “En nuestra debilidad Dios se constituye perfecto.”

Esto no significa que la adoración sea fácil o natural, aunque es construida dentro de nuestra naturaleza.  Aquellos que deciden no adorar no tienen éxito al no estar adorando, simplemente se vuelven a cierto tipo de idolatría.  Cuando Jesús dijo, “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” Juan 4: 23 Él estaba simplemente dando por hecho que la gente adorará.  Siempre lo hacen.  Lo importante es hacerlo en espíritu y en verdad.  Cuando alguien adora a una montaña, o a algún gurú, él recibirá lo que la montaña o el gurú tienen que ofrecerle.  

Se ha dicho que la adoración permite que nuestra singularidad como un pueblo, como una iglesia pertenezca a Dios. El simplemente ser formado dentro de cierto molde religioso o denominacional es perder el objetivo.  Clasificar a cada individuo dentro de un mismo molde de personalidad es tan infortunado como atentador.  La iglesia, nuestra iglesia, está aquí para permitir a cada uno servir al Señor en la belleza de la santidad y en su propia singularidad.  “La verdad os hará libres...” Son las inhibiciones, el temor, el orgullo, la ignorancia de nuestra propia identidad como Amigos y de las convicciones que nos unen, las ataduras o los sentimientos de competencia los que detienen la libertad en la adoración.

Ser uno en el Espíritu constituye una verdadera unión.  No que nos parezcamos, vistamos, hablemos, o pensemos de la misma manera.  Somos uno en el Espíritu porque en Cristo nos atrevemos a ser nosotros mismos.  Jesús dijo: “Toma tu yugo sobre ti y sígueme...” Por tanto, no estamos aquí para estar sin yugo, más bien estamos aquí  para escucharle decir: “porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” Mateo 11: 30

La adoración es en realidad una aventura deliberada y disciplinada.  La adoración no es para el irreverente o el comodino.  La  adoración implica una apertura de nosotros mismos a la deliciosa y al mismo tiempo peligrosa vida del Espíritu.  La adoración hace irrelevante todo conjunto de templos y sacerdotes, ritos y ceremonias.  La adoración implica disposición a que “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Colosenses 3: 16.

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