EL SUEÑO DE NABUCODONOSOR REFERENTE AL GRAN ÁRBOL
PASAJE PARA ESTUDIO: Daniel 4
LECTURA DEVOCIONAL: Daniel 4:1-18
TEXTO PARA MEMORIZAR: Daniel 4:37
PROPÓSITO
Demostrar que Dios engrandece a los humildes y humilla
a los orgullosos.
Sugerencia al maestro: escriba en el pizarrrón
el bosquejo de la lección, o sea, los títulos que encabezan
cada sección.
INTRODUCCIÓN:
En este capítulo 4 de Daniel, tenemos el testimonio
del monarca del imperio más grande del mundo en ese tiempo.
Después de haber destruido la ciudad de Jerusalén en 587 a.C.,
Dios permitió a Nabucodonosor conquistar la ciudad de Tiro en la costa
del Mar Mediterráneo; y también la tierra de Egipto (Ezequiel
29:17-20). Además, él ensanchó y embelleció
la ciudad de Babilonia para hacerla una de las Siete Maravillas del mundo
antiguo. Su contorno medía casi cien kilómetros, y tenía
murallas de 350 pies de alto por 87 pies de ancho, de modo que aun se celebraban
sobre ellas carreras de carros halados por caballo, seis a la par.
Además de muchos templos y palacios, Nabucodonosor había construido
para su esposa los famosos Jardines Colgantes, que consistían de cinco
terrazas, una sobre otra, llenas de hermosas flores y plantas. Eran
una de las maravillas del mundo antiguo. A pesar de toda esta grandeza,
mencionada por Isaías en el capítulo 13:19 como “hermosura
de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos”, tenemos el testimonio
del monarca orgulloso, quien fue humillado hasta que reconoció “que
el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres y lo da a
quien Él quiere” (vs. 32b).
A. UN ÁRBOL CUYA ALTURA ERA GRANDE (Daniel 4:4-18)
El árbol creció alto “hasta el cielo” y
se veía “desde todos los confines de la tierra”. Su fruta alimentaba
a toda la tierra. Las bestias del campo gozaban de su sombra y las
aves del cielo moraban en sus ramas.
Por decreto de los vigilantes celestiales les fue ordenado
derribar el árbol, dejando solamente “la capa de sus raíces”
en la tierra, protegida con atadura de hierro y de bronce, para que después
de siete años reverdeciera.
B. LA INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO DEL ÁRBOL
(Daniel 4:19-27)
Nabucodonosor solicitó a Daniel que le diera la
interpretación del sueño del árbol. Este tenía
mucha pena por tener que decir al monarca, soberano de todo el mundo, que
algo malo le iba a suceder. Daniel quedó atónito casi
una hora, y sus pensamientos lo turbaron. El rey procuraba animar a
Daniel a decirle todo. Daniel le dijo a Nabucodonosor que desearía
que el sueño fuera para sus enemigos, pero Daniel entregó todo
el mensaje que Dios le estaba enviando al rey, indicándole que el
árbol representaba al monarca quien ha querido ser rey de toda la
tierra. Por causa de su orgullo y soberbia, Dios le iba a quitar su
reino y permitiría que los hombres lo sacaran del palacio como loco,
y que él viviría como una bestia del campo durante siete años,
hasta reconocer que Jehová tiene dominio en el reino de los hombres.
Al reconocerlo, Dios le restauraría a Nabucodonosor su juicio sano
y su reino. En el versículo 27, Daniel le aconseja al rey que
se arrepienta de sus pecados para evitar este terrible juicio que le sobrevendría.
Esta fue la última advertencia a Nabucodonosor. Nabucodonosor
no atendió el consejo, sino que siguió con sus perversos planes.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
1. ¿Por qué Daniel tenía mucha pena
decirle la verdad a Nabucodonosor?
2. ¿Por qué Daniel aconsejó a Nabucodonosor
a que se arrepintiera, y por qué no hizo caso?
C. EL CUMPLIMIENTO TRÁGICO (Daniel 4:28-33)
El rey no siguió el consejo de Daniel. Dios
esperó un año, pacientemente extendiendo su misericordia, pero
el rey siguió exhibiendo su sumo orgullo, atribuyendo su alta posición,
sus vastas posesiones y gran gloria a sí mismo. Una voz del
cielo le anunció su condena (vs. 31-32) y ésta se cumplió
en la misma hora. Nabucodonosor fue echado entre las bestias del campo.
Fue enviado a comer hierba con los bueyes; su cuerpo se mojaba con la lluvia,
su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como
la de las aves.
D. LA RESTAURACIÓN DE NABUCODONOSOR Y SU TESTIMONIO
(Daniel 4:1-3; 4:34-37)
El hombre vive como una bestia cuando rechaza a Dios y
Su verdad. Pero, al levantar sus ojos al cielo (v. 34), reconociendo
a Dios como el único soberano, todo cambia. Solamente Dios puede
cambiar el orgulloso corazón del hombre por un corazón que
Lo adora y confía solamente en Él. ¡Qué
glorioso fue el cambio operado en Nabucodonosor! ¡Qué
hermoso testimonio hay en estas últimas palabras que la Biblia registra
de este emperador! Es probable que Nabucodonosor haya alcanzado la
salvación, ya que reconoció a Dios.
CONCLUSIÓN
Cada vez que la tentación del orgullo nos asalte,
debemos recordar esta historia de Nabucodonosor, cuando en vez de dar la
gloria a Dios, él dijo: “¿No es esta la gran Babilonia que
yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria
de mi majestad? Al instante, el dedo de Dios lo derribó convirtiéndolo
en una bestia salvaje, fuera de su razón, hasta que aprendió
a dar la gloria al Dios todopoderoso.
Otro ejemplo para nuestra exhortación lo hallamos
en la historia de Herodes Agripa, Hechos 12:21-23, que dice: “Y un día
señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el
tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: "¡Voz
de un dios, y no de un hombre!" Al momento, un ángel del Señor
lo hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido
de gusanos”.
¡Pidamos a Dios que nos libre del orgullo!