PARA ESTUDIO: Deuteronomio 2 y 3.
LECTURA DEVOCIONAL: Hechos 1:1-8.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Romanos 8:28.
PROPÓSITO
Practicar en cada circunstancia la disciplina de esperar en Dios y someternos a su completa voluntad.
I. INTRODUCCIÓN
Antes de referirse Moisés a las victorias obtenidas sobre Sehón y Og, se refiere a los tratos de los israelitas con aquellos que les estaban vinculando con lazos de sangre, en cuanto al respeto de la propiedad privada por donde pasaban.
Bien podían, entonces, dejar tranquilos a sus hermanos y dejar su posesión intacta y descansar en que:
En cada detalle del recorrido se puede notar la guianza del Señor para con su pueblo. Él tiene el mapa, el instructivo del viaje, según Dt. 2:
Entonces, para triunfar, sólo es cuestión de ajustarnos a su mandato y Él promete que todo nos saldrá bien; Esperemos el momento nuestro. Dice el himnólogo: “Si es para todos ya, quien buscaré hallar, Cristo en la cruz murió y está bendición compró para ti y para todos ya”.
Dt. 2:24. En la fecha de la migración israelita al este del Jordán, todo este territorio hermoso entre el Arnón y el Jaboc, inclusive la parte montañosa de Galaad, había sido tomado por los amorreos, quienes siendo una de las naciones condenadas (7:2, 20:16) fueron completamente exterminadas, y su país cayó por derecho de conquista. Moisés quien entendía que esta condena se refería solamente a las posesiones amorreas al oeste del Jordán, envió mensajeros pacíficos a Sehón pidiendo permiso para pasar, lo cual era una costumbre para preparar el camino. El rechazo a la petición atrajo sobre él y sobre sus súbditos la ruina total (Números 21:23).
El primer paso para la victoria comienza con el llamado a la acción y el ya famoso “pasad el Arroyo”, que alguna significación debe tener (comente). Todo esto apoyado en la promesa de victoria: “Comenzará a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo del cielo” (vs. 25) “En tu mano he entregado a él (Og) y a todo su pueblo” (Dt. 3:2).
La victoria fue total. “Tomamos todas sus ciudades, destruimos todas sus ciudades” (Dt. 2:34) “No hubo ciudad que escapase de nosotros” (Dt. 2:26). Hasta acabar con todos (Dt. 3:3). No quedó ciudad que no tomásemos(Dt. 3:4); Las destruimos (Dt. 3:6).
Estaban haciendo historia, aunque no eran las primeras victorias que Dios le había dado a su pueblo (Éxodo 17:8-13; Números 21:1-3). Este era el principio de la posesión de la tierra. Resaltemos como se le atribuye la victoria a “Jehová nuestro Dios (2:33, 36). Es muy importante también que aprendamos que esto no fue hecho por codicia de sangre, ni por destrucción desenfrenada, sino para evitar que enseñaran a los israelitas “a hacer según todas las abominaciones que ellos habían hecho adorando a sus dioses falsos” (Deuteronomio 20:18).
Nos preocupamos, muchas veces, con los relatos del Antiguo Testamento sobre guerras de exterminación. Pulkiser y Taylor, citando a Hugh J. Blair, nos presentan dos sugerencias:
B. TIERRA (Dt. 3:12-22)
Distribución (Dt. 3:12-17). Se realiza la repartición por tribus y se recuerda a los hombres de las dos tribus y media su obligación de ayudar a las otras tribus a recibir sus heredades (vss. 18-20). En los versículos 21 y 22 Moisés anima a Josué a cobrar ánimo inspirándose en hechos pasados.
Dios ha provisto en el pasado y sigue proveyendo hoy para su pueblo. Sus promesas son fieles, no miente. Solamente esperemos el momento en que Él actuará; mientras tanto deleitémonos en su presencia sin caer en la desesperación. Dice el salmista “deléitate asimismo en Jehová y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4).
Aprender a esperar en Dios no es un don, sino una disciplina cristiana que uno adquiere. Así como el ejercicio o entrenamiento físico vale la pena para condicionar al cuerpo, cada experiencia de esperar vale la pena. Esto es porque nos prepara mejor para el próximo paso en la vida. La mejor preparación para esperar en Dios es conocer su Palabra y saber aplicarla a nuestras vidas. ¡VALE LA PENA ESPERAR!