LECCIÓN No. 6 (regresar
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PUEBLO ESCOGIDO
PARA ESTUDIO: Deuteronomio 7 y 8.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 144.
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: I Pedro 2:9.
PROPÓSITO
Enumerar algunas características que nos identifican como
pueblo escogido de Dios.
INTRODUCCIÓN
Los israelitas eran el pueblo escogido, especial
y santo de Dios, porque Él había depositado en ellos, aunque
no lo merecían, su amor. Dios cumplió la promesa que
hizo a los patriarcas libertándoles de Egipto; y de la misma manera
iba a seguir mostrándoles esa bondad, siempre y cuando ellos respondieran
amándole (Deuteronomio 7:6-11). Él pedía un
amor práctico, que conlleva a cumplir sus mandatos (7:1-5).
Como resultado de ese amor continuo, iban a ser prosperados, protegidos
de las enfermedades y serían distinguidos entre todas las demás
naciones (7:12-15). La idolatría debía ser erradicada
para que no cayeran en la tentación de tomar para sí “cosas
abominables” (7:16-26).
El cristiano no ha recibido el mandato divino que
los israelitas recibieron de Dios al entrar a Canaán de destruir
la idolatría; sin embargo, debemos considerar nuestra participación
en la cultura contemporánea y nuestras asociaciones, dado que puede
afectar esa exclusiva devoción que Dios demanda (Romanos 12:1-2;
II Corintios 6:14-7:1). El pueblo de Dios debe ejercer una influencia
positiva a favor de Dios antes de verse envuelto en el mundo sin Dios,
pues es pueblo escogido es diferente.
A. ERES PUEBLO SANTO (Dt. 7:6-8)
Pueblo apartado para el servicio de Dios y escogido para llevar
a cabo los propósitos importantes de Dios.
1. ESCOGIDOS
-
No por fuerza numérica (hasta la muerte de José eran solamente
un puñado de personas). El Señor no depende de ejércitos
ni de fuerza humana alguna (Zacarías 4:6).
-
Ni por méritos extraordinarios. Porque siempre habían
seguido una conducta indigna y desagradable al Señor.
-
Sino por el pacto hecho con sus antepasados (Deuteronomio 8:18).
2. ESCOGIDOS POR DIOS (Dt. 7:6-8)
-
Para ser santos (vs. 6a).
-
Para ser suyos (vs. 6b).
-
Para ser humildes (vs. 7).
-
Para ser herederos (vs. 8).
Estas son las dimensiones de nuestro privilegio; no
hicimos mérito alguno para merecerlo. Sin embargo, al igual
que Pablo (I Timoteo 1:12) nos tuvo por fieles, habiéndonos escogidos
para ser santos, suyos, humildes y herederos. Nos llamó con
el propósito de “anunciar las virtudes de aquel que nos llamó
de las tinieblas a su luz admirable” (I Pedro 2:9b).
3. TE AMARÁ, TE BENDECIRÁ, TE MULTIPLICARÁ (7:13)
En el pacto que hizo Dios con Israel, prometió
concederles una gran variedad de bendiciones, mientras ellos permanecieran
fieles. Por consiguiente, aquel pueblo era realmente feliz como nación.
La promesa sería cumplida, sólo si ellos permanecían
obedeciendo a su Dios.
Tenían la promesa de una nueva tierra y de
un nuevo ambiente: 1. Fructíferos en hijos. 2.
Fructíferos en ganado. 3. Suficientes frutos de la tierra.
Actualmente, ya quisiéramos estar gozando de ese nuevo ambiente
y de esa nueva tierra. Hoy rodeados de guerra, enfermedades, carestía,
temor, etc., al igual que toda la creación, gemimos esperando la
redención de nuestro cuerpo (Romanos 8:22-23).
B. QUITARÁ DE TI TODA ENFERMEDAD (7:15)
Egipto era conocido por sus condiciones insalubres.
Se le describe como “padre de las peores enfermedades”. Siempre ha
sido terriblemente azotado por enfermedades. Informes de escritores
modernos dicen que a pesar de tener una temperatura uniforme y serena,
ese país padece algunas dolencias muy malignas, como: Oftalmias,
disenterías, viruelas y diversas plagas. Podemos ver que al
igual que en el antaño, Egipto sigue siéndonos manifiesto
como el sitio que debemos evitar, y en ningún momento visitar por
ninguna cosa (Isaías 31:1).
El Salmo 91:9-10, dice “porque has puesto a Jehová,
que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te
sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”. Como consecuencia
de haber sido escogidos, viene el disfrute de ser fructíferos, santos
y victoriosos.
C. CONSUMIRÁS A TODOS (7:16)
Del versículo 16 al 26, trata del poder de
Dios dando victoria a su pueblo. El mismo Dios que arrancó
de las garras de Faraón, arrebatará a Canaán de las
manos de quienes la han contaminado.
La victoria de Dios se promete muy poderosamente,
pero también estratégicamente.
-
Las avispas les ayudarían (vs. 20). Algunos creen que estas
avispas se refieren a las invasiones egipcias debilitando la resistencia
de los cananeos. Sea lo que fuere, se ve manifestado el poder de
Dios.
-
Las fieras serán limitadas (vs. 22).
D. ACUÉRDATE (8:18)
Alguien dijo que recordar es volver a vivir.
Sin embargo, hay cosas que debemos olvidar. El apóstol Pablo
dijo: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás” (Filipenses 3:13).
Ahora bien, ¿cuáles serán esas cosas que el apóstol
dice que se debe olvidar? ¿Olvidará acaso el trato
de Dios para con su alma? Imposible. Tenemos la más
clara evidencia que el apóstol Pablo siempre testificó de
lo que Dios hizo por él. ¿A qué se refiere entonces?
Sin duda se refiere a todas aquellas cosas que no tenían relación
con Cristo, las cuales también debemos olvidar nosotros. Muchas
veces se escuchan testimonios que dan pena y vergüenza; más
bien deberían ser olvidados; incluso, parece que quien los cuenta,
todavía disfruta y se siente orgulloso por las cosas malas que antes
hizo.
Sin embargo, hay cosas que sí, definitivamente,
debemos recordar, especialmente la obra de Dios en nuestra vida.
Eso, por supuesto, no lo debemos olvidar por ningún motivo.
Tampoco debemos olvidar lo siguiente:
-
Que somos pueblo santo. No sólo una idea mental, sino un actuar
como tales.
-
Que somos real sacerdocio. Y por lo tanto, debemos ejercer ese oficio
de interceder por otros.
-
Que somos linaje escogido. Debemos hacer manifiesto esa relación
de selección hecha por Dios.
-
Somos pueblo adquirido por Dios. Debemos valorar el precio que Cristo
pagó por nosotros.
La expresión “acuérdate” es una palabra
clave utilizada por Moisés cuando se dirige a los israelitas.
En este capítulo se utiliza en dos ocasiones (Dt. 8:2 y 18).
Notemos el uso de esa advertencia:
-
“Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová
tu Dios te sacó” (Dt. 5:15).
-
“Acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón
y con todo Egipto” (7:18).
-
“Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová
tu Dios en el desierto” (Dt. 9:7).
-
“Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en
el camino, después que saliste de Egipto” (Dt. 24:9).
-
“Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías
de Egipto” (Dt. 25:17).
Esta palabra se encuentra relacionada con el aviso de
“no olvidarse” que en este capítulo es utilizada tres veces (8:11,
14, 19). Se repite a lo largo de Deuteronomio (4:9, 23, 31; 6:12;
9:7; 24:19; 25:19; 26:13).
La provisión diaria del maná llegó
a convertirse en un hecho corriente. La resistencia de sus ropas
al no desgastarse, vino a ser algo que no revestía importancia (8:4-5).
Los israelitas no debían olvidar que ésta era una provisión
sobrenatural.
Actualmente, la manifestación diaria del sustento,
al parecer, ya perdió significado para muchos. El dar gracias
a Dios por los alimentos no es muy habitual en algunos hogares, y mucho
menos en lugares públicos. Es tan natural que parece limitarse
a un abrir el refrigerador a un acudir al mercado, o extraer el dinero
del monedero. No nos asombramos, y muchos meno pensamos que nada
nos hizo falta esta semana que pasó. Todo es normal, que hasta
parece que Dios no existe. Por ese motivo esta palabra: “ACUÉRDATE”
debe ser clave para nosotros los cristianos.
Los israelitas tampoco debían olvidar las
experiencias humillantes que pasaron y que llegaron a constituirse en la
disciplina de Dios. Es bueno recordar que en cada situación
se les presentó una vía de escape, lo cual sin la ayuda de
Jehová hubiera sido imposible. 1. Fueron esclavos en
Egipto. De allí fueron liberados con poder. 2.
Padecieron hambre; Dios les dio de comer. 3. Sufrieron sed;
el Señor les proveyó agua de la roca.
La historia nos ofrece lecciones importantes.
Recordémoslas y apliquémonos más. En tiempos
de riqueza y de bienestar, los seres humanos tendemos a confiar en nosotros
mismos. Tendemos a volvernos independientes, y muchos hasta se vuelven
arrogantes. Esta actitud la vemos expresada en Dt. 8:17, lo cual
implica olvidar a Dios.
CONCLUSIÓN
A cada persona Dios le otorga la habilidad para
prosperar, ya sea un israelita de los tiempos del Antiguo Testamento, o
un cristiano del Nuevo Testamento. Ninguno debe olvidar que es Dios
el que provee la capacidad para prosperar. Jesús nos enseñó
una hermosa actitud de dependencia diaria, cuando nos instruyó para
que oráramos diciendo: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”.
Como cristianos no podemos darnos el lujo de olvidar a Dios, de la misma
forma que tampoco podía hacerlo el israelita en la vida diaria.
Esta actitud viene a identificarnos que pueblo suyo somos y ovejas de su
parado.
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