El término “discusión” es muy amplio. Frecuentemente se emplea para abarcar la enseñanza por medio de preguntas y respuestas, el uso de la conversación familiar, los intercambios “de mesa redonda”, y los esfuerzos unidos por resolver algún problema. Generalmente en una “discusión dirigida” existe una combinación de varios de estos métodos. Predomina el elemento de la participación. La función del maestro es la de estimular el intercambio de ideas y guiar al grupo hacia una conclusión – la resolución de algún problema o la determinación de algún curso de acción. De su propio caudal de experiencia y de información cada miembro del grupo contribuye al deseado fin.
El Señor Jesús empleó la discusión dirigida en combinación con otros métodos de enseñanza. Por ejemplo:
Una de las mayores dificultades después de comenzar y promover la discusión, es mantenerla dentro de los límites del tema. Algún miembro de la clase podrá interesarse demasiado en un detalle de menor importancia, y puede perderse mucho tiempo hasta conseguir que la clase se encamine otra vez por el curso debido. Estos desvíos hacen muy difícil completar la lección en el tiempo señalado. Otra desventaja es que el alumno conversador pueda monopolizar el tiempo sin darle oportunidad al alumno más retraído, siendo precisamente éste quien más necesita ejercitarse en expresarse.
Hay otros peligros que debemos evitar al usar este método. La discusión debe conducir a algún punto final. El grupo debe progresar mentalmente hacia algún objetivo definido. Pero si se dejan cabos sueltos a cada vuelta de la discusión, se perderá el sentido de progreso que es esencial para todo aprendizaje.
Si el nivel de la discusión es demasiado elemental, puede echar en saco roto los frutos del estudio individual de los miembros de la clase. La discusión puede ser tan superficial que no presente ningún reto al esfuerzo mental. O bien el maestro puede estar tan resulto a hacer que lleguen a una conclusión predeterminada que no permita que haya verdadera libertad en el intercambio de opiniones. Por el otro extremo puede haber tanta libertad que se pierda todo sentido de dirección.
Finalmente, existe el peligro de sustituir la autoridad de la Palabra de Dios por las opiniones del grupo. Es preciso someter la conclusión de toda discusión a una comparación concienzuda con la enseñanza clara de las Sagradas Escrituras.
Pero con todas sus desventajas, este método
de intercambio de ideas, cuando está bien dirigido, sigue siendo
casi ideal entre todos los procedimientos para las clases de adolescentes
y adultos. No solamente fomenta la actividad en la expresión
por parte de los alumnos, sino que les exige que formen sus propios juicios
más bien que aceptar pasivamente, o rechazar sin pensar, los que
le presente el maestro. No es necesario hacer hincapié en
el hecho de que el éxito del intercambio dependerá en gran
parte de la preparación previa que hayan hecho tanto el maestro
como los alumnos.
LA INVESTIGACIÓN
Una de las principales dificultades reside en mantener el interés del resto de la clase mientras uno de los alumnos expone el resultado de sus investigaciones. Por esta razón se recomienda que los informes sean:
CUESTIONARIO - LA DISCUSIÓN DIRIGIDA Y LA INVESTIGACIÓN