Lo que el procedimiento de narrar cuentos es en las clases infantiles, lo es el método de conferencia para los adultos. Permite la presentación de la lección a un número ilimitado de personas y permite al maestro seguir estrictamente el material que ha preparado. Hace posible la presentación de un discurso bien relacionado e ininterrumpido que lleve a una conclusión práctica. Se ahorra tiempo y esfuerzo cuando el maestro tiene oportunidad de presentar su discurso prolongado, ya que no pierde tiempo en tratar de llevar a un alumno a expresarse sobre una u otra cuestión. Mas aun, no hay peligro de que una lección cuidadosamente preparada sea malograda por alguna pregunta inesperada de algún miembro de la clase. Este procedimiento ayuda a un desarrollo lleno, directo y sistemático de la lección.
Todas las ventajas arriba citadas se pierden sin embargo, si la clase no sigue de cerca el discurso del maestro. Es muy posible que esto ocurra. Algunos miembros de la clase podrán asistir de manera completamente pasiva, sin pensar en el tema durante el discurso, ni ocuparse de él después. El crecimiento mental y espiritual, tanto como el físico es resultado de la actividad. Esta actividad puede asegurarse solamente cuando el alumno toma parte o contribuye en algo al desarrollo de la lección.
Aunque la conferencia ha sido duramente criticada en los últimos años, es probable que siga siendo empleada con más frecuencia que ningún otro método de enseñanza en las clases de intermedios, jóvenes y adultos. Indudablemente hay ocasiones cuando constituye el método superior. Pero tales ocasiones no son frecuentes.
El ejemplo del Señor Jesús demuestra la percepción cómo el discurso prolongado puede ser empleado en la enseñanza. Véanse los siguientes casos:
Es probable que la conferencia constituya el método de enseñanza más difícil de emplearse con buen éxito. Es un método engañoso, tanto para el maestro como para sus alumnos. Lo es porque éstos pueden recibir cierta satisfacción pasiva de escuchar verdades que no estén dispuestos a poner en práctica. Y aquél puede creer que los comentarios elogiosos que se hagan de su discurso constituyen la evidencia de haber enseñado. Pero la enseñanza efectiva siempre será aquella que produce una falta de satisfacción que demanda acción y cambio de vida.
El maestro que siempre emplea el método de la conferencia tiene poca oportunidad de aprovechar el estudio que hagan los miembros de su clase. Tampoco descubre cuáles son sus conceptos equivocados, y por consiguiente pocas veces los corrige. Además, falla muchas veces porque no acierta a distinguir entre un verdadero interés y un aburrimiento cortésmente disimulado.
El método de la conferencia hace hincapié en la autoridad del maestro. Nuestra imitación del Señor Jesús en este particular tiene que ser limitada. Con Él la autoridad final se expresaba con un “Yo os digo”. Pero con nosotros la autoridad final se expresa con un “Así dicen las Escrituras”. De manera que cuando hay necesidad de que nuestros alumnos escuchen una voz autorizada, debemos dirigir su atención hacia las declaraciones de la Palabra de Dios.
Tan serias son las limitaciones del método de conferencias, que debe considerarse como el menos preferido y sólo debe ser usado cuando la falta de tiempo y el gran número de alumnos exigen un discurso directo. Solamente los maestros que poseen una personalidad sobresaliente y sean capaces de ganar y mantener la atención de las clases lograrán el éxito con este método.
¿CUÁL MÉTODO ES EL MEJOR? Ningún método, por sí solo, asegura una enseñanza eficaz. La medida del buen éxito o del fracaso de nuestra enseñanza se encuentra en el efecto que ésta haya tenido en nuestros alumnos. La enseñanza ha sido buena cuando ha dado por resultado lo siguiente:
(Estos apuntes fueron tomados del folleto ¿Cuáles
métodos emplearé cuando enseñe? Y del libro
“Guía Pedagógica”, libro V., por Carolina Henderson y Clarence
H. Benson respectivamente).
CUESTIONARIO - LA CONFERENCIA