LECCIÓN No. 13  (regresar al índice)

“LA GLORIA DE JEHOVÁ LLENÓ EL TABERNÁCULO”
(Éxodo 40:34)

PARA ESTUDIO: Éxodo capítulos 36:1-7; 39 y 40.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 6:9-20.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 6:19.

PROPÓSITO

     Mostrar que el Tabernáculo es tipo del cuerpo del cristiano, que es templo del Espíritu Santo; y que este barro frágil puede ser también lleno de la presencia de Dios.

A.  SOBREABUNDANCIA DE LAS OFRENDAS PARA EL TABERNÁCULO (Éxodo 36:1-7)

     La convocatoria al pueblo para ofrendar para el Tabernáculo y sus enseres, es uno de los pasajes que contienen grandes lecciones sobre la mayordomía de nuestros bienes y talentos.

     Dios llamó y utilizó los talentos artísticos: mente creativa y manos hábiles para hacer su Tabernáculo (vs. 1).  La sabiduría en todos sus aspectos y formas proceden de Jehová, y a Él hay que ofrendarla.  Debemos ejercer nuestra voluntad al oír la invitación de Dios a colaborar en Su multifacética obra (vs. 2).

     El pueblo seguía ofrendando cada mañana voluntariamente (vs.3).  De tal manera sobreabundaron los materiales, que los constructores le pidieron a Moisés que se detuviera la ofrenda, pues traían más de lo necesario (vss. 4,5).  Con tal ejemplo, las iglesias de hoy, con más recursos que nunca, deberían dar aun más de lo que se pide.  Moisés pregonó que ya no dieran, y “Así se le impidió al pueblo ofrecer más” (vs. 6).  Había materiales de sobra (vs. 7).


B.  LA CONSTRUCCIÓN DEL TABERNÁCULO (Éxodo 36:8; 39:1-43)

     La lección 9, se basó en Éxodo 25 – 27: instrucciones sobre el Tabernáculo, sus enseres y las vestimentas sacerdotales; y en Éxodo 35-38: ejecución del proyecto.  Sólo lo mencionaremos brevemente.

     Todo se hizo de acuerdo con las instrucciones que Jehová había dado a su siervo (Éxodo 39:42).  Moisés vio la obra “y los bendijo” (Éxodo 39:43).


C.  SE ORDENÓ LA ERECCIÓN DEL TABERNÁCULO Y UNGIRLO (Éxodo 40:1-8)

     Dios mandó erigir el Tabernáculo el día primero del mes de Abib.  En el Lugar Santísimo se pondría el Arca del Pacto, separada del Lugar Santo por el velo. En el Lugar Santo se pondrían la mesa de los panes, el altar del incienso y el candelero, y se encenderían sus lámparas, separados del atrio por la cortina del Tabernáculo.  En el atrio irían el altar del holocausto y el lavatorio con la cortina de la entrada (vss. 3-8).

     Durante el culto, el pueblo rodeaba el Tabernáculo.  Los levitas servían sólo en el atrio.  Los sacerdotes oficiaban hasta dentro del Lugar Santo.  Sólo el Sumo Sacerdote podría entrar en el Lugar Santísimo, una vez al año, y con la sangre de la expiación por el pueblo y por él mismo.  Si era acepto ante Dios, podrían oírse las campanillas en el borde de sus vestiduras, mientras oficiaba.  Si no era acepto y moría, se halaba una cuerda para sacarlo, pues nadie más podía entrar en el Lugar Santísimo.

     El fin de todo esto era enseñar la lección central en Éxodo: la santidad de Jehová, y los diferentes grados de relación que puede tener con Él una persona: fuera del Tabernáculo, dentro del atrio, en el Lugar Santo, y hasta el Lugar Santísimo.  Gracias a Dios que en esta dispensación de la gracia, mediante la expiación de nuestros pecados efectuada por Jesucristo en la cruz, una vez y para siempre, tenemos entrada al mismo trono de la gracia de Dios.

     “La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Hebreos 6:19).

     “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.  Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.  De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:23-26).

     “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de Su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:19-22).

     “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:15-16).

     La Epístola a los Hebreos puede entenderse mejor, si se conocen los simbolismos, figuras, tipos y alegorías en Éxodo y Levítico.

     En los versículos 9-11 se ordena ungir el Tabernáculo, sus enseres y utensilios, con el aceite de la unción, para santificarlo, es decir, consagrarlo exclusivamente para el servicio a Dios.


D.  INVESTIDURA Y UNGIMIENTO DE LOS SACERDOTES (Éxodo 40:12-15)

     Antes de ser consagrados como Sumo Sacerdote y sacerdotes respectivamente, Aarón y sus hijos debían ser ritualmente lavados en la fuente, (vs. 12).  Este acto de limpieza externa, que simbolizaba su pureza interior, debería repetirse siempre que ministraran en el Tabernáculo (vss. 31-32).  Luego se les impondrían sus vestiduras y serían ungidos para instalarlos en sus cargos como intermediarios del pueblo ante Dios (vss. 13-15).  Su sacerdocio sería por todas sus generaciones.

     Cuando en el año 70 d. C. fue destruido el Templo de Jerusalén por los romanos, el culto fue suspendido y la familia sacerdotal dispersado por todo el mundo.  Los judíos conservan aún nombres como Cohen, Kahan, para identificar a sus sacerdotes.  Casi han reconstruido las genealogías sacerdotales, y han reproducido los utensilios sagrados, disponiéndose a reanudar el culto en el templo que planean levantar muy pronto.  Esto indica que el retorno de Cristo está muy cerca, pues, posiblemente el templo se reconstruirá durante gran la Tribulación, tras del rapto.

     “Moisés erigió el Tabernáculo y consagró a los sacerdotes como se le había ordenado.  “Así acabó Moisés la obra” (vss. 16-33).


E.  LA GLORIA DE JEHOVÁ LLENÓ EL TABERNÁCULO (Éxodo 40:34-38)

     La señal de la aprobación divina a todo lo que había hecho, fue que una nube descendió, “y la gloria de Jehová llenó el Tabernáculo” (vs. 34).  C. I. Scofield dice: “El Espíritu es para el ‘templo santo’ o sea, la Iglesia, y para el templo que es el cuerpo del creyente (I Corintios 6:19), lo que la manifestación de la gloria de Jehová era para el tabernáculo y el templo antiguotestamentario”.

     Efesios 2:20-22, compara el cuerpo del creyente con el Templo de Dios: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.

     Aun Moisés, quien había estado ante la presencia de Dios y había hablado cara a cara con Él, no podía entrar ahora en el Tabernáculo, porque “la gloria de Jehová lo llenaba” (Éxodo 40: 35).

     La nube, símbolo de la presencia de Dios, les indicaba cuándo era tiempo de moverse en su peregrinación por el desierto (vss. 36,37).  Si Dios no nos indica proceder en algo, no debemos hacerlo.  Si no tenemos Su aprobación para actuar, no lo hagamos.  Proverbios 3:5,6 aconseja: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.  Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas”.

     Jehová había redimido un pueblo de sacerdotes para Sí.  Un pueblo para revelarse y alcanzar al resto del mundo.  Los había sacado y redimido con brazo fuerte y con grandes maravillas.  Los había organizado e instruido.  Los había soportado y perdonado. Ahora habría de pulirlos más a través de nuevas experiencias, para que le sirvieran mejor y poderlos instalar en la Tierra Prometida, una tierra que fluía leche y miel.  Su redención estaba consumada.


PREGUNTAS PARA CONSIDERAR

1.  ¿Qué enseña el Libro de Éxodo acerca del orden en la Iglesia?

2.  ¿Qué nos enseña en cuanto a la santidad en la vida personal?

3.  ¿Qué aprendemos acerca de buscar la voluntad de Dios?