EL NUEVO PACTO Y LA SANGRE DE CRISTO
PARA ESTUDIO: Hebreos 9.
LECTURA DEVOCIONAL: Hebreos 9.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hebreos 9:14.
PROPÓSITO
Comprender que en el Nuevo Pacto el sacrificio de Cristo es suficiente para quitar nuestros pecados, y ya no necesitamos realizar más ritos.
INTRODUCCIÓN
El punto principal del autor en este capítulo es claro. Los creyentes judíos no continuaron contemplando el pacto mosaico con sus servicios y sacerdocios; por ahora tenían algo mejor en Cristo. Lo que el pacto anterior les ofrecía era el seguir repitiendo lo que Jesús ya había hecho una sola vez y para siempre. La base para el establecimiento del Nuevo Pacto fue la muerte de nuestro Señor Jesucristo.
A. LA FORMA ANTIGUA DEL SERVICIO DIVINO (Hebreos 9:1-10)
El primer pacto tenía algunos elementos que mencionaremos a continuación:1. ORDENANZAS DE CULTO. Se refiere a reglamentaciones que gobernaban cada pequeño detalle y ritos prescritos para cada culto.
2. TENÍA UN BUEN SANTUARIO TERRENAL (9:1-5). Se refiere a un lugar en el sentido visible, material y terreno, adecuado a este orden (Juan 4:20-24). El tabernáculo estaba dividido en tres partes: El atrio, el lugar santo y el lugar santísimo. En el atrio estaba el altar de sacrificio y el lavacro o fuente de bronce. Hebreos 9:1-5 hace referencia básicamente al lugar santo y al lugar santísimo.
a. El lugar santo (9:2). Aquí se encontraba el candelero de oro, la mesa para el pan de la proposición y el altar del incienso.b. Los panes de la proposición estaban divididos en 12, para representar a las tribus de Israel, “reservadas siempre sobre la mesa como memorial perpetuo del pacto de Dios con su pueblo” (Beacon). Se cree también que es tipo de Cristo como el pan del cielo para ser comido por todos los sacerdotes, estos como tipo de los creyentes. En el lado opuesto estaba el candelero, la única fuete de iluminación, puesto que no había ventanas. Esta es una buena representación del corazón justificado: La luz interior, alimentada por el aceite del Espíritu Santo y el pan de Cristo en lo interior, por el cual vivimos (Beacon, 105). El altar del incienso representa las oraciones, que son olor suave a Dios.
B. EL LUGAR SANTÍSIMO (Hebreos 9:3-5)
Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamado el lugar santísimo (vs. 3). Esta división de la estructura total era un apartamento de cuatro metros y medio por lado. Estaba separado del lugar santo por una cortina. El lugar santísimo, en su interior tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto –tablas de la Ley- (vs. 4). El arca representaba el corazón santificado que permanece en la presencia de Dios (10:18-22). En este corazón santificado hay tres bendiciones del Nuevo Pacto: 1) La ley de Dios (8:10; 10:16). 2) El fruto sobrenatural del Espíritu Santo, ahora floreciendo en lo que antes era un palo seco simbolizado por la vara de Aarón que reverdeció. 3) La fuerza permanente, interior del Cristo viviente que habita en nosotros, está representada por la urna del maná (Juan 6:48-51).Sobre la urna estaban los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio (vs. 5). Este era el medio para unir a Dios y el alma, y ponerla (el alma) bajo la sombra de las alas divinas. Así como esta unión depende de la unión perfecta con el propiciatorio, la santidad del alma y la cobertura divina dependen de estar a la vez perfectamente unida y perfectamente subordinada a Cristo. Pero esta comparación no se puede llevar demasiado lejos porque Hebreos no lo hace (Beacon).
C. LAS ORDENANZAS TERRENALES (Hebreos 9:6-10)
El propósito inmediato del escritor es mostrar que el ministerio sacerdotal ordenado para este tabernáculo terrenal en el desierto no satisface todas las necesidades. Era inadecuado. En la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir con los oficios del culto (vs. 6). Este culto era ritualista, externo y de formas. En la segunda parte, entra sólo el sumo sacerdote, una vez al año, llevando la sangre que ofrece por sí mismo y por los pecados del pueblo (vs. 7).El día en que entraba el sumo sacerdote era el 10 del mes séptimo, y los judíos lo llamaban “Yom Kippur”. La manera en que entraba el sumo sacerdote era minuciosamente con tanto cuidado porque estaba lleno de peligros y era un día de terror y no de alegría.
El Espíritu Santo da entender con esto que todavía no se había abierto el camino al lugar santísimo (vs. 8). Por medio de esta lección el Espíritu Santo quiere que entendamos que todo el sistema mosaica levítico era un sistema transitorio, y permanecería entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie (vs. 8). La palabra tabernáculo o tienda se usa figuradamente para todo este tiempo. El misterio del lugar santísimo fue un libro cerrado; se desconocían los detalles por parte del pueblo.
Lo que se practicaba diariamente como anualmente, era un símbolo (vs. 9), es decir, una comparación no para el tiempo presente, sino para el tiempo ahora inminente” (Muller). En Cristo se revelan tanto el significado real como el cumplimiento real.
En este sistema de símbolos o parábolas era propio ofrecer a Dios ofrendas y sacrificios. Pero éstos (los judíos) eran impotentes para hacer lo único que era necesario hacer. No pueden ser perfectos en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto (vs. 9). Con todo esto no se lograba el fin deseado de quitar y de limpiar la conciencia de culpa. El adorador de este sistema seguía careciendo de paz y seguridad. En el sacrificio de animales que ofrecían había una impotencia inherente. La perfección que se obtenía bajo este sistema simbólico consistía sólo en comidas y bebidas, de diversas abluciones (vs. 10). Esto se tenía que hacer de una manera meticulosa, siguiendo las reglamentaciones establecidas, pero como lo descubrió San Pablo, era del todo vacío e insatisfactorio (Filipenses 3:4-6).
¿Cuál sería el propósito de este sistema? Representar, de manea parabólica el mejor sistema que ahora se halla en Jesús. Por eso no se puede decir que el viejo sistema fracasó; este sirvió a su propósito (Gálatas 3:24), y nunca se quiso que hicieran más que eso. Todo el sistema era un conjunto de ordenanzas acerca de carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas (vs. 10). Era como una carga gravosa que es muy contraria a la vida espiritual del Nuevo Pacto, el cual se hace con toda satisfacción personal.
D. LA GRAN DIFERENCIA DEL SERVICIO DE CRISTO (Hebreos 9:11-15)
1. LA GRAN DIFERENCIA DE LA ACCIÓN DE CRISTO (Hebreos 9:11-12)Se marca el gran contraste estando ya presente Cristo (vs. 11). Él es el que hace la gran diferencia como Sumo Sacerdote de los bienes venideros (vs. 11). Su servicio como Sumo Sacerdote es muy diferente tanto como en la localización como en la sangre utilizada para el sacrificio. En cuanto a la localización, su ministerio tiene lugar en un más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos (vs. 11). El santuario con el cual Cristo y los suyos tienen que ver no es material visible, ni local ni destructible. Es más bien de un orden espiritual. Este tabernáculo es más perfecto. En muchos aspectos de los cuales algunos de los más importantes son su permanencia y accesibilidad universal. Todos podemos entrar al lugar santísimo a través de Cristo.
El otro punto de la gran diferencia está en la sangre utilizada. No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre (vs. 12). Se usa el plural para describir a los animales porque esto tenía que hacerse año tras año. Además, del macho cabrío ofrecido por el pueblo, la sangre del cual era rociada delante del propiciatorio. El sumo sacerdote sacaba otro y el de Azazel, macho cabrío emisario. Sobre el animal confesaba el pecado del pueblo, ponía las manos sobre él y lo enviaba como cargado del pecado al desierto, allá, lejos y fuera de la vista. Tanto el macho cabrío sacrificado como el enviado al desierto, ambos eran una misma ofrenda. La muerte de Cristo está simbolizada por el macho cabrío sacrificado. Su resurrección a la vida está simbolizada por el animal enviado al desierto (Comentario Exegético).
2. EL BENEFICIO ES MUY DIFERENTE (Hebreos 9:13-14)
La sangre de aquellos animales, casi sin valor, les permitía algunos beneficios al adorador del Antiguo Testamento: santificación para la purificación de la carne (vs. 13). Esta santificación era sólo para su pureza externa y para su aceptación formal para Dios. Pero, aún así, los buenos resultados no se debían al sacrificio en sí, por que esto sólo era un símbolo, sino al acto penitencial de adoración y obediencia de reconciliación con Dios por medio de los sacrificios. Este es el gran contraste. Si aquella sangre logró eso, por lo menos, “¿cuánto más la sangre de Cristo la cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (vs. 14).
La expresión “cuánto más” mide la distancia cualitativa entre aquella forma de acercarse a Dios con lo que tenemos ahora, mediante la sangre sagrada de Cristo Jesús, la que realizó “mediante el Espíritu eterno, no el Espíritu Santo, sino su propio Espíritu, el Hijo eterno” (Beacon).
“Se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios”. Se dio voluntariamente, sabiendo en todo momento que tenía la libertad de poder rechazar la cruz. El valor verdadero de su sangre está en el mérito ético de su acto voluntario.
La gran bendición que nos ofrece esta sangre santa y preciosa es que es mucho más profunda que una limpieza ritualista, porque esta sangre derramada por Cristo es la que nos provee la vida eterna. “Beber su sangre” es una figura que significa “apropiarse de los efectos salvadores de su muerte expiatorio” (W. E. Vine).
3. EL ALCANCE DE SU MUERTE (Hebreos 9:15)
Para hacer posible esta limpieza más profunda fue que se instituyó un pacto totalmente nuevo. Es la muerte de Cristo la que le da valor a los tipos que señalaban a aquellos sacrificios. Por lo tanto el sacrificio expiatorio de Cristo es la base de la salvación de todos los que son salvos antes de la cruz y después también.
E. LO QUE GARANTIZA LA SANGRE (Hebreos 9:15c-20)
1. LA HERENCIA PROMETIDA (Hebreos 9:15c)Es lo que dice nuestro texto: “Reciban la promesa de la herencia eterna” (vs. 15c). El Nuevo Pacto se relaciona con “una herencia eterna de carácter celestial y espiritual, no era terrenal y nacional como la del Antiguo Pacto de los judíos.
2. LA MUERTE DEL TESTADOR (Hebreos 9:16)
Tener una herencia prometida nos recuerda que la muerte de Cristo era por lo tanto no sólo necesidad sacerdotal, sino también legal. “Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga la muerte del testador (9:16). Aquí el que murió es Cristo. Es identificado como el testador o autor del Nuevo Pacto.
3. LA SANGRE DE LOS RITOS DEL PRIMER PACTO (Hebreos 9:17-21)
“Ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre”. En esto también el Nuevo Pacto debía ser por la sangre porque “sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Esto es el fundamento de la verdadera religión (vs. 22).
4. EL CORAZÓN DE LA VERDADERA RELIGIÓN (Hebreos 9: 22)
La sangre sacrificada es un símbolo de dar la vida en el Antiguo Pacto, pero en el Nuevo Pacto es una realidad. Dios ha sacrificado a su propio Hijo (“El cordero que quita los pecados del mundo” (Juan 1:29).
5. EL BENEFICIO DE MEJORES SACRIFICIOS (Hebreos 9:23-28)
El escritor hace un resumen conmovedor, como el clímax del profundo gozo que produce el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo por nosotros. Solamente aquí usa los contrastes más notables. Contrasta las figuras con las cosas celestiales (vs. 23). Contrasta el santuario hecho de manos con el verdadero (vs. 24). Contrasta la repetición de la expiación cada año con una vez para siempre en la consumación de los siglos (vss. 25-26). Y contrasta el juicio futuro con la salvación venidera (vss. 27-28).
Él es majestuoso Señor que vino a ser Sacerdote y sacrificio y es el centro de esta porción de Hebreos porque procura beneficios eternos. En este resumen, se nos recuerda que en el cumplimiento de su ministerio como Sacerdote, nuestro Señor estaba satisfaciendo una necesidad inherente a toda la humanidad. Él sacrificio de Cristo nos proporciona beneficios incomparables, que son los siguientes:
a. Una representación perfecta (9:24). El sumo sacerdote levítico, sólo era una figura del verdadero, “la contraparte de la realidad” (Moffatt). Aquí Cristo entró en el cielo mismo. Cielo aquí se refiere a un lugar definido, el asiento mismo de la gracia divina. Fue allí donde Cristo nos representó y nos representa ahora.La ofrenda que Cristo presentó fue definitiva por el pecado. No se puede repetir por que es suficiente.b. Una expiación perfecta (9:25-26). El contraste no es sólo entre el cielo y la tierra, la realidad y la sombra. El contraste también es entre lo definitivo del sacrificio único bajo el nuevo orden y lo imperfecto de los muchos sacrificios bajo el Antiguo Pacto. El sacrificio de Cristo no es para ofrecerse muchas veces (vs. 25). Si la acción mediadora de nuestro Señor no fuera más concluyente que la copia levítica, “le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo” (vs. 26). “Pero ahora en la consumación de los siglos, se presentó sólo una vez para siempre”, una vez en la consumación de los tiempos “por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (vs. 26). Todo el propósito de presentarse como hombre con el hombre fue de “quitar el pecado de en medio” (vs. 26).
c. Una salvación perfecta (9:27-28). El peso de este énfasis está en la palabra “una sola vez”. Cristo se presentó una sola vez para hacer expiación y sólo una vez está establecido que el hombre muera, luego viene el juicio (vs. 27).
La próxima acción de Jesucristo será la reunión de aquellos redimidos por su sangre. “Y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado para salvar a los que le esperan (vs. 28). “Aparecerá” (del griego “horao”) es la traducción del futuro “ver”. El pasivo es “ser viso”, revelarse a sí mismo. Con toda seguridad incluye la idea de una aparición visible (Hechos 1:11).
El pecado realmente será quitado sólo de aquellos que sus afectos están puestos en las cosas de arriba y que esperan el retorno de su Señor.