LECTURA PARA PREPARAR LA LECCIÓN: Jueces 10:6 a 12:7.
LECTURA DEVOCIONAL ANTES DE LA INICIAR LA CLASE: II Reyes 17:7-13.
VERSÍCULO PARA RECORDAR: Salmo 103:13.
PROPÓSITO DE LA LECCIÓN
Mostrar una vez más que a lo desechado del mundo escogió Dios para realizar sus propósitos, porque Él puede capacitarlo debidamente.
A. INTRODUCCIÓN (Jueces 10:6-18)
V. 6. Antes del llamamiento de Jefté se registra de nuevo la triste canción: “Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová”. La lista de dioses extraños a los que Israel servía era grande: los baales, las astarot (plural de Asera, la contraparte femenina de Baal), los dioses de Siria, Sidón, Moab, Amón y Filistia.
Vs.7-9. Los opresores que Dios envió esta vez a Israel fueron los filisteos y los amonitas. Filistia es hoy la famosa franja de Gaza y Amón una parte de la actual Jordania. Los filisteos eran un pueblo que llegó de las islas del Mar Mediterráneo, unos treinta años después que Israel entró a Canaán, y habitaron en las ciudades de Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón y Gat. Las tribus afectadas primeramente por los de Amón fueron las del este del Jordán: Galaad y Manasés; luego cruzaron el Jordán y atacaron a Judá, Benjamín y Efraín (ver mapa).
V. 10. Como era ya su costumbre, cuando Israel sufría aflicción clamaba a Dios arrepentido pidiendo liberación. Muchos cristianos, aun con la luz y la enseñanza de estas tristes historias en la Biblia, pueden verse aquí como en un espejo: son mal agradecidos con Dios después de recibir respuesta en tiempos de crisis, no cumplen lo que prometieron hacer, y aún se olvidan de Él para volver al mundo.
Vs. 11-15. Dios les reclamó que cuando fueron oprimidos por los egipcios, amorreos, amonitas, filisteos, sidonios, amalecitas y moabitas, Él los había librado, pero luego lo habían dejado por seguir a dioses ajenos. Por ello dijo: “Yo no os libraré más”. Los mandó que clamaran a los dioses que habían elegido para que éstos los libraran en tiempos de angustia. Los israelitas reconocieron su pecado: “Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día”.
V. 16. Cuando procedieron a quitar los ídolos y se volvieron a Jehová, su arrepentimiento fue genuino, pues Él una vez más mostró su gran paciencia, misericordia y amor: “y Él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel”; se compadeció de sus hijos, como dice Salmos 103:13.
Vs. 17-18. Amón se preparó para la guerra y asimismo lo hizo Israel. Los de Galaad dijeron que quien empezara la batalla contra los amonitas sería su caudillo.
Vs. 4-11. Jefté parece haber ganado algún renombre por su fuerza y valor, pues, al invadirlos los amonitas, los ancianos lo llamaron para que los guiara en la batalla. Jefté les echó en cara que lo habían echado y que ahora lo llamaban porque lo necesitaban. Cuando ellos le reiteraron que sí lo necesitaban, Jefté aceptó capitanearlos a cambio de ser su caudillo al cesar la guerra. Los ancianos aceptaron, él fue su caudillo y les habló invocando a Jehová, el Dios de Israel y Dios del Pacto.
Vs. 14-18. Jefté respondió que Israel no había tomado tierras de Moab y Amón, sino había pedido permiso para cruzar por sus territorios y, al negárselo sus reyes, se había quedado en Cades. Más tarde, al avanzar hacia el norte, evitó entrar en ellas.
Vs. 19-22. Jefté le recordó también, que cuando Israel pidió permiso al rey de los amorreos para pasar por su tierra, éste no sólo se lo negó sino lo atacó. Por ello Dios había entregado a los amorreos en manos de Israel y éste había tomado sus tierras.
Vs. 23-26. ¿Por qué quería Amón tomar lo que Dios le había entregado a Israel? Jefté irónicamente le pregunta si Amón no haría también lo mismo tomando y defendiendo lo que su dios Quemos le diera (si este dios falso pudiera dar algo). Balac, rey de Moab, no había querido atacar a Israel, ¿por qué sí quería hacerlo el rey de Amón ahora? Israel había poseído las tierras de los amorreos por trescientos años ya, ¿por qué no las habían recuperado antes?
V. 27-28. La actitud de Jefté al negociar primeramente con el rey de Amón recordándole la historia, nos da un ejemplo de cómo agotar los recursos legítimos para evitar pelear. Pero, aunque intentó disuadir al rey de Amón, éste no hizo caso.
Vs. 32-33. Jehová entregó a los amonitas en manos de Israel: veinte ciudades fueron tomadas y les causó grandes estragos.
Vs. 34-36. Al regresar Jefté a su casa, salió su única hija a recibirlo con panderos y danzas. Al verla él, se angustió por el voto imprudente que había hecho, pero ella misma lo animó a cumplir su promesa pues había obtenido la victoria.
Vs. 37-40. Este torpe ofrecimiento de un sacrificio humano revela la falta de instrucción en la ley mosaica que prohibía tal práctica. La contaminación de las costumbres hebreas fundamentadas en la Ley, habían sido contaminadas por las costumbres de los cananeos quienes sí practicaban sacrificios humanos.
Algunos opinan que Jefté de veras sacrificó a su hija impulsado por su conciencia a causa del voto que había hecho si obtenía la victoria. Otros creen que él realmente dedicó a su hija a una vida de perpetua virginidad, pues los sacrificios humanos estaban prohibidos al pueblo de Israel, y las mujeres hebreas tenían en muy alta estima el matrimonio y la maternidad. Una explicación más es que él talvez esperaba que uno de sus muchos siervos domésticos saliera a recibirlo y que nunca pensó que lo haría su propia hija. Pero aun así, no podía sacrificar a su siervo.
Se nos aconseja ser prudentes en cuanto a hacer promesas. En Eclesiastés 5:4-6 dice: “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.
No debemos juzgar duramente a Jefté, él era producto de una época de ignorancia y apostasía, a quien Dios capacitó para salvar a su pueblo. Con todo, aparece entre los héroes de la fe en Hebreos 11. Nosotros, con el conocimiento de la Palabra de Dios sí debemos conducirnos con mayor sabiduría.
V. 4-6. A diferencia de Gedeón, quien les había respondido calmadamente, Jefté convocó a los de Galaad, peleó contra Efraín y lo derrotó. Los galaaditas tomaron los vados del río Jordán y, cuando los de Efraín intentaban regresar a su tierra, eran ejecutados inmediatamente. Si tenían dudas acerca de alguien, le preguntaban: “¿Eres efrateo?”, si lo negaba era sometido a una prueba: pronunciar la palabra “shibolet” (que significa elote). Si la persona pronunciaba ‘sibolet’, evidenciaba que era de Efraín, donde lo pronunciaban así, y era ejecutado. 42,000 de la tribu de Efraín murieron en aquella ocasión.
V. 7. Jefté desempeñó el cargo de juez seis años y murió.