LECTURA PARA PREPARAR LA LECCIÓN: Jueces 10:1-5 y 12:8-15.
Deuteronomio 18:9-14.
LECTURA DEVOCIONAL ANTES DE INICIAR LA CLASE: II Re. 17:14-23.
VERSÍCULO PARA RECORDAR: Deut. 6:13
PROPÓSITO DE LA LECCIÓN
Enseñar que temer a otros seres espirituales, en vez de sólo temer a Jehová, el Dios de la Biblia, es ofenderlo a Él.
A. INTRODUCCIÓN
(Después vino la apostasía, la invasión de los amonitas y el surgimiento de Jefté).
Ya que las breves historias de estos cinco jueces nos dejan suficiente tiempo, se incluye aquí una consideración sobre un problema que afecta a los cristianos.
Es una muy difícil tarea convencer a los que así creen, de que un acto físico o material no hará que ocurra después algo bueno o algo malo. Si uno les explica que para que esto suceda debe haber un ser o seres inteligentes que vigilen sus actos, conecten la causa y hagan que ocurra una consecuencia buena o mala, es muy difícil convencerlos. Generalmente puede en ellos más el temor que la lógica, y responden ingenua o tontamente que “no hay que creer, ni dejar de creer”.
Si creen en las diversas supersticiones, eso implica que también creen en que hay un ser o seres que conectan los hechos, por ejemplo: romper un espejo (causa) y tener siete años de mala suerte (consecuencia). Un espejo es un cuerpo material que no piensa ni decide. Por ello, sin darse cuenta, los supersticiosos están creyendo que algo o alguien conecta las dos cosas. Ese ser, por supuesto, no es el Dios de la Biblia, ni sus santos ángeles que cumplen sólo lo que es Su voluntad. Jehová, el único Dios del Universo, no trata a sus criaturas en esa forma; Él no está pendiente de todos esos actos que la gente teme hacer porque pueden traerles malas consecuencias.
El Dios de la Biblia ha revelado toda Su voluntad y Su plan de salvación para nosotros en Su Santa Palabra, las Sagradas Escrituras. Si aceptamos a su Hijo Jesucristo como nuestro Salvador personal y único Señor de nuestras vidas, y nos mantenemos en comunión con Él y en Su voluntad, viviremos siempre bajo su gracia y protección, gozando de todas sus promesas para nosotros y, al morir, iremos al cielo para vivir con Él eternamente.
Ahora, si rechazamos a Jesucristo, ignorando las leyes de Su Santa Palabra y haciendo sólo lo que nuestra propia voluntad nos aconseja, tendremos serios problemas. Entonces sí estamos expuestos a que otras entidades espirituales: Satanás y sus huestes de ángeles caídos puedan afectar nuestras vidas y, finalmente, terminaremos con ellos en el infierno para sufrir el castigo eterno.
¿Por qué muchos cristianos viven como si no estuvieran totalmente en las manos de Dios? Rom. 8:31 dice: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Y más adelante en vs. 35, 38 y 39: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”. “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Esta es la carta de seguridad del Cristiano.
Si siendo cristianos desobedecemos a Dios, Él nos reprende primero en nuestro corazón por medio de Su Espíritu Santo, aplicando Su Palabra para guiarnos al arrepentimiento y de nuevo a la comunión con Él. Si no nos arrepentimos, nos habla cada vez más fuerte, de acuerdo con nuestra necedad, hasta que entendamos. A veces Él usa contratiempos, accidentes, enfermedades y hasta peligro de muerte para hacernos volver si nos extraviamos.
(A veces no hemos pecado y nuestro corazón está en paz con Dios, pero Él en su soberanía nos manda pruebas para que testifiquemos de nuestra fe y paciencia ante el mundo, o para que aprendamos nuevas lecciones espirituales y nos acerquemos más a Él. Cuando Dios ya ha cumplido su propósito en nosotros, nos restaura a sus bendiciones. Pero es Él quien tiene siempre el control de todo en tiempos de bendición y de aflicción).
El cristiano que vive en temor de males por parte de los brujos, de los demonios, o de otras fuentes que él ni siquiera puede identificar, no ha entendido lo que es el Evangelio de Cristo, ni conoce las Sagradas Escrituras. Temerlos es reconocer que tienen poder para tocarnos y al hacer cosas para evitarlo, equivale a honrarlos.
Rom. 8:15-16 dice: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Gál. 4:6 lo ratifica: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
¡Cuidado con esas prácticas que pretenden sacar demonios de los creyentes! Un creyente en Cristo tiene al Espíritu de Dios morando en él y no puede ser habitado a la vez por un demonio. En Juan 14:16-17 Jesús promete: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”.
Quienes practican todo esto son guiados o poseídos por los demonios y a los cristianos les está prohibido consultarlos.
Los cristianos debemos aprender a confiar todos los aspectos de nuestra vida a Dios nuestro Creador y Salvador. Cualquier desvío de esto será castigado duramente. Recordemos la advertencia de Dios a Israel: “por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios”,
Deut. 18:12-13. Los cristianos debemos abstenernos también de preservar y transmitir leyendas sobre seres que no son más que manifestaciones de Satanás y sus ángeles: duendes, sirenas, fantasmas, la siguanaba, apariciones, ovnis y seres extraterrestres, seres mitológicos, celebración del Halloween, etc. No deben excusarse diciendo que son tradiciones de la gente, parte de la cultura o divertidos.
Todo lo que no proviene de Dios y de sus santos ángeles, de mal procede. ¡Cuidado!