LECTURA PARA PREPARAR LA LECCIÓN: Jueces caps. 18 y 19.
LECTURA DEVOCIONAL ANTES DE INICIAR LA CLASE: Salmos 115:1-11.
VERSÍCULO PARA RECORDAR: Salmos 115:11.
PROPÓSITO DE LA LECCIÓN
Describir el grado de olvido de la Ley e idolatría en que había incurrido Israel en tiempos de los jueces.
A. INTRODUCCIÓN
Al desaparecer el dinero, ella dijo que había dedicado la plata a Dios para hacer una imagen tallada a nombre de su hijo, esperando que así le fuera devuelto todo y para realzar más el pecado del robo, ya que el dinero dedicado a Dios no podía desviarse para otro fin. Sin embargo, cuando Micaía le devolvió el dinero, ella sólo tomó doscientos ciclos -un quinto- y lo dio a un fundidor para que hiciera una imagen. Posiblemente se trataba de una imagen de madera recubierta con plata, la cual fue puesta en casa de Micaía.
Hacer imágenes estaba prohibido por la Ley (Ex. 20:3, 24; Deut. 4:16). La fe de Israel excluía toda imagen.
Vs. 5-6. Tuvo así Micaía un templo de dioses. Hizo un efod y terafines (dioses domésticos) los cuales estaban asociados con la adivinación.
La desviación final de Micaía fue la consagración de su propio hijo como sacerdote. Antes de establecerse el sacerdocio levítico, en el cual toda la tribu de Leví fue separada para ministrar a Israel, los primogénitos desempeñaban funciones sacerdotales. Talvez se había descuidado la disposición de la Ley de que los levitas estuvieran distribuidos entre todo Israel, o había una total ignorancia de ella, pues entonces “Cada uno hacía lo que bien le parecía”.
V. 7. Aquí aparece en escena un levita procedente de Belén de Judá. A los levitas se les había concedido vivir en 48 ciudades para su uso personal, Núm. 35:1-3.
Vs. 8-11. Este levita había salido de Belén para ir adonde pudiera hallar ocupación y suficiente sustento. Así llegó a Efraín, a casa de Micaía ante quien se identificó. Micaía lo invitó a quedarse allí, diciéndole que sería como su padre y sacerdote (en su labor religiosa), y como un hijo (al darle lo necesario), pues le ofreció salario, hospedaje, ropa y comida.
V. 13. Ahora se sentía más satisfecho por tener un verdadero levita como sacerdote.
Vs. 5-7. Los exploradores pidieron al sacerdote preguntar a Dios si prosperarían en su viaje. El levita les dijo que prosiguieran en él, pues Dios estaría por ellos. Así continuaron su viaje y llegaron hasta Lais, en el norte de Israel. Vieron que el pueblo habitaba seguro, ocioso, confiado, aislado y tranquilo.
Vs. 8-10. Al volver a sus hermanos, les informaron y les aconsejaron subir y poseer a Lais. Dijeron que Dios les había entregado una tierra con buena provisión de todo lo necesario para vivir.
Vs. 15-20. Al llegar los cinco exploradores se robaron los ídolos y el efod, mientras los seiscientos hombres armados montaban guardia. Al preguntar el sacerdote qué hacían, le mandaron que se callara y que se fuera él también con ellos para servirles, pues era mejor ser sacerdote de una tribu, que ser sacerdote de una sola familia. Con tal oferta el levita se alegró y se marchó con ellos.
Vs. 21-26. Mientras los de Dan proseguían su camino, los vecinos de Micaía se juntaron y fueron tras aquéllos gritándoles. Cuando los de Dan preguntaron a Micaía qué pasaba, éste respondió: “Tomasteis mis dioses que yo hice”. Los emigrantes lo amenazaron diciéndole que no insistiera, pues los más impulsivos podrían matarlo a él y a su familia, por lo cual Micaía tuvo miedo y regresó humillado a su casa.
Vs. 27-29. Los de Dan tomaron Lais, mataron a sus habitantes y quemaron la ciudad. Luego la reedificaron, le dieron el nuevo nombre de Dan y la habitaron. En el futuro, para referirse a todo el territorio de Israel, de norte a sur, se diría: “desde Dan hasta Beerseba”, Jue. 20:1.
V. 30. En Dan se levantó formalmente un templo para el ídolo de Micaía, y Jonatán descendiente de Gersón, hijo de Moisés, y sus hijos, fueron sacerdotes en él. Esta desviación duró varios siglos, hasta el día en que Dios trajo a los asirios para llevar cautivo a Israel por su idolatría (721 a. C.).
V. 31. La historia termina recordando que todo aquello había comenzado en la casa de Micaía muy cerca de Silo donde estaba el Tabernáculo establecido por Dios.