LECTURA PARA PREPARAR LA LECCIÓN: Rut caps. 1-4.
LECTURA DEVOCIONAL ANTES DE INICIAR LA LECCIÓN: Salmos
116:1-11.
VERSÍCULO PARA RECORDAR: Rut 1:16.
PROPÓSITO DE LA LECCIÓN
Mostrar cómo Dios torna las situaciones negativas en bendición para sus hijos”; y cómo el testimonio y el amor de una suegra puede ganar a su nuera para Dios.
A. INTRODUCCIÓN
2. Época. Rut 1:1 dice que esta historia ocurrió “en los días que gobernaban los jueces” en Israel, posiblemente en tiempos de Gedeón, durante un período de unos diez años.
3. Propósito del libro. En Rut 4:17-22 vemos que su fin es trazar la genealogía de David, cuya dinastía, establecida por Dios, sería perpetuada para siempre en su descendiente nuestro Señor Jesucristo. Además, muestra cómo una mujer gentil se convirtió en uno de los antepasados de nuestro Señor.
El Libro de Rut se leía generalmente durante la semana o fiesta de la cosecha, conocida tiempo después como la fiesta de Pentecostés, porque el escenario de la mayor parte de la historia es durante la cosecha de la cebada.
El libro de Rut tiene varias lecciones valiosas, entre otras:
Vs. 3-5. Frank Boyd, en su libro “Estudios sobre el Antiguo Testamento”, cita esta opinión: “Si lo que él –Elimelec- hizo era correcto, todo Belén debía haber hecho lo mismo. Pero este hombre trata, en sus propias fuerzas y separándose en forma egoísta de sus compatriotas, de cambiar los designios de la divina providencia. El hambre había sido ordenada como un castigo disciplinario; pero en vez de arrepentirse, él busca evadirlo marchándose a una tierra extraña”. Boyd cree que los resultados trágicos de aquella decisión errónea fue que los hijos desobedecieron la Ley al casarse con mujeres gentiles, Rut 4 y Deut. 7:1-3; y que los tres varones murieran dejando a tres viudas sin descendencia. Al decidir Noemí volver sola a Belén, dijo: “la mano de Jehová ha salido contra mí”.
No podemos juzgar si la decisión de Elimelec fue incorrecta del todo. Si lo fue, la gracia y la divina providencia intervinieron para remediar la situación de Noemí. Todo se resolvió felizmente cuando Dios honró la sabia decisión de Rut la moabita.
Vs. 6-7. Cuando Noemí decidió regresar, porque Dios ya había visitado a su pueblo y el hambre ya había pasado, sus nueras decidieron acompañarla. ¿Qué habían visto estas moabitas en la actitud de Noemí que determinaron dejar su tierra para irse con ella hasta Belén?
Vs. 8-10. Se ve un mutuo afecto al agradecerles Noemí su misericordia: “como la habéis hecho con los muertos y conmigo”. Hay aquí una lección de positivas relaciones suegra-nuera que debieran practicarse en toda familia cristiana. Son ya tradicionales los conflictos entre suegras y nueras, que parece difícil que existan relaciones armoniosas entre ellas. Ojalá el Libro de Rut sirva de inspiración para mejorar esta delicada área de las relaciones humanas en la que muchas familias se ven afectadas. Los cristianos debemos ser diferentes.
Vs. 11-18 Noemí trató de persuadir a sus nueras para que regresaran. Logró convencer a Orfa. Pero cuando le dijo a Rut que Orfa ya se había vuelto “a su pueblo y a sus dioses”, Rut expresó su decisión y una respuesta que se ha vuelto clásica: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque adondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras dos”.
Se ilustra aquí la trascendencia de una elección. Las decisiones son importantes porque pueden afectar las vidas y el futuro de otros y, algunas veces, de muchos otros. Por medio de una determinación como la de Rut, la providencia de Dios puede tornar los errores y fracasos humanos en historias con un final feliz.
Vs. 19-22. Al llegar a Belén, Noemí reiteró la convicción de que su tragedia había sido un castigo. Pidió que en vez de Noemí la llamaran Mara, que significa “amarga”.
Vs. 1-3. Fue a recoger de las espigas que dejaban los segadores de cebada. Dios guió providencialmente a Rut hasta el campo en que había de espigar, el cual pertenecía a Booz, “un hombre rico de la familia de Elimelec”. Otra versión dice: “un poderoso hombre de riqueza”. Boyd dice que una mejor traducción es: “héroe valiente”.
Vs. 4-7. Al llegar Booz a supervisar su campo, su mayordomo le informó quién era Rut, cómo les rogó dejarla espigar y cómo había trabajado todo el día sin descanso.
Vs. 8-9. Booz dijo personalmente a Rut que ya no fuera a otro campo a espigar; que se hiciera acompañar de su criadas; que había dado orden para que no fuera molestada; y que podría tomar del agua de sus siervos.
Vs. 10-12. Al preguntar ella la razón para tantas bondades, él respondió que sabía ya de todo su servicio a Noemí, y que por acompañarla había dejado a sus padres y su tierra. Le dijo: “Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte”.
Antes de revelarse la universalidad del Evangelio de Jesucristo, todos los que se acogieron al amparo del Dios de Israel y lo aceptaron, llegaron a formar parte de este pueblo. Rut la moabita fue uno de ellos.
Vs. 13-17. Rut expresó su humildad al decir a Booz: “no soy ni como una de tus siervas”. Los favores de Booz para ella continuaron: la invitó a comer y aun ordenó que le permitieran tomar de las gavillas sin ningún estorbo.
V. 17. En la narración vemos que Rut era una mujer trabajadora y diligente: “Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada” (lo que puede caber en unos diez galones). El mayordomo ya había dicho, v. 7: “está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni un por un momento”.