LECCIÓN No. 5  (regresar al índice)

LOS SACRIFICIOS
(Segunda Parte)

PARA ESTUDIO: Citas notadas en el comentario.
LECTURA DEVOCIONAL: Isaías 53.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hebreos 9:14.

A.  EL SACRIFICIO DE PAZ (Levítico 3:1-17; 7:11-38)

     Este sacrificio era el más ofrecido mientras vivían en el desierto, porque tenían que presentar así todos los animales que mataban para comida de entre sus ganados, cabras u ovejas.  La idea principal de este sacrificio es la comunión.  Representa la comunión con Dios.  El altar era la mesa de Dios (Ezequiel 44:16; 41:22; Malaquías 1:7, 12).  Se ve la idea de una mesa de comunión en varias porciones de las Escrituras: Éxodo 18:12; 24:9-11; Levítico 23 (las fiestas); Deuteronomio 12:17, 18; 14:22-26, 28, 29; la última cena de Jesús con sus discípulos y la cena de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:9).

     Era un sacrificio con sangre, pero solamente el sebo y unas partes interiores de los animales eran quemados sobre el altar.  Estas eran las partes que pertenecían a Dios.  Siempre el sebo tenía que ser quemado; nunca se permitía a los israelitas comerlo.  Kinlaw (Beacon, vol. 1, p. 333) dice que el sebo representa lo más rico y lo mejor porque son las riquezas guardadas en el animal en caso de necesidad.

     Lo demás del animal sacrificado fue comido.  El sacerdote que oficiaba tenía la espaldilla derecha, los otros sacerdotes, el pecho; y el que ofrecía el animal en sacrificio, podía comer lo demás con su familia y amigos.  Tenían que comerlo en ese día y el siguiente (el mismo día si era por acción de gracias; el mismo y el siguiente si era por voto); lo que quedaba para el tercer día debía ser quemado.  Esto, por lo menos, sería una provisión de higiene, porque en tierras cálidas la carne se arruina al guardarla por mucho tiempo (en este caso, tres días).

     Desde la antigüedad los hombres han tenido el concepto de comunión por medio de una comida, juntos.  Aquí Dios tiene su parte en el sacrificio; los sacerdotes también tenían sus partes, y el que ofrecía también tenía su parte.  Esto indica la comunión y alegría de todos los participantes.  Indica compañerismo con Dios.  En esta ofrenda, Dios y el hombre son reconciliados y se reúnen en comunión.  Como este era sacrificio con sangre, muestra que la comunión con Dios es imposible aparte de la remisión de pecado por medio de la sangre de Cristo.  Este sacrificio implica la salvación ya recibida (Kinlaw, p. 333).

     En los sacrificios de paz, hay algunos de los aspectos del holocausto (Levítico 3:3-5) y unos aspectos de las oblaciones (Levítico 7:12-14).  Esto era cuando era ofrenda de acción de gracias.  En esta ofrenda algunas de las tortas, eran tortas de pan leudo (Levítico 7:13), reconociendo que nuestra alabanza humana es imperfecta y afectada por el pecado (Sacrificial System in the O. T., p. 101).

     En el holocausto tenemos a Cristo como hombre exhibiendo su plena devoción a Dios.  En las oblaciones tenemos a Cristo como hombre exhibiendo su plena devoción al hombre.  La ofrenda de paz es central.  Se ve entre el holocausto y las oblaciones a un lado, y el sacrificio por el pecado y el sacrificio por la culpa al otro lado.  En el holocausto y la oblación, vemos a Dios en Cristo acercándose al hombre; en el sacrificio por el pecado y el sacrificio por la culpa, vemos al hombre en Cristo acercándose a Dios.  En la ofrenda de paz, tenemos el punto de unión entre los dos lados; y el resultado es la comunión.

     En los capítulos 1-5 queda el sacrificio de paz en el lugar central.  En la condensación de los capítulos 6-7 queda en el último lugar.  En el primer grupo significa que está entre el acercamiento de Dios al hombre y el acercamiento del hombre a Dios.  En la segunda descripción simboliza que éste es el fin o meta de todos los sacrificios: la consumación, por decirlo así, la renovación de perfecta comunión con Dios.


B.  EL SACRIFICIO POR EL PECADO (Levítico 4:1-5:1-13;  6:24-30)

     Los primeros tres sacrificios descritos (holocausto, oblación, y paz) son voluntarios.  Son sacrificios de olor grato.  En contraste con ellos se estipulan las razones y ocasiones en que se sacrifican el sacrificio de pecado y de la culpa.  Son obligatorios y conforme a las responsabilidades y el oficio del que ofrece el sacrificio (Kinlaw, Beacon, p. 335).

     En este sacrificio vemos al hombre como pecador acercándose a Dios, al hombre en Cristo acercándose a Dios.  El mensaje de este sacrificio es el de expiación del pecado.  Enseña que solamente con sangre, con una vida derramada, puede ser expiado el pecado.  Solamente ciertos pecados podían ser expiados por este sacrificio; eran los pecados hechos por yerro.  Estos pecados son pecados de ignorancia.  Dios le revela el pecado al individuo, y la persona llega a ser, pues, culpable (Levítico 5:4, 5).  Ignorancia significa actitud, que resulta de las debilidades humanas.  Los pecados de “mano altiva” indican una actitud de desafío u obstinación.  Los que cometían pecados groseros y con “mano altiva” tenían que sufrir la pena sin ninguna esperanza (Hebreos 10:28).  Pero ahora hay un sacrificio mejor, el de Cristo, que es suficiente para la expiación de todo pecado.  Este sacrificio no es solamente por lo que ha hecho el pecador, sino que también por lo que es.

     Había tres tipos de sacrificios según la persona que había pecado.  Se requería más de las personas de alto rango.  Los tres rangos notados son:  1) Un sacerdote o todo el pueblo.  2) Un príncipe.  3) Cualquier persona ordinaria del pueblo.  La variación de los requisitos no indica que el pecado es menos grave en una persona ordinaria; indica, más bien, que la responsabilidad es mayor y las consecuencias son peores cuando un sacerdote o un príncipe peca, que cuando el pecado es cometido por cualquiera persona.  La culpa se mide por la responsabilidad, y la responsabilidad, por el privilegio.  Los diferentes sacrificios indican diferentes niveles de responsabilidad y de  culpa.

     PARA EL SACERDOTE O TODO EL PUEBLO:  Se requería un becerro.  La sangre era rociada delante del velo del tabernáculo y puesto sobre los cuernos del altar de incienso.  El sebo y las partes interiores tenían que ser quemados en el altar de sacrificio.  Lo demás de la sangre debía ser echada al pie del altar de sacrificio.  Lo demás del cuerpo del becerro tenía que ser quemado fuera del campamento en un lugar limpio.

     PARA UN PRÍNCIPE:  Se requería un macho cabrío en sacrificio.  La sangre era puesta sobre los cuernos del altar de sacrificio y echada al pie de este altar.  Lo demás del cuerpo (excepto el sebo y las partes interiores que siempre se quemaban) era para que lo comieran los sacerdotes; era cosa muy sagrada.

     PARA CUALQUIERA PERSONA:  Se exigía una hembra de las cabras o corderas en sacrificio.  La sangre y cuerpo del animal se hacía así como con el sacrificio de un príncipe.

     En todo caso el que había ofendido tenía que confesar sus pecados sobre la cabeza del animal para ser sacrificado.  En el caso de un pecado por todo el pueblo, los ancianos del pueblo así confesaban el pecado.  Eso indicaba el traslado de la culpa al animal que estaba para morir.

     Unos ejemplos de los pecados que podían ser expiados por este sacrificio se hallan en 5:1-13:  (1) debilidad moral [rehusar hablar];  (2) impureza accidental –ceremonial;  (3) impureza ceremonial –sólo eran culpables cuando se daban cuenta del error;  (4) el hombre como víctima de lo que él es [habla precipitadamente]  (Wright, Sacrificial System of the O. T., p. 110).  En caso de pobreza, el delincuente o pecador podía traer dos tórtolas, y si era pobre en extremo, podía traer una ofrenda de harina (Levítico 5:7, 11).

     Claramente este sacrificio representa a Cristo como el verdadero sacrificio por el pecado.  Para aprovecharlo, hay que confesar el pecado, de la misma manera que los israelitas confesaban sus pecados sobre el animal en aquella época.


C. EL SACRIFICIO POR LA CULPA (Levítico 5:14-6:1-7; 7:1-10)

     Este sacrificio era para expiar cierta clase de pecado, el pecado que el individuo cometía por faltar en los derechos de propiedad de Dios o de otras personas.  El sacrificio por el pecado era por pecados de ignorancia y debilidad; el sacrificio por la culpa era por pecados cometidos a propósito; no eran pecados de ignorancia.  Este sacrificio simbolizaba la restitución o satisfacción.  En todo caso el sacrificio requerido era un carnero, y se sacrificaba según el rito del sacrificio por el pecado ya indicado.

     La ofensa contra Dios tenía que ver con las cosas santificadas a Jehová, es decir, las ofrendas prometidas o los diezmos que se le debían a Él.  Si alguno no cumplía con lo requerido o lo que había prometido, había robado a Dios y tenía que ofrecer un sacrificio por ese pecado y restituir lo que había faltado.  Tenía que pagar, además, la penalidad de la quinta parte o doble el diezmo.

     Cuando un individuo había ofendido a otra persona en cuanto a su propiedad o sus derechos de propiedad, o había hecho daño a su prójimo en cualquier cosa, tenía que restituir primero lo robado y reparar el daño, añadiendo la quinta parte.  Entonces tenía que presentar el sacrificio en expiación de ese pecado (Véase Mateo 5:23, 24).  De eso aprendemos la necesidad de la restitución.  Dios perdona los pecados, pero hasta donde sea posible, hay que restituir lo dañado o robado.  Una ofensa contra otra persona es un pecado contra Dios también, y hay que arreglar con la persona y pedir el perdón de Dios.  En la restitución al prójimo, Dios se considera partícipe o uno de los dañados, porque Dios se identifica con su pueblo, de tal manera que hacer daño a uno de los hijos de Dios es dañarlo a Él también.  El hombre recibe la porción que pertenece a Dios.  Así es que el hombre se enriquece por lo que recibe de Dios.  Esto es gracia (Wright, Sacrificial System, p. 118).


D.  OTRAS REGLAS CONCERNIENTES A LOS SACRIFICIOS Y OFRENDAS (Levítico 17)

     En los capítulos 1-16 de Levítico se ven las reglas ceremoniales, o sea, la ley ritual.  En los capítulos 18 al 27 se ven las reglas que tienen que ver con la vida diaria del pueblo.  Esta  vida debía ser santa para agradar a un Dios santo.  Allí vemos varias leyes básicas para la vida de santidad que Dios quiere.  Algunos eruditos creen que la sección de las leyes morales comienza con el capítulo 17.  Sin embargo, este autor cree que el capítulo 17 sirve de transición entre las leyes ceremoniales y las leyes éticas.  El capítulo 17 continúa hablando acerca de los sacrificios.  Las razones para las prohibiciones que se ven aquí tienen algo que ver con la ética.  Estos mandamientos eran para prevenir a los israelitas acerca de las prácticas de algunas naciones idólatras, y enseñarles la reverencia debida hacia la sangre por la cual eran expiados sus pecados.

     Primero, vemos el mandamiento donde se les pide que tenían que traer todo animal limpio, que querían matar para comer, a la puerta del tabernáculo.  Debían ofrecerlo en ofrenda de paz, derramar su sangre al pie del altar y darle a los sacerdotes sus partes.  En el versículo 5 dice que esto era para que a Dios sacrificaran todos sus sacrificios.  Esto era para evitar que los israelitas no cayeran en las prácticas antiguas del Medio Oriente, donde las personas sacrificaban a los demonios en el campo.  Se creía que el mundo estaba lleno de demonios y que tenían que apaciguarlos con sacrificios.  Dios quería que entendieran que sólo había un Dios y que eran responsables sólo a Él.  Dios mandó a los israelitas que todo animal que mataran tenía que ser sacrificado ante Él.  Todos los sacrificios hechos tenían que ser en la puerta del tabernáculo.  Tenían que ser sacrificados para Jehová; así lo tenían que hacer los naturales y los extranjeros.  Cualquiera que no hiciera así como Dios lo había mandado, tenía que ser cortado del pueblo.

     (Nota:  De paso aquí y en otros pasajes [por ejemplo en Números 15:13-16] vemos que se permitía la participación de los extranjeros en los cultos de los israelitas.  Esto muestra que Dios tenía interés en la salvación de todas las gentes, y no solamente en la salvación de Israel).  Cuando llegaron a la tierra prometida donde sería bastante difícil llevar a cabo esto, Dios modificó esta ley (Deuteronomio 12:15, 16, 20-24).

     En segundo lugar, vemos una sección mostrando la reverencia debida a la sangre y la prohibición sumamente estricta de comerla.  El motivo se halla en el versículo 11.  La vida está en la sangre; ellos tenían que respetar la vida absteniéndose a comer sangre.  También la sangre les fue dada para ser presentada en el altar para expiación por sus almas, y ellos tenían que respetarla y no usarla para comida.  Aquí encontramos el por qué de tanta sangre derramada; significaba vida derramada, una vida dada en expiación por el pecado.  Así es que cuando hablamos de la sangre de Cristo, queremos decir su vida dada en expiación por nosotros para que nuestros pecados fueran perdonados y nuestros corazones limpiados de todo pecado.

     Todas las ofrendas y sacrificios tenían que ser sin mancha y sin defecto (con la salvedad de las ofrendas voluntarias) (Levítico 22:23).  Dios requiere lo mejor.


CONCLUSIÓN:

     De nuevo, en esta lección, tal como en la anterior, vemos en Cristo el antitipo (cumplimiento) de todos los sacrificios y ofrendas.  Él fue el sacrificio por excelencia, el sacrificio sin mancha y sin defecto.  Su sacrificio fue ofrecido una vez para siempre.  No hay necesidad de repetirlo.  En estos capítulos, también, vemos nuestra responsabilidad espiritual y nuestros privilegios en Cristo.