PARA ESTUDIO: Éxodo 3:1-18; 4:1-17.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 67.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Éxodo 3:14.
PROPÓSITO
Comprender que en todo tiempo, Dios ha llamado a hombres y mujeres para que le sirvan.
INTRODUCCIÓN
La experiencia de Moisés nos ayuda a entender lo que significa tener vocación para la misión. Nos ayuda a considerar cuál es el costo de esa vocación y cómo se responde a ella.
A. Dios obra primero antes de llamar. Siempre que Dios nos invita es porque Él ya está obrando. Cuando Dios se le presentó a Moisés, ya había descendido para librar a su Pueblo.
B. Dios se acercó a Moisés primero para establecer la relación con él. Mientras pastoreaba las ovejas de Jetro, Moisés llegó a Horeb “Monte e Dios”. Allí tuvo la visión de un arbusto que ardía sin quemarse (Éxodo 3:2). Cuando Moisés se acercó para ver qué podía ser. Dios se dirigió a él y se le presentó como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Moisés reconoció de inmediato que era Dios quien le hablaba, y se cubrió su rostro porque tuvo miedo de ver a Dios (vs. 6b). No podemos ve lo que Dios está haciendo a menos que tengamos una relación íntima con Él. Cuando Moisés entendió que era Dios que se le había presentado, Dios le dijo: “Quita el calzado de tus pies porque estás en tierra santa”. Una buena relación nos acerca a Dios.
C. Dios le dio a conocer lo que Él estaba haciendo. Después de describir la situación dolorosa en la que se encontraba el pueblo de Israel en Egipto, Dios le manifestó a Moisés su plan de liberarlos (vs. 7-9).
D. Moisés es llamado. Dios le dijo a Moisés: “Ve por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel (vs. 10). Lo estaba llamando a participar en lo que Él ya estaba haciendo (Éxodo 2:23-25). ¿Por qué la iglesia hoy no se une al Señor en la tarea que Él ya comenzó, de predicar el evangelio al mundo perdido? Posiblemente porque no hay buena relación con el Dios eterno.
E. Crisis de fe. Cuando Dios se acerca a nosotros y nos muestra lo que está haciendo, automáticamente nos llama. Entonces entramos en una crisis de fe, una crisis de obediencia como la que vemos reflejada en Éxodo 3:11-12. Moisés comenzó a excusarse. No quería ir a Egipto tal como Dios le mandaba. En aquel momento Moisés manifestó varios problemas: a) Vio su incapacidad. b) No entendía el significado de ir a Egipto a liberar al pueblo de Israel. Es lo mismo que nos sucede a nosotros en la actualidad. Nos sentimos incapaces de realizar la tarea, pero cuando ponemos nuestra mirada en Dios, las dudas y el temor se alejan de nosotros. Dios trató todas las excusas de Moisés, porque fue honesto. Realmente Moisés pensaba que él no podía, y tenía razón. Él no lo podía hacer. Cuando Dios nos llama, debemos entender que Él ya se ha adelantado (Éxodo 2:23-25) para preparar el terreno donde nos usará. Dios se acercó a Moisés e hizo que lo viera a Él. La expresión “Yo estaré contigo” (Éxodo 3:12), indica que Dios estaría con Moisés. De la misma manera Dios ha elegido a la iglesia y estará con ella para ir a la vecindad, al próximo caserío y a todas las naciones. La evangelización mundial no se hace sobre la base de la capacidad humana, sino en la capacidad divina.
F. La obediencia requiere ajustes. Cuando Dios invitó a Moisés, lo hizo bajo el entendido que Él sería quien le ayudaría. Moisés debía creerle, y obedecer. Aquí está el problema: la iglesia ha entendido el mensaje de ir a las naciones; ha entrado en crisis de fe; está convencida, pero no hace los ajustes para ubicarse en el lugar donde Dios quiere que esté trabajando. Moisés estaba en Horeb, pero Dios lo quería en Egipto, donde estaba la necesidad. Él estaba con su familia, seguro, pero debía trasladarse. Pastoreaba ovejas, pero ahora debería ir pastorear personas.
Pensemos ahora los ajustes que la iglesia debe de hacer para ser instrumento de salvación a los 1000 millones Musulmanes, los 700 millones de hindúes, 600 millones de budistas que nunca han oído. Fue hasta que Moisés decidió trasladarse, cuando se ubicó en la voluntad de Dios. Ahora estaba listo para que Dios lo usara en su obra.
B. La respuesta de Dios indica que eso no es posible. Cuando Moisés preguntó por el nombre de Dios, la respuesta que recibió es que DIOS ES EL QUE ES. De Él era la invitación porque de Él era el Señorío y la soberanía. Un nombre encajona a Dios y lo limita, pero Él es eterno, omnisciente, omnipresente omnipotente; los cielos de los cielos no lo pueden contener. Un nombre no lo describe a Él; por eso Dios le dice Moisés: “Diles, Yo SOY EL QUE SOY me envía a vosotros” (Éxodo 3:14).
C. El Dios “YO SOY” es por lo tanto nuestra garantía. Su cuidado y su soberanía son nuestra fuerza. “Y tomarás en tu mano esta vara con la cual harás las señales” (Éxodo 4:17). Son palabras de Dios a Moisés, capacitándolo para su tarea y a vez diciéndonos que Dios puede usar lo poco que nosotros tenemos, si lo ponemos a su disposición.
El llamado de Dios exigió la consagración total de la vida de Moisés. Esto indica que toda persona que obedece al llamado, termina su vida feliz, realizado y satisfecho de haber cumplido con la voluntad de Dios.