“Muletillas” es el nombre que el Rev. Samuel Vila da en su libro Manual de Homilética, a las palabras o frases interruptoras que el predicador intercala en su discurso, y las cuales tienen el objeto de dar tiempo a su mente para pensar lo que a continuación va a decir. Dichas “muletillas” no serían necesarias ni hallarían cabida en un sermón escrito, ya leído o memorizado. Pero casi siempre resultan necesarias para cualquiera que se atreva a hablar improvisadamente, bien que por ningún motivo su uso puede justificarse, pues son del todo inconvenientes y de muy mal sabor. El mismo autor citado nos da una lista de “muletillas” de las más corrientes, de las cuales les damos algunas: “precisamente”, “verdaderamente”, “sencillamente”, “de cierto”, “en verdad”, “oportunamente”, “amigos míos”, “amados hermanos” “en vista de que” etc. Sin faltar a la reverencia, nosotros podríamos añadir las siguientes: “amén, ¿hermanos?”, “aleluya”, “gloria a Dios”, etc.
También son “muletillas” las frecuentes e innecesarias citas de alguna porción bíblica, como: “todas nuestras obras son como trapos de inmundicia”, etc. El uso demasiado frecuente de tales cosas llega a constituir un abuso de algo que usado oportunamente y sólo de vez en cuando, sería bueno y añadiría interés al mensaje. En vez de esto se vuelven fastidiosos y casi insoportables.
CUESTIONARIO