LECCIÓN 36 (regresar
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LA VOZ EN A PREDICACIÓN
Es muy claro que sin la voz es materialmente imposible
predicar. Es necesario, pues, utilizar este precioso instrumento
de la mejor manera posible cuando predicamos el mensaje del Señor.
En forma muy sencilla daremos aquí algunas indicaciones.
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La voz debe ser audible, es decir, que se pueda oír en todos los
ámbitos del local. Siendo que predicamos para que la gente
oiga, debemos evitar hablar tan suave que muchos se queden adivinando lo
que dijimos.
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La pronunciación de las palabras debe ser clara. Esto se logra
poniendo especial cuidado en ello, para que no haya palabras dichas a medias.
Muchas veces la mala pronunciación resulta de una excesiva velocidad
al hablar.
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Aunque la voz debe ser flexible según la expresión que tengamos
que imprimirle a lo que decimos, no permitamos un deslizamiento de volumen
de manera que se vaya extinguiendo a medida que va finalizando el párrafo
o período hasta que ya la última palabra no se oiga.
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Deben evitarse los gritos, especialmente si el auditorio es pequeño,
puesto que ello es desagradable a los oyentes, y además se maltrata
la garganta de tal modo que al terminar, casi siempre, estará uno
afónico.
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No hay que afectar el tono de voz, como que está llorando o declamando.
El predicador que siempre declama su mensaje hace que éste pierda
fuerza. El que parece llorar denota debilidad. Ante todo debemos
demostrar la naturalidad.
CUESTIONARIO
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¿Por qué es indispensable la voz en la predicación?
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¿De qué importancia es la buena pronunciación de las
palabras? Explique cómo se logra.
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¿Qué extremos deben evitarse en cuanto al volumen de la voz?
¿Por qué?
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El predicador que declama su mensaje _____________________________________
__________________________: El que parece llorar _________________________
_______________________________.
APRENDIENDO NUEVAS PALABRAS
Flexible
Afectar
Afónico
Ámbito
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