LECCIÓN No. 1 (regresar
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LOS TIEMPOS DE LOS PROFETAS
PARA ESTUDIO: II Reyes 14:23 – 17:41; Amós 8:4-11.
LECTURA DEVOCIONAL: Amós 8:1-11.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Amós 3:7.
PROPÓSITO
Darnos cuenta de que los pecados de nuestros días reflejan los
del tiempo de Israel; y que ahora se necesita el mensaje de los profetas
tanto como entonces. Entender nuestra responsabilidad de ponerles
cuidado a las advertencias con relación a la desobediencia, y considerar
también los premios que se ofrecen en la Palabra de Dios por obedecer.
OCASIÓN
Amós profetizó en los días
de Uzías, rey de Judá, y en los días de Jeroboam,
hijo de Joás, rey de Israel (786 – 746 a. C.). Él trató
de despertar a la gente del reino del norte, pues bajo el reino de Jeroboam
habían retornado de un período de muchas pérdidas
a uno de prosperidad que se acercó a la edad de oro de David y Salomón.
En el fondo de II Reyes 14 se nos presentan dos reinos y dos reyes: Amasías
en Judá y Jeroboam el segundo rey de Israel. Este Jeroboam
se nos menciona como un rey tan malo, igual a Jeroboam el hijo de Nabat,
que fue el primer rey de Israel al tiempo cuando el reino completo se dividió
después de la muerte de Salomón. También se
mencionan dos personas con el nombre de Joás, padres de los reyes
en los días mientras Amós y Oseas profetizaron.
Hamat estaba situada al norte de Palestina.
El mar de Araba se refiere al Mar Muerto. Gat-hefer era una ciudad
cercana a Nazaret. Israel logró una gran altura material bajo
Jeroboam II. En otros países circunvecinos era un tiempo de
fracaso. Jeroboam aprovechó la oportunidad de su situación
extranjera para levantar a su país en lo cultural, social y económico.
A éste se le puede llamar un avivamiento material. Pero esa
prosperidad estaba al mismo tiempo acompañada de un enorme grado
de corrupción social y moral (Amós 2:6-8; 5:11-12).
EXPOSICIÓN DE LA LECCIÓN
Si nuestro estudio para este trimestre sobre los
profetas fuera solamente una lección de historia antigua, diríamos
que nuestro tiempo quedaría un poco más que desperdiciado.
A veces oímos decir: “La gente de antes era tal como lo es ahora”.
Pero tal vez deberíamos decir mejor: “La gente de ahora es tan igual
a la de antes”. Dios hizo al hombre para que tuviera comunión
con Él. Pero al crearlo así lo hizo capaz de conocerse
a sí mismo, de hacer sus propias decisiones, capaz de amar y retornar
el amor de Dios, pero a la vez le hizo capaz de separarse de aquel que
lo hizo. Los profetas tenían un gran mensaje para las gentes
de aquellos días. Pero al ver las condiciones nuestras en
la actualidad nos preguntamos: ¿Quién les habló a
esos profetas acerca de nosotros y nuestras condiciones? Pues, muy
bien podemos usar como espejo las palabras ardientes que ellos usaron anunciando
los juicios de Dios para con Israel y otras naciones. Fue muy temprano
en la historia que el hombre se rebeló contra su Creador y las naciones
se condujeron conforme a su propio capricho. Ahora, Israel, por ser
el pueblo de pacto con Dios, estaba bajo mayor condenación porque
tenía una luz más brillante delante. Judá tuvo
muchos reyes buenos, mientras que Israel muy pocos. La idolatría
se había acrecentado, acompañada de males sociales, económicos
y morales. La nación que por tiempos había prosperado
y se había enriquecido en las cosas materiales, estaba ahora alejada
de Dios, y tendría que aprender que el hecho de estar alejados de
Dios acarrea la ruina a toda nación. Es por eso que Dios envió
a sus profetas a pregonar en contra de sus pecados y a rogarles que se
volvieran a Dios. ¿Acaso no necesitamos sus mensajes hoy?
¿Acaso no necesitamos esos hombres de Dios que proclamen mensajes
de la justicia y propósito de Dios, para que nos prevengan del juicio
que vendrá sobre todo individuo, sociedad o nación que se
aleja de Dos? Nosotros tenemos el Pan de Vida y también el
agua: de modo que ¿dónde esta la escasez? ¿Estamos
pereciendo de hambre tan sólo por no querer oír.
I. INSENSATEZ DE UN REY MALO (II Reyes 14:23-25)
Vss. 23-25. Después de reinar Amasías
en Judá por quince años, Jeroboam II comenzó su reino
en Israel, al norte. Para él no era una alabanza que lo compararan
con Jeroboam I, el hijo de Nabat, pues ése era el rey que produjo
la separación de las diez tribus de Israel en los días de
la muerte de Salomón; también se había apartado completamente
del consejo de Dios, introduciendo la idolatría y rehusando atender
a las advertencias de Dios por su desobediencia. En lo material,
el reino de Jeroboam II fue muy próspero, pues extendió las
fronteras de Israel desde Hamat (en el norte) hasta el Mar Muerto en el
sur, incluyendo el territorio al este del río Jordán.
Los caminos comerciales fueron reabiertos, teniendo buen negocio con otras
naciones y acumulando grandes riquezas, pero al mismo tiempo, abundaban
la borrachera, la inmoralidad, la injusticia, etc. El gobierno de
Jeroboam fue totalmente irresponsable. La restauración de
la prosperidad no les hizo acercase más a Dios.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
¿Cuál diría usted que era la función primaria
de los profetas? ¿Cuál de las dos funciones recibía
el mayor énfasis en la obra de Dios, predecir el futuro o proclamar
las verdades de Dios?
-
¿De qué valor puede ser para nosotros en estos días
estudiar los reinos y vidas de las gentes de aquellos tiempos? ¿Qué
se puede decir de bueno del reino de Jeroboam, y cómo se puede aplicar
esto al mundo de hoy?
II. FRACASO DE UNA GENTE PORFIADA (Amós 8:4-7)
Vss. 4-7. En los primeros tres versículos
del capítulo 8, Amós tuvo una visión de una canasta
con frutas demasiado maduras, y ya casi listas para ser tiradas.
Y dijo el Señor: “Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel” (Amós
8:2). Para Israel ya había pasado la siega, así como
había pasado el verano, pues se habían apartado de Dios.
¿Qué otra cosa podría ser más trágica
para el pueblo de Israel, que Dios mismo se haya apartado de ellos?
Fue algo que partía el corazón; vendría desolación,
dolor y muerte como resultado de su pecado. Ellos habían llegado
a ser tal como el hombre mencionado en Lucas 18:2b, que no temía
a Dios ni a los hombres. A pesar de que sí celebraban sus
sacrificios por la mañana y la tarde, no hacían reverencia
a Dios. El día sábado se sentían impacientes
porque se pasara luego, para así poder vender sus granos.
“Hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos
de su avaricia” (Ezequiel 33:31). Parece que había un deseo
incontrolable de apoderarse de los bienes que pertenecían a los
pobres. Sus riquezas las obtenían oprimiendo a los mismos
y edificaban mansiones tan grandes que no les dejaban lugar a los pobres;
y cuando éstos laboraban para los ricos, no recibían su salario.
Sí, eran muy religiosos, pero esperaban ansiosamente que se pasaran
las ordenanzas para poder continuar con sus negocios turbios. Usaban
medidas más pequeñas de lo que debían ser y monedas
que no representaban el valor correcto. ¿Acaso no se ven comerciantes
en nuestros días que dan menos de lo correcto y cobran más
del precio que corresponde? Los pobres de aquella tierra habían
sido finalmente reducidas a tal grado de pobreza que se hallaban obligados
a venderse como esclavos para pagar sus deudas. Los granos rechazados,
que servían sólo para alimentar a los animales eran los que
les vendían a los pobres, aunque a veces lo hacían mezclándolos
con el buen trigo. Además de eso, el mal trigo se les vendía
fraudulentamente. ¿Acaso no se ve eso también en el
mundo actual. “El amor no hace mal al prójimo” (Romanos 13:10).
“El peso falso es abominación a Jehová; mas la pesa cabal
le agrada” (Proverbios 11:1). Estos opresores usaban el nombre de
Dios para declarar su pretendida inocencia de los pecados de que eran acusados,
pero Dios no podría olvidar sus malos hechos. Las personas
que no tienen misericordia de sus semejantes tendrán toda la razón
para temer un gran juicio. Los que no lamentan sus pecados personales,
o los de su nación, deberían darse cuenta de que el día
del juicio se acerca.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
¿Cómo afectan la conducta de una nación los líderes
falsos?
-
¿Cuál es la diferencia entre ser religiosos y ser justos?
-
¿De qué manera ha afectado a la sociedad, en nuestros días,
la ambición por el dinero y las posesiones? ¿Se ha
visto esta influencia también en la iglesia?
III. HAMBRE POR LA PALABRA DE DIOS (Amós 8:11)
Vs. 11. La nación ya había experimentado
en días anteriores hambre material (4:6-9), así como fracasos
militares (3:11-15; 5:1-5); pero el hambre más grande sería
espiritual. Israel había sido el tesoro particular de Dios
para llevar a cabo su propósito de bendecir a todas las naciones
de la tierra. Habían tenido el “pan espiritual”. Los
profetas les habían dado la Palabra de Dios, línea tras línea
y precepto tras precepto. Habían tenido el tabernáculo,
luego el Templo con todos sus sacrificios significativos que les dirigían
hacia el “gran sacrificio” que algún día había de
redimirlos. Pero, una y otra vez, ellos siempre rechazaron oír
la Palabra que les era dada. Después de Malaquías les
tocó estar sin tan sólo un profeta por cuatro siglos.
Sus mentes fueron cerradas y sus corazones endurecidos. Y aún
ahora permanece el velo sobres sus rostros (2 Corintios 3:14-15).
El profeta Oseas dijo: “Mi pueblo fue destruido porque le faltó
conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré
del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo
me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4:6). Amós describió
el estado lastimoso de aquellos que habiendo oído han rehusado poner
atención. “E irán errantes de mar a mar; desde el norte
hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová,
y no la hallarán” (Amós 8:12). Una escasez de predicación,
enseñanza, lectura y estudio de la Palabra de Dios es lo peor que
puede llegar a un individuo, iglesia o nación. ¿No
es así ahora en nuestros días, que hay poca predicación
aceptable y mucha indiferencia entre la gente, cuando el trabajo de la
obra consiste más en obra social?
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
Después de leer Isaías 29:10-12 y Amós 8:11, trate
de descubrir la más grande necesidad actual en nuestras vidas e
iglesias.
-
¿Se está refiriendo el hambre a la carencia de líderes
morales o la indiferencia hacia la Palabra de Dios?
-
¿Qué podemos hacer para que termine el hambre espiritual
que está afectando a nuestras iglesias y a nosotros como individuos’
PARA REFLEXIONAR
-
Donde no hay amistad no hay comunión.
-
Los hombres son extranjeros delante de Dios si se regocijan más
en el mercado que en la iglesia el día del Señor; si prefieren
estar vendiendo maíz que adorar al Señor, están lejos
de Dios.
-
El ritualismo nunca puede ser un sustituto aceptable de la justicia.
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