LECCIÓN No. 5 (regresar
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EL CULTO VERDADERO CONTRA LA RELIGIÓN POPULAR
PARA ESTUDIO: AMÓS 4:4-5; 5:21-24.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 119:33-40.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Samuel 16:7b.
PROPÓSITO
Considerar nuestras actitudes positivas y negativas en nuestro andar
con Dios, en nuestra adoración y en el servicio. Exhortar a todos
para que sus vidas y apariencias eternas correspondan a sus experiencias
espirituales internas, y que una relación definida con Dios penetre
tanto en nuestros pensamientos como en nuestros hechos de la vida diaria.
OCASIÓN
Aquí tenemos a Amós, el mensajero
de Dios a Israel bajo el reinado de Jeroboam II, mostrado la diferencia
entre la religión de las mayorías y la verdadera adoración.
Bet-el era el lugar donde la familia real practicaba su adoración.
Pero allí la gente no llegaba a adorar a Dios, sino a ofenderle,
ya que ellos estaban moralmente corrompidos y sus ceremonias eran vacías.
Tenían un celo falso acerca de la religión ritual.
Fue cuando se dividió el reino y que Jeroboam I reinó sobre
las diez tribus, que éste, queriendo anular la influencia de Jerusalén,
colocó los becerros de oro en lugares altos y estableció
sacerdotes que les ministraran, para convertirlo así en los centros
de adoración. Gilgal era el lugar donde los israelitas habían
hecho su primer campamento después de haber andado errantes por
cuarenta años en el desierto. Las piedras memoriales que Josué
colocó en este lugar llegaron a ser un santuario pagano que Amós
y Oseas atacaron como algo pagano y pecaminoso. Este lugar se encontraba
situado como a quince kilómetros del río Jordán y
a tres de Jericó. Bet-el estaba como a dieciséis kilómetros
al norte de Jerusalén.
DESARROLLO DE LA LECCIÓN
¿Cuál es la adoración verdadera?
¿Será aquella que se hace por medio de alguna forma o ceremonia?
¿Será la iglesia el único lugar donde se puede adorar
a Dios? ¿Cuáles son las condiciones de la adoración?
Hay muchas preguntas que pueden surgir al pensar en la adoración,
su significado, su práctica y su propósito.
En las iglesias hay muchas ceremonias que se hacen
pasar por adoración, pero que en verdad no lo son. Aun hay
actos llamados adoración que en vez de serlo son ofensas para Dios.
Las ceremonias que hacía Israel en ese tiempo ya no conducían
a la gente ni a sus líderes a una verdadera comunión con
Dios, ni los fortalecían para desarrollar algunas tareas encomendadas
por Él. Es necesario que descubramos en este día qué
es lo que no capacita para tener la verdadera comunión con nuestro
Señor y con los suyos, y entender más plenamente en qué
consiste adorar a Dios “en Espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
Los magos que llegaron del Oriente a ver a Jesús, dijeron: “Su estrella
hemos visto en oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:2). En otros
tiempos fue dado el mandamiento de “adorarle en la hermosura de la santidad”
(Salmo 29:2 y 96:9). ¿Cuál es el secreto de una verdadera
adoración en nuestras vidas individuales y en las iglesias?
I. SACRIFICIOS SIN REALIDAD (Amós 4:4-5)
Vss. 4.5. Las gente se apretaban en el santuario
de Bet-el para presentar sus sacrificios; pero habían olvidado la
verdadera comunión con Dios que podrían haber tenido, a causa
de haberla sustituido por las ceremonias y otras prácticas religiosas.
Había ciertos sacrificios que debían ser traídos en
determinados períodos del año: varias clases de símbolos
señalaban hacia el sacrificio expiatorio que Cristo haría
por la raza humana con su efecto eterno. Cada tres años había
también un sacrificio especial, el año dedicado para los
diezmos (Deuteronomio 26:12). Tenían fiestas anuales, y a
la vez, tres celebraciones principales durante el año. Pero
los israelitas multiplicaron sus sacrificios, como si eso les iba a dar
mayores méritos delante de los ojos de Dios. Fue con un sarcasmo
muy marcado que el profeta les llamaba ahora a hacer sus sacrificios en
Bet-el y en Gilgal. La adoración era algo muy popular, pero
lo hacían en una forma vacía. Sus ritos eran practicados
en exceso, y sus ofrendas las hacían con el sólo propósito
de aumentar los méritos de quien las traía, y para que todos
pudieran verlo. En nuestros días también, se ha llegado
al grado de que los creyentes profesantes se conforman con que un pastor
les administre las ceremonias y ordenanzas, convirtiéndolas en la
finalidad principal de sus vidas, y han olvidado las experiencias espirituales
que son el verdadero propósito de Dios. “Dios es Espíritu:
y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le
adoren” (Juan 4:24). Dios nunca planeó tener a la raza humana
entretenida en ritos, ceremonias, ni otros símbolos, sino que experimentáramos
todas las realidades espirituales de santidad y comunión perfecta
con él. Cuando Dios dio a los hombres del tiempo antiguo estos
símbolos, lo hizo para que tuvieran por lo menos una figura de las
experiencias espirituales que habrían de venir. Pero ahora
que Cristo ya hizo su sacrificio en la cruz y que su Espíritu fue
enviado a nosotros, dichos símbolos ya no son necesarios; antes
bien, debemos abandonarlos para dar lugar a la verdadera adoración
espiritual que Dios quiere de nosotros. Es por eso que los israelitas
estaban siendo rechazados, porque habían colocado en el trono de
sus vidas a los símbolos, en vez de hacerlo con las realidades de
la justicia de Dios.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
¿Qué quiere decir la palabra adoración?
-
¿Estaba oponiéndose Amós a que se ofrendarn sacrificios?
-
¿Qué había de malo en llevarlos a Bet-el o a Gilgal?
-
¿Cuándo no es buena la actividad religiosa? ¿Qué
creemos los “Amigos” con relación a las así llamadas “ordenanzas”?
(Muéstreles a sus alumnos cómo las ceremonias y otras formas
religiosas pueden quedar sin ningún valor, si no van acompañadas
de un una comunión real con Dios. No es malo practicar las
ordenanzas, antes bien éstas podrían ayudar a alguno que
no tenga suficiente fe como para creer lo espiritual, si hoy hay un símbolo
externo. El peligro está en poner la confianza en las ordenanzas
como si ellas fueran la finalidad del Evangelio. Pero todos sabemos
que Dios no tiene interés en las formas, sino en vidas brillantes
de amor y de justicia).
II. FORMALISMO SIN RECTITUD (Amós 5:21-24)
Vss. 21-24. Los israelitas estaban presentando
ofrendas que al principio habían sido instituidas divinamente.
Tenían los holocaustos, que eran sacrificios en los cuales lo que
se ofrecía debía ser totalmente quemado y consumido en el
altar dentro del Tabernáculo. También había
sacrificios de comidas, de paz, por los pecados y transgresiones, y todos
simbolizaban alguna fase de la obra expiatoria de Cristo. Pero ya
que Él ha hecho la obra eterna, no son ya más necesarios
los símbolos antiguos porque Él los llevó y los cumplió
en sí mismo por nosotros. “La hora viene, y ahora es, cuando
los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad”
(Juan 4:23). Todos esos sacrificios se encuentran descritos en los
primeros siete capítulos de Levítico. En la palabra
de Amós todo eso fue rechazado porque se ofrecía sin ningún
entendimiento de su significado, pues su propósito era llevarlos
no a las representaciones, sino a los hechos representados. Las gentes
practicaban los ritos únicamente para ganar el favor de Dios y parecer
muy religiosos y fieles ante los demás. Pero esto no sería
más que estar encubriendo sus pecados. No importa qué
apariencia de santidad (o pretensión de ella) demos al mundo, sino
la realidad de nuestra relación directa con Dios. Pero, como
dijo el gran teólogo cristiano Roberto Barclay, “las iglesias no
vacilan en darle el púlpito a una persona que se ha sometido a las
ordenanzas externas, aunque no posea las experiencias espirituales de que
éstas son símbolos; pero sí rehúsan darle parte
a aquellos, que aunque no hayan participado de las ordenanzas externas,
dan evidencia cierta del fruto del Espíritu” (Gálatas 5:22).
Esto es una ofensa a Dios, así como en el caso de Israel.
Amós no estaba rechazándoles la idea de presentar ofrendas
a Dios. No era el hecho de la adoración lo que se rechazaba,
sino la actitud de sus corazones. No había una verdadera adoración.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
¿Por qué es que Dios no podía aceptar sus sacrificios
si éstos habían sido divinamente establecidos en los días
de Moisés?
-
¿Cómo podemos saber si de veras estuvimos en la presencia
de Dios en un servicio devocional del domingo por la mañana?
¿Cuál es la comunión verdadera?
-
¿Podemos cenar con Cristo sin la ayuda de elementos materiales y
externos? (Juan 6:63; Apocalipsis 3:20).
III. GANANCIA SIN JUSTICIA (Amós 8:4-7)
Vss. La explotación de los necesitados
había llegado a un colmo de injusticia. Los pobres trabajaban
duramente y no se les pagaba el salario justo; se les trataba muy bruscamente,
y muchas veces se hallaban obligados a venderse como esclavos, a cambio
de algunas de las cosas más indispensables para la vida (¡hasta
por un par de zapatos!). El trigo de rechazo (el que no sirve más
que para las aves) les era vendido a precios increíblemente altos,
a pesar de que la mayor parte de lo vendido no era trigo sino la cáscara.
Cuando llegaba el sábado, estaban los mercaderes impacientes de
que se pasara ese día para poder seguir explotando a los pobres.
Cuando vendían, se valían de trucos para dar menos de lo
que el cliente había pagado. Se puede decir que eran unos
estafadores, a pesar de que allá estaban todos los sábados
en el templo, listos para aparentar su adoración. ¿Acaso
no hay muchos en nuestros días que así lo hacen también?
¿Cuántas medidas falsas no se encuentran en el mercado?
Al llegar al templo aquellos comerciantes ladrones sí se vanagloriaban
de ser todos santos y de tener su confianza puesta en el Dios de Jacob.
Sus corazones se llenaban de orgullo. Así sucede también
en muchos miembros de iglesias, y aun ministros, que se vanaglorian de
poseer mayores privilegios espirituales que los demás. Pero
Jesús nos aconseja que si queremos ser importantes delante de Dios,
nos hagamos como los más pequeños entre los hombres, “porque
cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla,
será enaltecido” (Lucas 14:11). La adoración a Dios,
entonces, no tiene ningún valor si su finalidad es la de ser vistos
de los hombres, o que ellos piensen que somos espirituales; pero si en
nuestras vidas diarias nos mantenemos en constante comunión espiritual
con Cristo y andamos como Él anduvo, es claro que nuestra adoración
será aceptada como olor suave, así como fue la ofrenda de
Abel (Génesis 4:4). “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros
lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia” (Efesios 6:14).
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
-
¿Qué había de malo en la adoración de Israel?
-
¿Por qué en nuestros días muchas personas salen de
un servicio de adoración sin haber quedado satisfechas?
-
¿Cuáles son las condiciones para una verdadera adoración?
¿Cuál es el verdadero propósito de la adoración?
-
¿Está haciendo algo usted para que los servicios en su iglesia
sean tales como Dios quiere que sean?
PARA REFLEXIONAR
-
El que se inclina hasta lo más bajo delante de la presencia de Dios
es quien permanece más firme contra la presencia del pecado.
-
Aquel que pasa sumergido toda la semana en los negocios, sería mejor
que viniera a respirar el domingo.
-
Muchos cristianos se encuentran bien almidonados y planchados, pero no
lavados.
-
Podemos saber si la presencia de Dios estuvo con nosotros en la iglesia
el domingo al mirar lo que hacemos el día lunes.
ILUSTRACIÓN
“LO CHICO SE HACE GRANDE”
Dos jóvenes albañiles se encontraban
construyendo una pared de ladrillos, la pared de enfrente en una casa alta.
Al colocar un ladrillo, el otro joven descubrió que uno de ellos
era más grueso de un lado que del otro.
--¡Te va a salir torcida la pared, Santiago! –le dijo el otro.
--¡Bah –le respondió burlescamente Santiago--. ¿Qué
diferencia puede hacer esa miseria? Tú quieres ser demasiado
exacto.
--Mi madre –Le dijo nuevamente su compañero –me enseñó
que la verdad es verdad, y que con una miseria que no sea verdad ya es
mentira.
--Es muy cierto que no has mentido, pero has hecho que la pared mienta;
y yo he leído que la mentira tarde o temprano se descubre y resulta
en ruina.
--Bueno, yo tomaré el riesgo por esta vez –dijo Santiago, y
siguió trabajando sin reparar el daño.
El día siguiente, cuando tenían que
rendir cuentas del trabajo realizado, se dieron cuenta de que aquella falla
había acarreado ya sus resultados. Conforme más ladrillos
se fueron pegando sobre aquel que estaba torcido, más grande se
fue haciendo la curva, y durante la noche la pared fresca se había
caído, pues había perdido el balance.
Así es exactamente con todo pecado que parece
pequeño; sus resultados son desastrosos.
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