PARA ESTUDIO: Oseas 4 y 8 a 10.
LECTURA DEVOCIONAL: Marcos 12:28-34.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Éxodo 20:3.

PROPÓSITO

Darnos cuenta de que para nuestros días debemos ser uno de los dos: Cristo o el caos (que no es más que confusión).  Tenemos que afrontar la atracción de los diferentes males actuales, como son: El creerse suficientes sin Dios, la soltura y la indiferencia.  Los cuales están trayendo la ruina a la sociedad y a cada individuo en particular; no permitamos que estas cosas impidan nuestros ministerios ante este mundo tan necesitado.

OCASIÓN

    En los primeros tres capítulos del libro que estamos estudiando vemos a Oseas como el Hijo de Beeri (de quien no sabemos nada).  Además, vemos a la nación de Israel y al profeta con un mensaje para ella.  Como esposo, vemos a Oseas afrontando a una mujer infiel que lo abandonó por otros amantes, pero que al final volvió a su hogar; como padre, lo vemos con hijos cuyos nombres significaban juicios y todos los tratos de Dios con Israel.  Mediante el quebrantamiento de su  propio corazón, Oseas pudo ver el sentir de Dios con relación a la infidelidad de Israel.  Su predicación tuvo lugar, por lo menos, entre el año 746 y el 720 a. C., cuando había en Israel un gran poderío militar y expansión de la nación, pero a la vez un descenso moral.

    En Oseas 4 hay una parte que nos capta la atención, pero que al mismo tiempo nos llena de tristeza.  El versículo 17 dice: “Efraín (o sea todo Israel) es dado a ídolos; déjalo”.  ¿Qué son ídolos?  ¿Qué es idolatría?  ¿Qué papel desempeñó esa idolatría en la caída de Israel?  ¿Quién era el que habría de dejar a Israel a causa de su idolatría?  El idólatra no es uno que ha abandonado la religión: es uno que la tiene en práctica.  Hasta los que se dicen ser ateos encuentras sus vidas completas dominadas por alguna devoción, y ésta es su dios.  Aun las filosofías materialistas antiguos tenían su carácter religioso, para quienes su teoría les servía de Dios.  Un ídolo es una imagen, pero no siempre es imagen esculpida o tallada.  Idolatría es la adoración de una imagen, u otra representación falsa de Dios.  Israel estaba adorando a los dioses de otras naciones; pero también estaba adorando teorías falsas, sus propias ideas egoístas del bien y del mal.  En su idolatría había mucho más que tan sólo inclinarse a imágenes talladas.  Dios no estaba dejándoles pasar eso por alto; antes bien los llenó de advertencias.  Tal como vemos en nuestra lección de hoy, Israel se había llenado de idolatría, y por eso, a Judá se le advertía retirarse de ellos.  También a nosotros Dios nos dice que nos retiremos de toda clase de prácticas idolátricas.

    Oseas 4:1-2, 11-12.  Aquí tenemos la escena en una corte: Dios llamando a juicio a Israel.  ¿De qué fue acusada esta nación?  De que no había en ella verdad, misericordia, ni conocimiento de Dios.  ¿Cómo se habrían de ver estos crímenes?  Una gran lista de prácticas malas fue presentada como prueba.  Cinco de los pecados presentados eran una violación a varios de los diez mandamientos.  Se cometían actos de violencia al extremo de derramar sangre.  Cada día se observaban más y más los juramentos con mentiras, adulterios y maldades de tocas clases.  ¿Cuál fue el resultado de todo eso?  Había desaparecido la confianza en Dios, la fidelidad, la amabilidad, la firmeza en el amor, etc.  Ya no se entrenaban en el conocimiento de Dios, no se instruían en ello y las experiencias espirituales habían desaparecido de sus mentes y corazones, hasta que su pecado los condujo a la muerte espiritual y quedaron cerrados de todo entendimiento de Dios.  En vez de pedir el consejo de Dios, mejor adoptaron varios otros cultos paganos; pusieron su dependencia en las brujerías y los hechiceros llegaron a ser sus instructores.  Habían desertado de los caminos de Dios.  Sus sacerdotes los habían conducido a todo esto, cumpliéndose el viejo decir que “cual es el sacerdote, así su pueblo”.  Pensemos en esto por un momento: ¿Estaría el profeta hablándoles sólo a los de Israel o también a nosotros?

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. ¿Quiénes participaron de este juicio?  (El acusador, los defensores, las acusaciones, la autoridad, etc.).
2. ¿Ha hecho usted alguna vez algo que no habría hecho si lo hubiera pensado todo detenidamente?
3. ¿Ha hecho usted alguna vez algo que claramente estaba en contra de las Escrituras y de su conciencia, tan sólo por haber pedido consejo de muchos, menos de Dios?

    Oseas 8:4, 11-12. Dios no había planeado que su pueblo tuviera un rey, pero como eso era lo que ellos habían neciamente demandado, pues Dios se los concedió.  Dios había querido permanecer como rey de Israel.  Con un rey hombre ellos tendrían el peligro de ser gobernados por la voluntad humana, alejándose así de su devoción al Rey del cielo.  Dios quería que el sistema de gobierno en Israel fuera una teocracia (gobierno de Dios), teniendo Dios el primer lugar en la vida política, social y espiritual.  Pero ellos no obedecieron a Dios en adorarlo, sino que colocaron altares por todos lados para adorar a Baal.  Esto nos trae a la mente un templo en la ciudad de Nanking, China, al cual se le llamaba “el templo de los diez mil dioses”.  Ellos adoraban todas las deidades paganas a las cuales podrían temer, no sea que algún ídolo se les fuera a pasar por alto y tuvieran que sufrir como consecuencia de su ira sobre ellos.  Pero, entre más los adoraban más grande llegó a ser su pecado.  Estaban desobedeciendo las leyes que Dios ya había escrito; y era precisamente eso lo que estaba haciendo Israel, olvidando los preceptos de Dios para seguir a los de otras naciones.  Parecía que aunque Dios permaneciera llamándolos, ellos no estaban dispuestos a escucharlo, sino que preferían continuar en sus propios caminos.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. Lea I Samuel 12:13-14 y responda cuáles fueron las condiciones del éxito de Israel en pedirle a Dios un rey.
2. ¿En qué formas se excluye a Dios de nuestras escuelas y de nuestras actividades sociales y políticas y gubernamentales?
3. ¿Hemos excluido nosotros a Dios de nuestras vidas personales?

    Vs. 12.  Las figuras gramaticales que Oseas hace de lo que él sabía que es una viña nos ayudan mucho a entender la verdadera condición de Israel.  La nación era semejante a una novilla que ahora llevaba el arado (10:11) para arar la maldad, y después cosechar iniquidad.  Tendrían que cosechar lo que habían sembrado.  Pero en medio de su fracaso de mala cosecha, Dios les rogó sembrar justicia para segar misericordia y amor.  Con la lluvia de la justicia de Dios, la tierra no cultivada resultaría en una cosecha de salvación. Estaban cosechando el haber puesto su confianza en la mentira, creyendo que la fuerza militar podría mantenerlos seguros.  Si tan sólo se arrepentían y enderezaban su pasado buscando a Dios, Él podría nuevamente bendecirlos y hacerlos fructíferos.  ¿Por qué no abandonaron sus malos caminos, abandonando a sus ídolos y buscaron a Dios?  La oferta de salvación muy bien pudo haber sido aceptada y recibida por ellos, si tan sólo hubieran estado dispuestos.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. Lea el canto de la viña de Dios, en Isaías 5:1-7 para compararlo con Oseas 10,  ¿Qué había hecho Dios por su viña en el pasado?  ¿Qué más pudo haber hecho?  ¿Por qué al tiempo de la cosecha no hubo buen fruto?
2. Compare la parábola de la viña con la iglesia de hoy.  ¿Cuál será el resultado si no nos arrepintamos?

1. Cuando Dios se aleja de una persona, es la peor catástrofe que puede suceder.
2. Cuando los hombres han rechazado a Dios, tratan de hacer grandes cosas sin Él.
3. Toda forma de religión que niegue al Dios de la revelación es idolatría.

“NO HAY OTRO DIOS”

    En 1893 se celebró una feria mundial en Chicago, Estados Unidos.  En conexión con esa feria hubo grandes multitudes reunidas para hacer un estudio comparativo de las distintas religiones del mundo.  Pero eso no hacía más que dañar la causa de Cristo.  Si nos sentamos y nos metemos a comparar a Cristo con Buda, Confucio, Zoroastro y los demás, estamos comprometiendo nuestro mensaje.  Jesús no puede ser comparado con nadie.  Pero la historia es muy diferente en el caso del predicador Stanley Jones, quien se sentaba en mesa redonda con representantes de otras religiones.  Él los invitaba a sentarse con él; pero jamás admitió que se colocara a Cristo con los otros, excepto para mostrarles la finalidad absoluta de Jesús.