PASAJE PARA ESTUDIO: Se estudiarán muchos pasajes durante
el desarrollo del tema.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 119:1-9.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmo 119:11.
PROPÓSITO
Demostrar amor y aprecio por la Biblia, la Palabra de nuestro Dios, escrita especialmente para mostrarnos el camino hacia Él.
INTRODUCCIÓN
¿Cuántos libros de la Biblia conocían los autores de los Salmos? Probablemente sólo el Pentateuco: los primeros cinco libros de la Biblia, o sea, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Samuel escribió los acontecimientos durante su vida, por orden de Dios (I Samuel 10:25). Sabemos que los reyes tuvieron escribas o secretarios quienes escribían las crónicas del rey. Puede que estos registros sirvieron de base para los demás libros que ahora tenemos en la Biblia.
Deuteronomio 31:9-13 dice entre otras cosas, "leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos... varones y mujeres y niños, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley". Esto lo hacían cada año en la fiesta de los Tabernáculos. Hermanos, ¿cuántas veces han leído ustedes los primeros 5 libros de la Biblia? ¿Cuántas veces han leído toda la Biblia desde que nacieron de nuevo? ¿Qué pasaba cuando el pueblo entendía la lectura de la ley? (Nehemías 8:8-12). En este caso lloraron por el gozo de tenerla otra vez en sus manos. Cuando estaban en el exilio no la oían.
Cuando el rey Josías la oyó, se afligió porque supo que él y su pueblo andaban en pecado y que merecían la ira y el castigo de Dios. Para ver el sentir de los salmistas al leer la Biblia, lea los siguientes Salmos: 19:7-10; 119:97-104, 133, 140, 148 y 160. Ellos la tenían en alta estima. Era su guía. Era su deleite meditar en ella, porque les ayudaba a no pecar; les daba confianza y fuerza para enfrentarse a las actividades y problemas de su diario vivir.
Sólo ver la gratitud en el rostro de alguien a quien le hemos hecho un favor, es suficiente pago. Lo mismo siente Dios cuando le mostramos gratitud por lo que es Él, por lo que ha hecho y por lo que está haciendo en nuestras vidas. Los salmistas demostraban su gratitud con cánticos y palabras de alabanza. Vea los siguientes salmos: 7:17; 9:1-2; 46:1-2; 57:7-10; 59:16-17; 96:1-13; 100:1-5; 103:1-5; 107:1-9; 111:1-10; 116:12-14; 118:24; 138:1-8.
CONFIANZA
En medio de la tribulación, tristeza, guerra, traición y enfermedad, el salmista reconocía que su Dios estaba en control de todo lo que lo afectaba. A veces con gozo alababa a Dios por ver la forma en que le daba victoria. En algunas ocasiones, en medio de las dudas, el enemigo de su alma trataba de interponerse entre él y su Dios, especialmente cuando él clamaba; pero él expresaba su fe y confianza en su Dios quien lo amaba y que lo cuidaba. Algunas de estas expresiones, mencionadas en los Salmos, nos pueden ayudar en nuestros tiempos de crisis. Veamos los siguientes salmos: 11:1-7; 20:6-9; 23:1-6; 31:1-4,14-16; 91; 112:7; 115:9-11; 116:12-14; 121:1-8. El salmista afirmaba su fe en Dios cumpliendo las promesas que él había hecho en medio de sus pruebas. ¡Hermanos, no le quedemos debiendo nada a Dios! Paguemos las promesas que le hayamos hecho. Dios hizo su parte, ahora nos toca hacer la nuestra.
TURBADOS
Cuando todo se amontona sobre nosotros, nos sentimos turbados. ¿Qué hacía el salmista cuando le sucedía eso? Primero pedía que Dios le examinara para ver si había en su vida alguna cosa no permitida por Él. Luego afirmaba su fe y confianza en su Dios, quien conocía todo y especialmente su corazón.
Cuando estamos sufriendo una crisis emocional, debemos dejarla en las manos de Dios para que Él solucione el problema. Él sabe por qué la permite y qué desea que aprendamos. El Salmo 37:5 dice: “Encomienda a Jehová tu camino confía en él, y él hará”. El éxito de nuestra vida espiritual depende de la ayuda de Dios. Él es nuestro guía, nuestro entrenador, nuestro Padre. Otras citas que dan más luz sobre el corazón y reacción del salmista son Salmos 42:5,11; 27:13-14; 37:39-40; 28:6-7; 50:14-15.
TRISTEZA
Salmo 50:22. Jehová habla a quienes por sus actuaciones, se han olvidado de Dios. El versículo 23 dice: “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”. Aquí está la clave. Unos se entregan a la tristeza bajo el peso del “yo”. Pero Dios dice que debemos ordenar nuestro camino. Debemos dejar de quejarnos y aceptar lo que Él nos mande para que nos lleve de victoria en victoria.
El salmista da otras recetas: Salmo 5:11-12; 48:1-3; 119:9,11; 134:1-3; 138:8. Nuestra actitud cambia cuando alabamos a Dios. Entonces vemos que los problemas no son muy grandes como pensábamos. Esto sucede porque nuestro punto de vista cambia. Ya no pensamos en nosotros mismos sino en Dios.
DIRECCIÓN DIVINA
¿Qué hace usted cuando no sabe que hacer? El salmista va a las Escrituras. Lee bastante hasta encontrar quien le dé dirección. Pone su confianza en Dios, quien sabe lo que él debe hacer. El salmista cree que Dios tiene algo escrito allí precisamente para esta inquietud que tiene. ¡Qué sabio el hombre que confía en Dios! Veamos algunos versículos en los Salmos. Salmo 5:8; 25:4-5,12; 143:8-10. De seguro que usted podrá hallar más.
¿No puede dormir? Hay un descanso para el que confía en Dios. A veces nos acostamos y repasamos todos los problemas del día en la mente, dando vueltas en la cama. Esto nos causa intranquilidad para no dormir bien. De esto, un predicador dio un testimonio muy interesante: “Cuando me quito los vestidos, y me arreglo para dormir, quito uno por uno mis problemas, los eventos del día, lo que me toca mañana, los pongo en la silla con mi ropa diaria. Concientemente los entrego con la petición de que Dios los mantenga allí. Luego canto himnos de alabanza, de victoria, o repito versículos de confianza en Dios, de alabanza a Él, y con esto me duermo tranquilo”. ¿Qué dice el salmista? Salmo 3:5; 4:8: 4:4-5; 63:7,8; 119:62,148.
¿Qué hacemos cuando pecamos? Nosotros somos humanos todavía, y como tales, tenemos la tendencia a pecar, o a lo menos somos tentados. El enemigo de nuestras almas nos va a molestar hasta el momento de la muerte. Lea Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. El Salmo 32:3-5 es el cuadro físico y emocional de quien trató de encubrirlo. Pero, él mismo tenía la clave. En el Salmo 32:5 dice: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad”. David decía en el Salmo 51:1-4 que había pecado contra Dios; lo confesó y pidió limpieza total para no pecar más 51:7-12.
TENTADO
Salmo 119:59 dice: “Consideré mis caminos y volví mis pies a tus testimonios”. Lo mismo se encuentra en el Salmo 119:9,11. La lectura o el recordar la Palabra de Dios que dice: “no mentirás, no adulterarás, no hurtarás, no calumniarás”, nos previene de cometer tales actos pecaminosos. Dios nos dio nuestra mente para poder recordar y razonar. Por eso debemos leer diariamente la Palabra de Dios y usar nuestra mente para pensar en ella.
Hoy en día se habla mucho del uso de las computadoras. Estas máquinas son herramientas que nos pueden ayudar a realizar mejor y más rápidamente nuestro trabajo. La computadora puede hacer un trabajo en poco tiempo, en comparación con el tiempo que emplearía un hombre haciendo el mismo trabajo con ardua labor.
Las ventajas de las computadoras es que toda la información se puede grabar en la memoria y utilizarla cuando sea necesaria. Lo que almacenamos en ella, es lo que podemos sacar. Así es nuestra mente, lo que almacenamos en ella, es lo que podemos sacar en el momento oportuno.
¿Desea usted saber la voluntad de Dios en cualquier situación de su vida? Lea su Biblia muchas veces, de pasta a pasta. Estúdiela para saber qué es lo que Dios quiere decir por medio de las páginas de la ella. Un pastor dijo: “Yo he leído la Biblia tantas veces que cuando yo tengo la oportunidad de pecar, me vienen a la mente una multitud de versículos que me dicen por qué no debo ceder a esa tentación”. ¿Cuántos versículos o porciones tiene usted en su mente que le advierten de un peligro de esta índole? Esto es parte de nuestra armadura espiritual de que habla Pablo en Efesios 6.
Salmo 119 nos dice mucho de esto. Lea los versículos 119:59-60, 101-102, 115, 133, 141. Todos ellos nos ayudan a saber como salir victoriosos.
¿Cómo debemos vivir diariamente? ¿Hay algunos requisitos que debemos cumplir? ¿Hay hábitos que debemos formar para que nuestra vida agrade a Dios?
MIS LABIOS
Dios nos hizo con todo lo necesario para comunicarnos con otros. Parte de este equipo son nuestra lengua, labios y boca. El Salmo 63:3 dice “Mis labios te alabarán”. El salmista reconoce que hay peligro en el uso de estos miembros de su cuerpo, y que él no puede dominarlos sin la ayuda divina. Santiago también nos aconseja diciendo que es como una fuente de donde sale agua dulce y agua amarga, bendición y maldición, (Santiago 3:1-12).
El mal uso de nuestra boca no agrada a Dios. Él desea integridad en lo secreto y en lo íntimo de nuestro corazón. Lucas 6:45 dice: “de la abundancia del corazón habla la boca”. Llenemos nuestro corazón con cosas buenas y hablaremos rectamente.
El libro de los Proverbios tiene muchas enseñanzas acerca de este tema. ¿Qué dicen los salmistas? Lea los Salmos 34:11-14; 141:2 y 19:14.
Debemos deleitarnos en hablar cosas buenas. A veces entendemos mejor al ver el lado negativo de una palabra para sacar el lado positivo. Deleitarse carnalmente es entregarse a satisfacer los deseos carnales, darse al placer o a las pasiones de todo corazón en forma extrema. Ahora, el joven en el Salmo 1, se deleita en estudiar y meditar en la palabra de Dios. El Salmo 37:3-9 dice que debemos deleitarnos en Dios. Isaías 58:13-14 nos muestra otra manera para deleitarnos en Dios: Cuando entendemos a los necesitados. Jesús nos dijo lo mismo en Mateo 25:31-40. Debemos deleitarnos en la Palabra de Dios para hablar correctamente.
Además de querer alabar a Dios con su vida, él pensaba en los demás que lo veían. Esto lo hacía más fuerte en su decisión de honrar a Dios, porque él decía: "No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían. No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel, o Señor Jehová de los ejércitos” (Salmo 69:6).