PASAJE PARA ESTUDIO: Salmo 8.
LECTURA DEVOCIONAL: Génesis 1:1-28.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Isaías 45:12.
PROPÓSITO
Reconocer la grandeza de Dios y su poder al dar origen a la creación, en contraste con la pequeñez del hombre.
INTRODUCCIÓN
El título Gitit indica un tipo de música muy alegre. Tiene dos significados: uno es de carácter instrumental usado en Gat, y el otro es lagar. En Isaías 63:1-4 se habla del Mesías con vestidos rojos como del que ha pisado el lagar. En Israel, la gente pisoteaba las uvas en un lagar que es semejante a un gran tanque con paredes de piedra. Es una parte del proceso para sacar vino.
1. "Oh Jehová, Señor nuestro" (Salmo 8:1).
El nombre de Dios es glorioso. La pregunta que surge es ¿cuál es el nombre de Dios. En la Biblia encontramos nombres que identifican a Dios, según su manera de manifestarse a nosotros. Los nombres no describen su naturaleza absoluta, sino sólo se refieren a algunos aspectos de Dios que sobresalen cuando Él se manifiesta a los hombres; tampoco tienen la idea de un hombre poderoso. Veamos algunos nombres:
ELOHIM. En el idioma hebreo es la forma plural para majestad. En nuestro idioma, el nombre Elohim se traduce generalmente en la forma singular como “Dios” y “Señor”. La raíz de la palabra Elohim es “Poder”. Es un término que expresa la excelencia y majestad de Dios, alguien que posee un poder ilimitado.
SHADDAI. Quiere decir “El Dios Omnipotente”, “El Todopoderoso”, lo hallamos en Génesis 17:1; 28:3; Éxodo 6:3 y otros pasajes.
ADONAI. Es una palabra hebrea que en nuestro idioma se traduce como “Señor”. También es un plural que lleva en sí la idea de soberanía y poder absoluto. A veces se combina con expresiones como “Señor de señores” y Señor de toda la tierra”. Por ejemplo el autor de la epístola a los Hebreos utiliza el nombre Adonai para referirse al Señor creador de los cielos y de la tierra (Hebreos 1:10-12).
JEHOVÁ (Yahve). “El Yo Soy” de Éxodo 3:14. Indica el “Dios del Pacto”, Génesis 17:1-21, el que siempre está presente, el todo suficiente y que tiene vida en sí mismo.
Un cosmonauta ruso, al aterrizar de su viaje espacial, dijo: “Yo no vi a Dios. Él no existe”. Mientras que un cosmonauta estadounidenses expresó: “No lo vi tampoco, porque Él andaba conmigo. Hablábamos por todo el viaje”.
Una vez la presencia de Dios estuvo entre los israelitas, y los hizo temblar de espanto. Los hombres, por muy grandes que sean, son impotentes, débiles y pecadores. Por esa condición jamás podrán ver a Dios con los ojos carnales; porque no hay hombre que mire a Dios y viva.
Nosotros, sin embargo, cada vez que alzamos los ojos al cielo y vemos una senda poblada de estrellas que se mueven en el inmenso infinito, o cuando vemos el resto de su creación, nos alegramos en reconocer a nuestro Dios como el creador de todo. Lo más emocionante es saber que ese Dios, que es autor del universo, se involucra en el bienestar de cada uno de nosotros.
El salmista sencillamente reconoce a Dios como creador. No cuestionó cómo hizo Dios para hacer todas las cosas. Tampoco pensó en las teorías que sus pueblos vecinos tenían para explicar el origen de la creación. Todo esto se debió a que él conocía personalmente al autor del universo y de la vida.
En nuestros días existen hombres que intentan explicar el origen de la creación en base a distintas teorías. Por ejemplo cuando explican el origen de los seres vivos, casi siempre se basan en la teoría de la evolución. Los evolucionistas sostienen que los seres vivos tienen un antecesor común. Afirman que hace millones de años apareció una célula en algún lugar, sin padre ni madre, y que esta célula ha evolucionado hasta dar origen a todos los seres vivos. Así, por ejemplo, la célula al aparecer, evolucionó y dio origen a un renacuajo, el renacuajo, dio origen a un pez, el pez evolucionó y dio origen a un lagarto, el lagarto a su vez evolucionó y dio origen a un gato, el gato evolucionó y dio origen a un perro, y el perro al evolucionar, dio origen a un mono y el mono dio origen al hombre.
Como podemos ver, la afirmación de los hombres que se consideran sabios prefieren considerarse linaje de los animales, en lugar de considerarse hijos de Dios. En este sentido, la teoría de la evolución no es ni histórica, ni científica. Para que sea histórica, tendría que haber un testigo ocular que testifique haber visto el proceso evolutivo. No es científica porque no se puede comprobar, es decir, que ningún científico puede hacer surgir un microorganismo y hacerlo pasar por todos los períodos de la evolución hasta convertirlo en un hombre. Además, ciencia es el conocimiento exacto que se tiene de las cosas, razonado y comprobado. Ningún científico ha podido comprobar la teoría de la evolución.
Nosotros los cristianos, al igual que el salmista, no tenemos problemas en creer que todo lo que existe tiene su origen en el poder creador de Dios, según se relata en el Génesis capítulo 1. Mientras los evolucionistas hablan de que todos los seres vivos son producto de una evolución de millones de años, nosotros creemos que Dios, ahora mismo, puede crear seres como si tuvieran muchos millones de años. El honor más grande para nosotros es saber que somos creados a imagen y semejanza de Dios. Y como tales somos la corona de la creación.
A la lista anterior, se le pueden agregar más respuestas acerca de quién es el hombre, tanto de origen filosófico como científico. Sin embargo, ninguna de esas respuestas es correcta. La única respuesta verdaderamente aceptable es la que encontramos en el primer capítulo del Génesis: El hombre es un ser creado a imagen y semejanza de Dios, hecho poco menor que los ángeles. Dios lo hizo con un espíritu eterno que tiene la capacidad de poderse comunicar con Él. En el proceso de la creación, el hombre es la obra sobresaliente de Dios. Lástima que, por su desobediencia, cayó en pecado, y como consecuencia llegó a ser corrupto, débil y destinado a la muerte; algo que no estuvo en el propósito original de Dios. Sin embargo, por la misericordia de Dios, el hombre tiene la oportunidad de salvación.
Cristo habitó entre los hombres, hizo la voluntad de su Padre y finalmente murió en una cruz para pagar el precio de nuestra salvación. Después de su resurrección, envió al Consolador, el Espíritu Santo, quien vino para convencernos de nuestro pecado y de la necesidad de arrepentirnos. Él mismo nos guía a creer en Jesucristo. Todo esto es porque Dios tiene memoria de nosotros, se acuerda de que somos débiles y necesitados de Él.
Dios se ha revelado al hombre en muchas maneras. Se reveló a través de la naturaleza. La naturaleza manifiesta que su Creador es un Ser todopoderoso.
Se reveló a través de un pueblo. Dios escogió al pueblo de Israel para tratar directamente con ellos. Hebreos 1:1, dice que Dios habló de machas maneras. Por ser el pueblo escogido, Dios trató con Israel de muchas maneras: Por medio de ángeles, a través de profetas, y, en fin, fueron muchas las maneras en que Él habló a su pueblo. Dios quería que Israel fuera un pueblo santo, y, además, que sirviera de ejemplo para las otras naciones. Lamentablemente Israel nunca entendió el propósito de Dios.
También, Dios envió a su Hijo Jesucristo a este mundo. La afirmación bíblica dice: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2). La presencia de Jesucristo entre los hombres fue la revelación culminante de Dios. Jesucristo, para que su mensaje continuara expandiéndose entre los hombres, estableció la Iglesia integrada por personas redimidas por su sangre derramada en la cruz del calvario.
En la actualidad, Jesucristo sigue visitando a los hombres a través de su Iglesia. Para que la Iglesia tuviera poder para hacer este trabajo, envió al Espíritu Santo, quien nos ayuda a testificar de Cristo en todas las naciones. Así que, como Iglesia tenemos una gran responsabilidad.
El hombre únicamente encontrará su glorificación final en la obra redentora de Cristo (Efesios 2:8-10; I Corintios 15:27,28). Al terminar su obra de la redención, Cristo fue al cielo para sentarse a la diestra de Dios, desde donde intercede por nosotros. Algún día vendrá con gloria y honor con los santos (II Tesalonicenses 1:7). Los ángeles le adoran ahora (Hebreos 1:6). Lo especial de todo esto es que nosotros somos coherederos con Cristo, para que juntamente con él seamos glorificados. La gloria que vamos a recibir es la misma gloria de Cristo. Seremos partícipes de algo infinitamente superior, un cuerpo glorioso y una vida gloriosa. En su presencia cantaremos un cántico nuevo.
En Génesis 1:28 dice que Dios le cedió al hombre el derecho de señorear sobre los peces, las aves, las bestias de la tierra; lo que implica que el hombre es el encargado de administrar todas las riquezas de la tierra. Después de caer en pecado, empezó a mal administrar la naturaleza. Por ejemplo, en la actualidad es sorprendente ver cómo ha aumentado la contaminación ambiental. Los humanos no hemos tenido el cuidado de conservar la naturaleza. Las quebradas, los ríos, las lagunas y los mares están infectados con basura, aguas negras y desechos tóxicos que han matado a muchos animales. Además, hemos cortado todos los árboles, sin reponerlos. Hemos incendiado los bosques. Como consecuencia, tenemos la falta de lluvia, y que el aumento de la temperatura sea cada día mayor. Si seguimos haciendo esto, muy pronto convertiremos nuestro planeta tierra en un desierto.
Como cristianos tenemos la responsabilidad de sembrar árboles y cuidar todos los recursos naturales. La iglesia evangélica debe tener un plan de educación para sus miembros con el fin de cuidar el medio ambiente. Los evangélicos no debemos tirar basura en la calle, ni en los ríos; no debemos incendiar los bosques, ni matar a los animales silvestres sin necesidad. En cambio, debemos mantener limpia nuestra ciudad o el lugar donde vivimos; debemos sembrar árboles porque nos dan oxígeno. Recordemos que somos administradores de Dios, y, como tales debemos cuidar del resto de la creación de Dios. Por cada animal que matemos innecesariamente, daremos cuenta a Dios.
Actualmente la tecnología está muy avanzada. Esa misma tecnología nos puede servir para concientizar a la gente a cuidar nuestro medio ambiente. Ejemplo: podemos transmitir mensajes por la radio, en los periódicos y otros medios.
El salmista nos insta a alabar al Creador de esta gran naturaleza, el Creador de nuestro propio ser. Unámonos, pues, al canto del salmista y digamos: “Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra”.