LECCIÓN No. 9 (regresar
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JEHOVÁ ES NUESTRO GUARDADOR
PASAJE PARA ESTUDIO: Salmo 121
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo Isaías 41:13-20
TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmo 121:2
PROPÓSITO
Entender que Dios fortalece nuestra fe, y nos da
una esperanza de que bajo sus cuidados estamos seguros.
INTRODUCCIÓN
El Salmo 121 corresponde a un grupo de Salmos que
va desde el Salmo 120 hasta el Salmo 134, catorce capítulos en total.
Cada uno de estos salmos lleva una identificación de “cántico
gradual”. Literalmente quiere decir “Cántico de Gradas” o
para “las subidas”. Fueron compuestos específicamente para
el uso exclusivo del pueblo cuando subían a Jerusalén para
celebrar las fiestas, (Véase Deuteronomio 16:16).
Los israelitas debían ir a Jerusalén
por lo menos tres veces al año. Mientras viajaban sin duda
observaban los fenómenos naturales que a veces eran estremecedores,
a tal grado que podían provocar la muerte de los seres humanos.
El salmista se da cuenta de que mientras caminamos en este mundo, sin la
protección de Dios, nuestra vida no tiene seguridad. El alza
sus ojos a los montes y ve que en un momento de peligro bien podría
refugiarse allí; pero, de todos modos no tendría seguridad;
entonces se pregunta: “¿De dónde vendrá mi socorro?”
Luego se responde él mismo: “Mi socorro viene de Jehová,
que hizo los cielos y la tierra”.
DESARROLLO DE LA LECCIÓN
1. "Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá
mi socorro?" (Salmo 121:1a).
Los que viajaban a Jerusalén podían
ver las montañas entre las cuales estaba situada la ciudad.
Dios había escogido esta ciudad para morar en ella. (Véase
Deuteronomio 16:15-16; 12:5; I Reyes 8:10-11; 11:32; Esdras 1:1-3).
La percepción del salmista, al contemplar los montes, es clara:
No había allí ningún elemento en que pudiera confiar.
Los elementos naturales, por ser creación de Dios, son motivos de
nuestra admiración, pero no se puede encontrar refugio en ellos.
Cuando alzamos nuestros ojos y vemos este mundo,
nos damos cuenta de que no existe nada en que se pueda confiar verdaderamente.
Los conocimientos científicos, aunque son útiles, no pueden
resolver los problemas del mundo. Muchas personas mueren por diversas
enfermedades, a pesar de que la ciencia médica está muy avanzada.
A esto hemos de agregar los destrozos que han causado los fenómenos
naturales, tales como los terremotos, tornados e inundaciones.
La capa de ozono, que sirve de filtro a los rayos
del sol, se está deteriorando por la imprudencia del mismo hombre.
La temperatura de nuestra atmósfera es cada día más
alta. El hielo que se encuentra en los polos del planeta tierra
se está derritiendo. En consecuencia, el mar está aumentando
y la parte sólida de la tierra cada día es más reducida.
Todo esto demuestra que en nuestro mundo no hay seguridad. ¿De
dónde vendrá nuestro socorro? Lo cristianos no tenemos
problemas en contestar esta pregunta. Nuestro socorro viene de Dios.
Al fin de cuentas este mundo tendrá que terminar, y Dios creará
cielos nuevos y tierra nueva.
2. “Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra”
(Salmo 121:2).
En este pasaje, el salmista dice dos verdades principales:
Primero, Dios es todopoderoso y puede socorrer. Segundo, Dios es
Creador; Él hizo los cielos y la tierra. Aquí sobresale
una confianza profunda en que si Dios es el autor de todo lo que existe,
también es suficiente para proteger a sus criaturas. Nótese
que el escritor exalta la grandeza y el poder de Dios en todo sentido.
Además, reconoce su condición indefensa y se somete bajo
el cuidado de Dios. No se gloría de su capacidad humana.
Bien dijo Dios: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su
valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme
y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías
9:23-26).
De manera que, en cada momento de nuestra vida podemos
confiar en la protección de Dios, aunque las cosas estén
fuera de nuestro control. Hay que recordar que Él es soberano
y tiene dominio de todo. De este pasaje se aprenden varias enseñanzas
importantes:
-
Dios tiene poder para socorrernos.
-
Dios es creador de los cielos y de la tierra. Es maravilloso pensar
en todas estas cosas. Por ejemplo, cuando elevamos los ojos al cielo,
vemos un gran espacio poblado de estrellas, a lo que llamamos galaxia.
Los astrónomos dicen que hay quinientos millones de galaxias, y
que en cada galaxia hay más de cien mil millones de estrellas, soles,
planetas y lunas. ¡Esto es motivo de glorificar a Dios!
-
Dios es sustentador de todas las cosas (Colosenses 1:17). En el universo
no se mueve nada sin el control de Dios. Imaginémonos esos
millones de astros que se mueven en el espacio a una gran velocidad de
600 kilómetros por segundo, o sea, más de dos millones de
kilómetros por hora. El único que puede controlar todos
los movimientos de los astros es Dios. De lo contrario el universo
sería un desastre.
-
Dios es el que gobierna todo. Daniel 4:25 dice que los reinos son
parte del plan de Dios, y Él los controla. Ellos no pueden
hacer más de lo que Él les permite.
-
Él conduce todas las cosas a su destino señalado.
3. “No dará tu pie al resbaladero” (Salmo 121:3a).
El sentido de este versículo es que Dios
nos mantendrá perseverantes en nuestro camino. Nos guarda
para que no suframos ninguna tipo de caída (Salmo 40:2; Proverbios
16:9; Judas 24). Los cristianos, que muchas veces desfallecen en
la vida espiritual, no tienen ningún pretexto para justificar sus
debilidades, ya que Dios nos ha dado promesas para mantenernos firmes.
4. “No se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”
Salmo 121:3-4).
Una anécdota nos cuenta que una mujer demandaba
del Sultán de Turquía una indemnización por la pérdida
de sus bienes.
-¿Cómo los perdiste? -preguntó el
Sultán.
-Me dormí, y los ladrones vinieron y me los robaron
-respondió la mujer.
-Pero ¿por qué te dormiste? -le preguntó
una vez más el Sultán.
La mujer respondió:
-Me dormí porque creía que ustedes estaban
despiertos.
Al Sultán le agradó aquella respuesta
y la confianza que aquella mujer tenía en su gobierno. Inmediatamente
ordenó que se le pagara cada uno de los bienes que los ladrones
le habían robado.
En los países se espera que los gobiernos
humanos velen por el bienestar y seguridad de todos los ciudadanos.
Sin embargo, ellos han fracasado en velar por la seguridad de la gente.
En cambio, nuestro Dios nos falla ni nos fallará jamás.
Entre el versículo 3 y el 4 hay una diferencia.
En el versículo 3, la promesa de protección es para una persona
individual: “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá
el que te guarda”. Mientras que en el versículo 4, la protección
es para un pueblo: “He aquí, no se adormecerá ni dormirá
el que guarda a Israel”. Esto indica que Dios nos protege a nosotros
en forma individual y también a nuestra familia y a nuestros pueblos.
Jehová, el que guarda a Israel, no se cansa
ni tiene necesidad de dormir. Muchas naciones han desaparecido, pero
Israel a pesar de su desobediencia todavía sigue existiendo.
La razón principal es que Dios cumple con sus promesas. Él
había dicho que si Israel se corrompía, pero luego se arrepentía,
Él estaría listo a perdonarlos (Véase Deuteronomio
4:25-31; 9:4-6).
Realmente no sabemos exactamente de cuántos
peligros nos ha librado nuestro Dios. Si Él no nos guardara
quizá ya hubiéramos muerto.
4. “Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano
derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de
noche” (Salmo 121:5-6).
Una vez más se incluye el principio fundamental
para la seguridad del ser humano: Dios es el guardador. El ser sombra
a nuestra mano derecha, indica que él siempre está a nuestro
lado para protegernos. Al saber que Dios está a nuestro lado,
con mayor razón tenemos la obligación de vivir en santidad,
ya que Él ve todo lo que hacemos y conoce nuestros pensamientos.
Tengamos el cuidado de hacer siempre lo que le agrada.
5. "Jehová te guardará de todo mal; él guardará
tu alma" (Salmo 121:7).
El salmista, conocedor del poder de Dios, declara
que en Dios hay completa seguridad. Se nota claramente que Dios cuida
a sus hijos, tanto en el aspecto físico como también en el
aspecto espiritual. La ayuda de nuestros amigos y familiares se limita
únicamente en la vida terrenal, pero los cuidados de Dios trascienden
la vida espiritual. Por eso Jesús dijo que no había
que temer a los que matan el cuerpo, sino aquel que después de haber
quitado la vida, tiene poder de echar al infierno. Por eso los que
gozan de la protección de Dios, deben mantener sus cuerpos en constante
sujeción, sabiendo que es el Templo del Espíritu Santo.
Los primeros cristianos fueron perseguidos y sometidos
al martirio. Muchos de ellos fueron muertos por causa del Evangelio,
pero sus almas estaban guardadas por el Dios Todopoderoso. Véase
el caso de Esteban en Hechos 7.
6. “Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y
para siempre” (Salmo 121:8).
La promesa es clara. Dios protege totalmente
a los que le temen y guardan sus mandamientos. No está limitado
por el tiempo ni por el espacio. El individuo, al llegar a este mundo,
tiene la oportunidad de confiar en Dios. Él le puede guardar
y ayudarlo en todo lo que debe realizar mientras viva en esta tierra.
Puede salir de su casa a trabajar y hacer todo lo necesario del día,
y Dios estará con él para protegerlo. Además,
cuando el hombre parte de este mundo hacia la eternidad, Dios puede guiarlo,
guardarlo y proveerle un lugar seguro para su morada eterna. El que
se hace al lado de Dios, no pierde nada. Sólo el que se aleja
de Dios lo pierde todo.
Un gran predicador que estaba gravemente enfermo
escribió en su diario lo siguiente: “Después que recuperé
un poco las fuerzas, procuré hallar paz y descanso pensando que
Cristo era mi hermano, pero esto no me dio consolación ni tranquilidad.
Entonces pensé en Él como mi Señor, y mi alma halló
la paz que deseaba”. Al referirse a esta experiencia, el doctor Dale
dijo: “No era simpatía lo que necesitaba en aquella hora, sino el
conocimiento de que estaba en las manos de uno que era mi Salvador y Señor.
Esto me infundió fuerzas, me dio seguridad y descanso de corazón”.
Esto es precisamente lo que nos hace fieles en tiempos
de turbulencia e inquietudes. Necesitamos más que uno que
simpatice con nosotros. Es sólo el Todopoderoso, nuestro Señor,
quien puede suplir nuestras necesidades. Él nos da fuerza,
valor, ánimo y paz al recordar que Él es amoroso, misericordioso,
bondadoso y grande. Él es Rey de reyes y Señor de señores.
Es Creador y Sustentador de la tierra y de todo el universo.
Nuestras dificultades tienden a opacar su presencia
en nuestra vida; pero si clamamos a Él con los ojos de la fe, seremos
victoriosos ante las dificultades.
CONCLUSIÓN
Cuando estamos haciendo la voluntad de Dios y vivimos
en completa sumisión a Él, no tenemos por qué rendirnos
ante el temor. Aquí sólo somos peregrinos, y, por lo
mismo, debemos esforzarnos. Recordemos esto:
-
Dios es nuestro socorro.
-
Dios es nuestro guardador.
-
Dios es Creador.
-
Dios cuida nuestros pasos.
-
Dios es compañero.
-
Dios nos guía hacia el cielo.
-
Dios es nuestra seguridad.
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