PASAJE PARA ESTUDIO: Salmo 34
LECTURA DEVOCIONAL: Isaías 42:10-17
TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmo 125:1
PROPÓSITO
Reconocer que Dios quiere que dependamos totalmente de Él, y que le adoremos constantemente, sin importar las circunstancias que nos rodean.
INTRODUCCIÓN
David, al ser liberado, marchó a la cueva de Adulam, donde se encontró con sus amigos. Él, al meditar en la situación de donde había escapado y la manera como había actuado delante de sus enemigos, tuvo vergüenza. Sentía a la vez la gran misericordia al Dios en permitirle la vida. Ahora desea instruir a otros en los caminos de Dios, acerca de su grandeza y fidelidad para con los que le temen.
I. DIOS QUIERE QUE LE ADOREMOS (Salmo 34:1-6)
A. BENDECIR A DIOS EN TODO TIEMPO (34:1)
“Bendecir”, “bendito”. Estas palabras se derivan principalmente del término hebreo “baruk” y del término griego “eudokía”. En algunas ocasiones “bendecir” quiere decir enriquecer, prosperar, proteger, multiplicar (Diccionario Teológico Beacon, p. 32). En el Salmo 34:1, el término “bendecir” es una expresión de gratitud y adoración a Dios. El escritor expresa su disposición a agradecer a Dios en una manera permanente. Las circunstancias de la vida no son la condición para bendecir a Dios; se puede agradecer a Dios aun en circunstancias adversas. El salmista sabía que Dios lo comprendería; por lo mismo no se aparta de Él.
Al igual que el salmista, nosotros también tenemos quién nos comprenda. Hebreos 4:15-16 dice que tenemos un sumo sacerdote, Jesucristo, que puede compadecerse de nuestras debilidades. Por esa razón podemos acercarnos confiadamente a Él para encontrar protección.
B. EXALTAR SU NOMBRE (Salmo 34:3)
Exaltar el nombre de Dios significa elevarlo a un lugar de honor lo más alto posible. De hecho, en el universo Dios ocupa un lugar prominente. Él es glorioso, soberano e infinito. No hay nada que no esté bajo su control. En nuestra vida, Dios debe ocupar un lugar de honor. Por eso debemos exaltar su nombre viviendo vidas santas, alejados de todo tipo de pecado. No exaltamos el nombre de Dios cuando en el Templo damos apariencia de piedad, y en nuestra vida privada practicamos la mentira, el odio, la avaricia u otro tipo de pecado. ¡Vivamos vidas santas agradables a Dios!
C. RECONOCER SU OBRA PROTECTORA (Salmo 34:4-7)
Vss. 4-5. Estos versículos relatan un verdadero milagro en favor de sus siervos. Esto implica que cuando dependemos de Dios, anticipadamente disfrutamos de una victoria segura. Lástima que muchas veces, cuando tenemos problemas, en lugar de buscar a Dios en oración, acudimos a los recursos humanos, y dejamos a Dios de último. Esto no debe ser así. El mundo actual está sumergido en grandes crisis económicas y sociales. Hay guerras, hambre, enfermedades, y muchos viven atemorizados. Si tan solamente buscaran a Dios, el temor desaparecería y habría sanidad para todos. Todo aquel que mira a Dios no es avergonzado. ¡Solamente Dios tiene la respuesta para los problemas del mundo!
Vss. 6. El salmista testifica que ante el peligro que lo asediaba, clamó a Jehová. La respuesta de Dios fue inmediata. Lo libró de todos sus temores. El mundo en que vivimos no es agradable, pues los problemas y los peligros aumentan constantemente: Los secuestros, los robos, asesinatos y tantas formas de maldad que nos rodean. Si clamamos a Dios estamos seguros de que Él nos puede librar no sólo de nuestros temores, sino también de que seamos víctimas del mal. Como Iglesia debemos clamar a Dios y a la vez debemos proclamar su nombre entre la gente que no le conoce. Suponiendo que Él no nos librara de una situación triste aquí en la tierra, aun así debemos serle fieles. Debemos guardar la esperanza de que llegará el día cuando Él reinará con justicia, y entonces nosotros seremos premiados con ir al cielo en a misma presencia.
El versículo 7 describe el cuidado de que gozan los que temen a Dios: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Muchas veces salimos a la calle y regresamos a nuestro hogar en paz, pensando que nada ha sucedido. Sin embargo, ha sido el ángel de Jehová quien nos ha librado. Reconozcamos esta verdad.
Debemos aclarar, sin embargo, que es a Dios a quien tenemos que clamar, no a los ángeles. Es prohibido clamar a los ángeles. Cuando pidamos algo a Dios, debemos pedirlo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así lo enseñó Cristo en su santa Palabra (Juan 14:13-14; Mateo 6:5-13).
Vs. 8. En este versículo se nos invita a venir a ver al Dios santo y bueno. De hecho es la más grande invitación que recibimos. Verdaderamente, Dios es infinitamente bueno. Muchas veces nosotros lo ofendemos, lo desobedecemos, tenemos en poco su obra, y, aún así Él nos ayuda y nos guarda. Cuando un asesino, ladrón, mentiroso, estafador, incluso secuestrador se arrepiente, Él le perdona. Todo esto lo hace porque Él es bueno. Por eso el salmista dice: “Dichoso el hombre que confía en Él”. Dichosos nosotros que confiamos en Él.
Vs. 9-11. Para recibir todas las bendiciones de Dios, se requiere que nuestra reverencia ante Él sea permanente. Lo que se nota aquí es que a la par de la bendición va la condición. La afirmación bíblica las presenta de la siguiente manera: “Temed a Jehová vosotros sus santos” (vs. 9a), “Venid, hijos oídme; el temor de Jehová os enseñare” (vs. 11). El temor aquí no es el terror que experimentan los que están ante un peligro. Es una actitud de respeto hacia el Dios bueno y santo. Los que le respetan disfrutan de una abundancia. El salmista describe las bendiciones de Dios en términos absolutos: “Pues nada falta a los que le temen” (vs. 9b); “Los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (vs. 10c).
B. DIOS QUIERE QUE TENGAMOS VIDA ABUNDANTE (Salmo 34:12-14)
Vs. 12. En este versículo se hace una pregunta retórica que tiene incluida la respuesta. “¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? La respuesta es todo ser humano normal desea vida. Dios puede dar vida abundante.
Vss. 13-14. En este versículo se nos dan los requisitos para obtener la vida abundante y para permanecer en ella:
No hacer la voluntad de Dios tiene que ser un resultado tremendamente terrible. Las declaraciones de los versículos 16 y 21 describen la aplicación de la justicia de Dios a los individuos que considerándose autosuficientes se deleitan en hacer el mal. “La ira de Jehová contra los que hacen mal, para cortar de la tierra la memoria de ellos” (vs. 16). “Matará al malo la maldad, y los que aborrecen al justo serán condenados” (vs. 21). Los hombres sólo tienen la libertad de escoger entre hacer el bien o el mal; pero no tienen libertad de decidir cuáles serán las consecuencias de sus hechos. Ningún hombre que hace cosas malas escapará del castigo de Dios.
Los versículos 15, 17-20 y 22 no necesitan
mayor explicación: Mencionan claramente los beneficios de la protección
de Dios para el justo. Dios protegerá a los que se esfuerzan
por agradarle, a pesar de las circunstancias adversas.