INTRODUCCIÓN
En los días de Juan, la estructura de la comunión
de los cristianos estaba amenazada por las herejías y la discordia.
No olvidemos que el apóstol estaba contrarrestando las falsas doctrinas
y el orgullo, los cuales perjudican la unidad de la Iglesia. Esto es
un desafío para todos los cristianos a amarse unos a otros.
I. LA PRIMERA PRUEBA DE NUESTRA RELACIÓN CON DIOS
(I Juan 2:7-11)
A. LA OBEDIENCIA AL MANDAMIENTO DEL AMOR (I Juan 2:7-8)
Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos “(San Juan
14:15.
1. ¿Cuál es ese mandamiento antiguo?
Véase I Juan 3:11. La frase ‘Desde el principio’ (I Juan 2:7)
puede significar desde el comienzo de la raza humana, porque el mandamiento
de amar procede de la naturaleza misma de Dios, pues Dios es amor.
Desde que Dios formó a Su pueblo como una nación diferente,
con leyes diferentes le mandó: “No te vengarás, ni guardarás
rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como
a ti mismo. Yo Jehová” (Levítico 19:18).
Cuando Jesús comenzó la formación de un nuevo pueblo,
les dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;
como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis
amor los unos con los otros” (San Juan 13:34-35).
2. ¿Por qué dijo Jesús que este mandamiento
era nuevo? (I Juan 2:8). Porque Jesús mismo lo había
cumplido y, además, lo pone como uno de los deberes principales de
cada uno de los que formamos el pueblo de Dios, y de todos los que quieren
amar a Dios verdaderamente (Mateo 22:37-40). Jesús dijo que
este mandamiento es nuevo porque se puede cumplir. No es nada difícil.
Con el poder de la gracia todos los hombres están capacitados para
cumplir con este mandamiento de amar a los demás.
3. También, este mandamiento era nuevo porque Jesús
estaba poniéndose como modelo del amor que sus discípulos deben
seguir, (Juan 13:34). Antes se había practicado el amor como
un deber, pero en adelante el amor sería la expresión espontánea
de un corazón que conoce a Jesucristo. Amar es evidencia de
que estamos en la luz. No amar demuestra que todavía estamos
en tinieblas. Si no hay amor, no hay buenas relaciones con los demás.
PARA DISCUTIR
¿En qué medida nos amamos nosotros dentro de nuestra Iglesia?
B. NUESTRA RELACIÓN CON DIOS ESTÁ DEMOSTRADA
POR NUESTRA RELACIÓN CON LOS DEMÁS (I Juan 2:9-11)
En estos versículos Juan nos presenta dos caminos
a seguir: el camino del amor o el camino del odio. Lo primero que nos
llama la atención es la manera como Juan ve las relaciones personales
con los términos de amor u odio. No hay término medio.
Para Juan, un hombre o está caminado en la luz del amor o está
caminando en las tinieblas de maldad.
1. El apóstol Juan dice que si amamos a nuestro
hermano, andamos en la luz y no hay nada en nosotros que nos haga tropezar.
Esto quiere decir que el amor es la única que nos capacita para progresar
en la vida espiritual; mientras que el odio nos imposibilita el progreso.
El odio impide el crecimiento del hombre porque se interpone entre él
y Dios, y entre él y su prójimo. No olvidemos que quien
tiene odio, amargura, resentimiento, y no está dispuesto a perdonar,
no puede crecer en la vida espiritual.
2. Juan continúa diciendo que quien aborrece a su
hermano anda en tinieblas sin saber a dónde va, porque las tinieblas
lo han cegado. El odio ciega al individuo. Cuando un hombre guarda
odio y amargura en su corazón, evidentemente su raciocinio se oscurece.
No puede tomar decisiones, ni ver ninguna cuestión claramente.
Es bastante común observar a un hombre oponerse a una propuesta buena
y útil, sólo porque siente aversión o está enemistado
con el hombre que la hizo. Cuántas veces el progreso de un proyecto,
iglesia o asociación es detenido a causa de las enemistades personales.
El amor capacita al hombre para andar en la luz; el odio lo lleva a las tinieblas,
aun cuando no lo creamos así. Escojamos el camino de la luz,
del perdón y del amor. Este es el camino de la vida.
PARA DISCUTIR
1. ¿Cómo se pueden superar las enemistades?
2. ¿Qué trabajo deben realizar los líderes
para que no haya enemistades dentro de la iglesia?
II. EL MANDAMIENTO A NO AMAR AL MUNDO (I Juan 2:12-17)
Acabamos de ver un mandamiento positivo, el mandamiento
a amar, ahora veamos el aspecto negativo de este mandamiento, la amonestación
a no amar al mundo. Se entiende por “mundo” todo el sistema pagano
que sólo incita a hacer el mal.
A. ES UNA AMONESTACIÓN A TODA LA FAMILIA DE DIOS
(I Juan 2:12-14).
1. Las expresiones que sugieren tres categorías
de personas a las que Juan escribe, “hijitos”, “padres”, “jóvenes”,
son expresiones de cariño que representan a todo el grupo de la iglesia.
Es decir, que la responsabilidad de separarnos del mundo es de todos los
que integramos la Iglesia del Señor.
2. Su amonestación tiene como fin animar a los cristianos
a que sigan adelante y prevenirlos en contra de las tentaciones de las que
nadie puede escapar, pero sí evitar caer en ellas. Satanás
puede ser vencido sólo estando en Jesucristo.
PARA DISCUTIR
¿Cómo podemos mantenernos íntegros en medio de una sociedad
corrupta?
B. ES UNA AMONESTACIÓN A NO AMAR AL MUNDO (I Juan
2:15-17)
1. SIGNIFICADO DEL TÉRMINO “MUNDO”
El término “mundo” tiene varios significados tal como lo usa Juan.
En la frase “porque de tal manera amó Dios al mundo...” (Juan 3:16),
se refiere a la raza humana. Véase también I Juan 2:2.
En la frase “y el mundo por Él fue hecho” (Juan 1:10), significa el
globo terráqueo. En Juan 6:14, “este es el profeta que había
de venir al mundo”, significa la tierra habitable.
¿A qué se refiere este párrafo de I Juan 2:15-17?
Aquí Juan lo usa para denotar el estilo de vida entre hombres pecaminosos,
que están alejados o separados de Dios, opuestos a Él.
2. ELEMENTOS DE LA VIDA MUNDANA
El apóstol nos presenta tres elementos principales de la vida mundana:
a. “Los deseos de la carne”, o sea, el deseo de los deleites
sensuales. Estos no se refieren a los apetitos naturales del cuerpo,
sino a los deseos ilícitos que tratan de esclavizar al alma.
Podemos mencionar como ejemplo, las glotonerías, la embriaguez y las
relaciones sexuales fuera del matrimonio.
b. “Los deseos de los ojos”: el deseo de ver espectáculos
impuros o malsanos, incluyendo la pornografía; todo lo que los ojos
desean desordenadamente. Hasta el amor a la belleza y al conocimiento pueden
resultar en sustitutos mundanos, contrarios al amor de Dios.
c. “La vanagloria de la vida”, o sea, la exhibición
vanidosa de lo que uno tiene, sabe o puede hacer, para ser admirado y así
satisfacer el ego. El sentido necio de seguridad y satisfacción
en las cosas que tan pronto van a desaparecer, la complacencia necia por
la superioridad que se piensa tener sobre los demás. Todo esto
no proviene del Padre, sino del mundo.
Lo que la Palabra de Dios nos está enseñando es que debemos
hacer una clara división entre el mundo y la Iglesia. No podemos
amar a Dios y al mundo al mismo tiempo. Jesús mismo dijo: “Ninguno
puede servir a dos señores” (Mateo 6:24). La decisión
final sigue siendo la misma. ¿Amaremos al mundo u obedeceremos
a Dios?
PARA DISCUTIR
¿Podrá notarse la diferencia entre el mundo y la Iglesia en
la actulidad?
APLICACIÓN
Muchas veces nos frustramos al no
poder ayudar a todos los que sufren necesidades, lo cual es literalmente
imposible. La mejor medida para aplicar el amor es ayudar al prójimo
(que es la misma palabra próximo), el que está más cerca.
Por lo menos, asegurémonos que todos aquellos que llegan a nosotros
por ayuda material, espiritual, afectiva, o de otra índole, la obtengan
de nosotros de acuerdo a nuestras posibilidades.
Las nuevas corrientes han distorsionado
la palabra amor, la han torcido para que se acepte a las personas con todas
sus torceduras, pecados, desviaciones, ideas raras, etc. Para muchos
hoy es falta de amor reprobar el homosexualismo, los vicios, las doctrinas
falsas, etc. Los cristianos debemos aprender a amar a cada persona,
porque es imagen de Dios y hacerlos el objeto de nuestro afecto cristiano.
Pero, a la vez, debemos ser firmes y leales a la Palabra de Dios al pedirles
que abandonen sus malos caminos, y tenerles paciencia hasta que lo logren.
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PREGUNTA PARA CONSIDERAR
1. ¿En que formas podemos mostrar amor al pecador
y al mismo tiempo reprobar su pecado?
2. ¿Quién es nuestro prójimo?
CONCLUSIÓN
La mejor manera de probar que somos hijos de Dios es demostrándolo
con nuestra propia vida; una vida de amor para todos: tanto hermanos en la
fe como los inconversos, y una actitud de condenación al pecado.