INTRODUCCIÓN
Es obvio que existe pecado en el mundo, pero no debemos
olvidar que Cristo vino a deshacer las obras del diablo (I Juan 3:8).
Jesús oró para que sus discípulos fueran guardados del
mal de este mundo (Juan 17:15). No podemos vivir santamente sin la
ayuda del Señor, pero, por medio de Cristo y de su sacrificio en la
cruz del calvario, sí podemos vivir en victoria sobre el pecado.
Por eso, nosotros como cristianos, debemos tener características especiales
que nos distingan del mundo pecaminoso. ¿Cuáles son esas
características?
I. NUESTRO MODO DE VALORAR EL AMOR DE DIOS
En las lecciones anteriores vimos que Juan nos presenta a Dios como luz (I
Juan 1:5), ahora nos lo presenta como el Dios de amor.
¿QUÉ SIGNIFICADO TIENE EL AMOR DE DIOS PARA NOSOTROS?
1. El poder ser hechos hijos de Dios (I Juan 3:1).
Juan especifica que quien da Su amor es el Padre. Juan dice recuérdenlo,
considérenlo, es un privilegio. Si los hombres consideran un
gran honor llevar el nombre de un gran personaje de la historia o tener el
apellido de un gran hombre, cuánto más honor debe ser para
nosotros los cristianos llevar el nombre de Dios.
Somos llamados hijos de Dios, y en verdad lo somos, nos asegura el apóstol.
Consideremos ese amor manifestado en Cristo. Por eso quien recibe al
Hijo tiene el derecho de ser llamado hijo de Dios (Juan 1:12).
2. Los cristianos tenemos un modelo divino que viene de
Dios (I Juan 3:1). Si los cristianos tenemos ese gran honor, ¿por
qué el mundo nos ignora? El apóstol advierte que el mundo
quizá no nos entiende, pero eso no es lo que importa, pues Jesús
aun siendo el modelo de amor, fue rechazado por Su propio pueblo (Juan 1:11).
3. Los cristianos podemos vivir en la seguridad de una
gloria futura. Nosotros podemos saber ahora mismo que somos hijos de
Dios y disfrutar de ese privilegio ahora mismo.
4. Podemos vivir santamente (I Juan 3:3). La vida
santa sólo es posible cuando nos compenetramos del amor de Dios y
cuando ese amor llena nuestros corazones.
Todo hombre que ponga a Dios como el modelo de su vida, tendrá como
resultado una vida pura así como Él es puro.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
1. ¿En qué manera Dios demostró que
nos ama?
2. ¿Cómo valoramos el amor de Dios?
II. NUESTRO MODO DE VER EL PECADO (I Juan 3:4-8)
La palabra de Dios aquí recalca la verdad de que el vivir en pecado
e impureza es lo mismo que rechazar el amor de Dios. Veamos las razones
por qué la práctica del pecado es incompatible con la vida
cristiana.
El pecado es infracción de la ley de Dios (I Juan 3:4). Pecar
es quebrantar la ley de Dios. El pecado, en realidad, es desobediencia.
Desobediencia a qué ley, a la ley del amor. La desobediencia
surge del odio, como la obediencia se origina en el amor (Romanos 13:10).
Jesús vino para quitar nuestros pecados (I Juan 3:5). El murió
en la cruz del calvario para darnos una vida libre del pecado. Así
como Jesucristo no tiene pecado, nosotros tenemos que ser semejantes a Él.
El que practica el pecado, todavía no ha conocido a Cristo (I Juan
3:6). El cristiano es aquél que lo ha conocido en una experiencia
transformadora. Por lo tanto, el cristiano no puede continuar pecando
como lo hacía antes de conocer al Señor.
Al creyente se le demanda una vida recta como la de su Señor (I Juan
3:7). La fe se demuestra a través de las obras (Santiago 2:20-26).
El que practica el pecado es del diablo (I Juan 3: 8). Con esto Juan
no condena a aquellos que pecan por la fragilidad humana, lo que ya se admitió
que es posible (I Juan 2:1). Está hablando más bien de
aquellos que rechazan a Jesús y pecan habitualmente. De esto
Jesús mismo dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los
deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44).
Si algún miembro de su clase de Escuela Dominical ha pecado, recuérdele
que hay perdón y limpieza en la sangre de Jesús (I Juan 1:9).
“Cristo vino para deshacer las obras del diablo”. Sí, estimado
hermano, si Satanás ha estropeado la obra de Dios en su vida, Cristo
la puede restaurar. Esto puede ocurrir ahora mismo si usted le invita
a su corazón.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
1. ¿Qué es pecado?
2. ¿Cómo podemos mantenernos alejados del
pecado?
III. NUESTRO ESTILO DE VIDA (I Juan 3:9-10)
Otra de las características que distingue a un cristiano la encontramos
en los contrastes que hace Juan en el versículo 10: “Los hijos de
Dios y los hijos del diablo”. ¿Cómo podemos distinguir
entre estos dos tipos de personas? Pues, por su estilo de vida.
Jesús dijo: “Así que, por sus frutos los conoceréis”
(Mateo 7:20).
El versículo 9, dice que la persona que ha sido transformada por el
amor redentor de Dios no continúa en el pecado. Esto es obvio,
pues, no podemos ser hijos de Dios e hijos del diablo al mismo tiempo.
También encontramos otra declaración muy importante en el versículo
9, que el cristiano posee algo que los no cristianos no tienen: “La simiente
de Dios. La naturaleza divina de la que se nos hizo participantes en
el nuevo nacimiento (I Juan 5:11; I Pedro 1:23).
En la última parte de este versículo parece darse la idea de
que los hijos de Dios ya no pueden pecar, o que están incapacitados
para no pecar. Pero en el capítulo 1:9, vimos que es posible
cometer pecado, pero se dijo también cómo es posible la limpieza.
Lo que en realidad está enseñando el apóstol es que
los cristianos tienen en su corazón la simiente de Dios, la naturaleza
de Dios, la Palabra de Dios (Santiago 1:18; I Pedro 1:23), que los capacita
para que no hagan del pecado su estilo o la práctica de su vida.
Hemos visto cómo Juan ha hecho una distinción entre el cristiano
y el mundo. El apóstol declara francamente
que los que han recibido la experiencia del nuevo
nacimiento (I Juan 3:10) son los hijos de Dios, y los que no la han recibido
son los hijos del diablo. Los hijos de Dios somos extranjeros para
“el mundo”. Los hijos del diablo son extraños para Dios.
Los hijos de Dios se aman unos a otros, viven vidas justas y no pecan.
PREGUNTAS PARA DISCUTIR
1. ¿Qué significado tiene para usted el amor
de Dios?
2. ¿Cómo el conocimiento de ese amor de Dios
ha cambiado su vida y la de su familia?
3. ¿Por qué no se puede ser un hijo de Dios
y continuar en la práctica del pecado?
4. ¿Cómo podemos distinguir entre los hijos
de Dios y los hijos del diablo?
APLICACIÓN
El tema del pecado no está
muy de moda en algunos círculos cristianos modernos. Se dice que condenar
el pecado es dañar la autoestima de los que andan lejos de Dios.
Mucha de la música de hoy sigue la misma corriente, evita hablar del
pecado y llamar al arrepentimiento. Es interesante notar que tanto
Juan el Bautista como Jesús mismo comenzaron sus ministerios anunciando:
“Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado”, Mat.
3:2; y “¡Arrepentíos y creed en el evangelio!”,
Mr. 1:15.
Los seguidores de la Nueva Era,
y aun muchos falsos cristianos, afirman clara o veladamente, que el hombre
es un pequeño dios, que es esencialmente un espíritu de naturaleza
divina y, por consiguiente, no tiene pecado. Sólo hay que despertarlo
a la conciencia de que es un dios y luego reeducar su mente para pensar positivamente.
Al pensar positivamente evitará enfermarse y ser pobre.
La Biblia afirma que todos los humanos
hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios y que la única
forma de ser salvos es arrepentirnos y aceptar a Jesucristo como único
y suficiente Salvador.
|
PREGUNTA PARA CONSIDERAR
¿Cuáles son los temas predominantes en la predicación
de muchos cristianos modernos muy populares?
CONCLUSIÓN
Que el amor de Dios nos inspire a consagrar nuestras vidas
a Cristo, a vivir una vida santificada y ver el pecado como Dios lo ve.
Que en nuestro modo de vivir se pueda ver una clara distinción entre
los hijos de Dios y los hijos del diablo. Que el amor de Dios hacia
nosotros sea el móvil de nuestro amor hacia Él y nuestros hermanos.