INTRODUCCIÓN
El pasaje de estudio para hoy compara la senda de Cristo
y el amor, con la senda de Caín y el odio. A la luz de este
contraste, vemos que en esta vida todos los seres humanos formamos fila detrás
de uno de estos dos personajes de la historia. Estudiemos la porción
y consideremos, a la luz de la Palabra de Dios, tras el ejemplo de
quién vamos nosotros.
I. ¿CÓMO PODEMOS COMPROBAR QUE TENEMOS AMOR?
A. CUANDO NUESTRO CORAZÓN ESTÁ LIBRE DE ODIO
Y ENVIDIA (I Juan 3:11-18)
En I Juan 3:10, en la lección anterior, el apóstol Juan demostró
la prueba de la rectitud. Luego, en el versículo 11, pasa a
demostrar la prueba del amor, el amor fraternal: “Que nos amemos unos a otros”.
Este es un mandamiento que reveló desde el principio del Evangelio
nuestro Señor Jesucristo; mandamiento que Sus seguidores quieren cumplir.
1. El amor es un deber que tenemos desde el momento mismo
de ingresar a la familia de Dios. La vida cristiana puede resumirse
con esta palabra: “amor”.
2. El amor es la evidencia de que hemos pasado de muerte
a vida, y que somos seguidores de Cristo. De hecho, la falta de amor
demuestra que todavía no existe esa nueva vida. No necesitamos
más que mirar el rostro de un hombre que ama y de uno que odia.
En su rostro mismo se mostrará la gloria o la negrura de su corazón.
Los versículos 12-13 presentan las consecuencias desastrosas del odio.
No es difícil entender que la causa de que Caín matara a su
hermano fue un desacuerdo religioso. Su corazón se llenó
de envidia y odio al ver a su hermano recibir bendiciones que él no
pudo recibir. La envidia es una de las actitudes muy peligrosas de
las que debemos tener mucho cuidado, porque es una de las formas más
sutiles, más común y más mortíferas del odio.
El odio puede destruir más que la vida física. Puede
destruir la reputación y el carácter de una persona.
La mejor prueba de nuestro amor es no guardar odio a nuestros hermanos.
En el versículo 13, Juan nos dice que no debe extrañarnos que
el mundo nos aborrezca. El odio es tan natural y universal, que el
amor es prueba de nuestra nueva vida en Cristo. El cristiano no debe
ser como Caín, que mató a su hermano. Actuar como Caín
es actuar con odio. El odio es del diablo.
PARA DISCUTIR
¿Qué esfuerzo debemos hacer para amar a quienes nos odian?
B. CUANDO ESTAMOS LISTOS A SACRIFICAR NUESTRA VIDA POR
LOS DEMÁS (I Juan 3:16)
El ejemplo es Cristo. Él puso su vida por nosotros. Miremos
a Jesús y aprendamos de Él. En su muerte en la cruz por
todos los hombres Él ha manifestado todo Su amor. ¡Imitémoslo!
El apóstol Pablo dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús...” (Filipenses 2:5-18).
1. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de amor
de nuestro Señor (vs. 17)? Cuando compartimos lo que tenemos
con el prójimo –creyente o no creyente- que tiene necesidad es seguir
el ejemplo de Jesús. Negarnos a compartir es poner de manifiesto
que el amor de Dios, que hubo en Cristo, no está en nosotros.
2. En el versículo 18, nos enseña que las
palabras de amor son inadecuadas si no van acompañadas por hechos
concretos de amor. En Santiago 2:14-18, también se nos dice
que la fe sin obras es muerta.
Ya hemos visto que uno de los deberes de la vida cristiana es el amor, y
que éste se demuestra por medio de hechos. Amar significa vivir
en la luz; odiar es muestra de que las tinieblas no han pasado.
Algo más aún, “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida...”.
Sin duda el apóstol está pensando en las palabras de Jesús
en el Sermón del Monte (Mateo 5:21-22). Jesús dice que
la Ley prohíbe el homicidio, pero que en Su interpretación
más profunda de ésta, aun la ira, el odio, el rencor y el desprecio
son pecados igualmente graves como el matar.
Aprovechemos, pues, todas las oportunidades que se nos presenten día
a día para mostrar amor, y el amor de Cristo a las personas que lo
necesiten.
PARA DISCUTIR
¿Qué oportunidades tenemos hoy para mostrar nuestro amor cristiano?
II. LA BASE DE NUESTRA SEGURIDAD (I Juan 3:19-24)
“Y en esto conocemos que somos de la verdad... (vs. 19)”. El apóstol
nos lleva de nuevo a su tema favorito: el privilegio de tener la seguridad
de que somos salvos. Los versículos en consideración
nos ayudarán a tener esta certeza.
A. LA PRÁCTICA DEL AMOR
La primera base de nuestra seguridad la encontramos en las palabras del versículo
19: “Y en esto”, refiriéndose a la práctica del amor, como
lo expresó Juan en el versículo 18. ¿Se puede
tener la seguridad de que somos salvos si no hay amor a los demás
según los versículos 18-20?
El creyente debe tener su confianza, sobre todo, en la Palabra de Dios, no
en sus sentimientos que pueden perjudicar la vida espiritual (vs. 20).
No tenemos que llevar toda la vida un sentimiento de culpa por no satisfacer
todas las necesidades de los demás si estamos haciendo todo lo que
debemos y podemos hacer.
Es probable que nuestro corazón se sienta intranquilo porque no hemos
obedecido a Dios; porque no estamos cumpliendo Su mandamiento: el mandamiento
del amor (Juan 13:34). Debemos amarnos unos a otros con ese mismo amor
desinteresado, abnegado, perdonador con que Jesucristo nos amó.
B. NUESTRA FE EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO (I Juan 3:24)
El nombre aquí significa Su naturaleza y carácter, Su persona,
no solamente el nombre como palabra con la cual se llama a una persona.
El salmista escribe: “Nuestro socorro está en el nombre de Jehová”
(Salmo 124:8). Evidentemente esto no significa que nuestro socorro
reside en el hecho de que Dios se llame Jehová; significa, más
bien, que nuestro socorro reside en el amor, la misericordia, el poder, la
compasión que se nos han revelado en la naturaleza y carácter
de Dios. Creer en el nombre del Hijo de Dios, significa creer en la
naturaleza y carácter de Jesucristo, que Él es el Hijo de Dios.
Además, significa creer que Él es nuestro Salvador y Señor.
C. EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU (v. 24)
Según los versículos anteriores, hay dos relaciones importantes
para el testimonio del Espíritu: a) nuestra relación con Dios
por fe en el nombre de Su Hijo Jesucristo. b) nuestra relación
con los demás: “Y nos amemos unos a otros”. San Pablo escribió
a los romanos: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).
PARA DISCUTIR
1. ¿Cómo sabemos si somos salvos o no?
2. ¿En qué manera el Espíritu Santo
da testimonio a nuestro espíritu de que somos salvos?
3. ¿Cómo puede un cristiano demostrar que
es salvo?
APLICACIÓN
Una buena doctrina es esencial como
fundamento de la fe, pero si no va más allá que el conocimiento
teológico y si no se expresa en servicio desinteresado y abnegado
a favor de la obra de Dios y del prójimo, es como un árbol
frondoso sin fruto. En realidad, una buena doctrina, para estar completa
debe incluir las enseñanzas de los deberes del cristiano hacia Dios,
hacia sí mismo y hacia los demás.
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PREGUNTA PARA CONSIDERAR
¿En qué forma lo ha movido a usted el estudio de la Biblia,
de la doctrina, de la historia de su iglesia de su organización y
prácticas, a tener una vida de servicio al prójimo?
CONCLUSIÓN
Se nos ha dicho que no hay otra manera de medir nuestro
amor a Dios, sino a través de la obediencia a Sus mandamientos.
La obediencia, en este caso, al mandamiento del amor los unos para con los
otros, comprobará nuestro amor a Dios.
¿Estamos practicando este mandamiento en nuestra
vida cristiana? Según este pasaje, ¿Es posible tener
nueva vida si hay odio hacia nuestro hermano en el corazón?
Vea el versículo 14. Según el versículo 15, ¿qué
dice que es todo aquel que aborrece a su hermano?
Propongámonos ahora, con la ayuda de Dios y la
guianza de Su Espíritu, a amarnos unos a otros. Si está
a nuestro alcance hacer algo para demostrar el amor con hechos, no olvidemos
que eso se nos pide que hagamos.