Capítulo III
Llamados al Ministerio
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“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.  Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.  Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 1ª  de Corintios 12: 4-6

No es fácil encontrar a un ministro Cuáquero en una multitud.  El  ministro Cuáquero no usa ni cuello clerical, ni túnica, no tiene ni un aspecto ni un andar especial; un ministro Cuáquero puede ser un hombre o una mujer de cualquier edad, con estudios teológicos o con poca educación.  Muchos de ellos se incomodan con los títulos, especialmente si se les dice “Reverendo.”  Algunos son callados, otros son animados.  Algunos son pensativos, que fruncen mucho el ceño; otros son tremendamente sociables y se ríen mucho.  Los ministros de los Amigos son tan diferentes los unos de los otros como cualquiera lo puede ser. ¿Cómo entonces es que el concepto de los Amigos en cuanto al ministerio puede ser definido con cierta diferenciación o igualdad?  Pensemos un poco sobre el asunto.

La mera búsqueda de las características distintivas es difícilmente un esfuerzo que valga la pena.  No vemos cuál sea el objeto de descubrir las diferencias de  los Amigos, - sean del tipo que fueren- ni de encontrarlas, ni de perderlas, a menos que ellas broten de la experiencia transformadora del Cristo interior, y se conviertan en experiencias relevantes, claras y convincentes.  La pregunta correcta que debemos formularnos en torno a los principios de los Amigos, incluyendo los principios relacionados al ministerio, es discernir si ellos nacen de una auténtica, creciente relación con Dios expresada redentoramente en el mundo actual.  El confiar demasiado en la herencia o en las apariencias externas puede  muy pronto llegar a ser un eco sin vida, o una dirección equivocada.

Los Cuáqueros han existido por un buen tiempo.  Tener tres siglos y medio de historia constituye una doble garantía. Lo mismo los ministros de los Amigos, funcionando, aunque sin ser elevados como personajes sacerdotales.  Inclusive, una revisión superficial de nuestra historia revela que hubo muchas fallas.  Legalismo, orgullo, celos, desviaciones, frialdad, organización pobre, disciplinas inadecuadas, divisiones... ¡Los Cuáqueros tienen una tendencia a escribir mucho, consecuentemente el completo diario triste, minutas, y juntas de estas idiosincrasias están allí para que todos los examinen!  Pero las convicciones centrales y la verdad de Dios en el centro permanecen tan brillantes y hermosas como siempre, y Dios sigue trabajando pacientemente con esta generación.  Tal vez, en el momento en que asumimos habernos convertido realmente en Cristianos  (y ministros) profesionales es que nos convertimos en los más patéticos.  “Por que mi poder se perfecciona en la debilidad.” 2ª  de Corintios 12: 9.

Se debe decir para la gloria de Dios que los testimonios de los Amigos están sólidamente fundamentados en la Escritura y el testimonio del Espíritu, por tanto uno puede encontrar en nuestro pasado los más claros ejemplos de avivamiento, evangelismo, trabajo misionero, crecimiento de la iglesia, servicio a la humanidad, preocupación por los asuntos sociales y sus reformas, innovación y valor.  Ha sido dicho que en la historia hay más mártires per cápita entre los Amigos que los que otra denominación pudiera tener desde los tiempos del Libro de los Hechos.

¡La dignidad y la urgencia del ministerio de los Amigos vienen no de los niveles de prestigio, sino del humilde conocimiento de que Dios nos ha escogido tal como está registrado en Juan 15 para ser Sus Amigos!  Escogidos.  Escogidos para dar fruto, fruto que permanecerá.  Esto sigue pasando.  Es posible hoy mismo.  Lo que se necesita es una nueva conciencia espiritual, no en una forma histórica específica, o en alguna manifestación peculiar o espectacular, ni en una exhibición esotérica anunciada con bombo y platillo, sino en algo que es ordenado por el Señor para nuestro día y generación.

A pesar de las condiciones de hoy hacia la ecumenicidad y la homogeneidad religiosa como ideal, aún en la comunidad evangélica existe una gran necesidad por tener una identidad denominacional; una firme y clara conexión basada en convicciones.  Esto nos permite no sólo una estabilidad interna y una consistencia en fe y práctica, sino también tiene valores semejantes tales como ser un miembro de una familia, o tener una ciudadanía en un país.  Un discipulado aceptado requiere compañerismo y afinidad... y en el plan creador de Dios variedad.  Dios hizo las flores con muchos colores y formas, especies de inimaginables variedades.  La iglesia no es un molde monolítico con solamente un estilo, modo, o nombre.  Nuestra unidad es en Cristo y no en una mezcla imperceptible o elaborada de todas las iglesias dentro de una aburrida multitud. Esto es verdad en términos de la historia.

A pesar de encontrarnos con una conformidad obligada, o con una corriente de cambio, y una variedad, una nueva manifestación de Dios es encontrada. La iglesia es invencible –como lo fue en las edades oscurantistas, o como lo es ahora en China.

Los Amigos algunas veces pueden ser mal entendidos cuando se asevera que uno puede creer cualquier cosa o no creer ninguna y seguir siendo un buen Cuáquero.  Tan desafortunada reputación fue descrita en una conferencia por Gerald Priestly:
...a una persona recién llegada a una de nuestras reuniones se le dificulta distinguir lo que creemos, aún en un mínimo aspecto.  Esta persona tiene la impresión de que la Junta Cuáquera en general está compuesta por   la mitad de la gente que descansa (tal vez permanentemente) del campo de batalla doctrinal y la otra mitad de la gente que ha contrabandeado de otras iglesias sus propias doctrinas favoritas y  por lo tanto disfrutan de esas doctrinas en sus propios lugares de reunión. (Gerald Priestly, 1982, Swarthmore Lecture.) (Gerald Priestly, 1982, 1982, Conferencia en Swarthmore)
¡Esto no es verdad!  Hay ciertos fundamentos que caracterizan a nuestras juntas anuales.  Nuestro entendimiento en cuanto a la verdad no negociable descansa al menos en tres puntos básicos:
1.- Venimos a Jesús por la fe para el perdón de los pecados para ser hechos nuevas criaturas.  Cristo se convierte en nuestro Salvador y Señor.
2.- Somos bautizados por Cristo con el Espíritu Santo y somos limpiados, santificados, dirigidos, y llenos de poder.
3.-    El proceso inicia al aprender, nutrir, testificar, y enseñar la palabra de paz y verdad como está revelada por la Escritura y por el Espíritu a otros, (principiando con nosotros mismos), nuestros seres amados, nuestros vecinos, y nuestro mundo.

Surgido de estas convicciones y experiencias fundamentales están los conceptos que nos mantienen como Amigos... No sostenidos, sino sosteniéndonos.  Los conceptos referentes a la adoración, al ministerio, a la vida sacramental, al trabajo por la paz, a la toma de decisiones y a otras distinciones que dependen de estas convicciones.  El resultado es una fe y una  práctica viva que nos dan a los Cuáqueros una imagen identificable.  Apreciemos esto como un resultado, no como una meta.  Nuestra meta es conocer a Cristo y servirle.  Es importante hacer notar esta diferencia definitiva.

El escoger una iglesia para asistir, un compañerismo Cristiano, o una denominación puede ser hecho fortuita o irreflexivamente, de acuerdo a un  determinado número de factores superficiales y triviales como -la popularidad del pastor, la percepción en cuanto a lo “emocionante” o entretenido de los programas, “¿Son mis necesidades satisfechas?” En lugar de “¿Es un lugar para crecer y servir?”  Decidir en base a una característica como el tipo de programa musical, o la proximidad geográfica de la iglesia, son entre otras cosas razones vacías por las cuales una iglesia es usada.

Podemos añadir otro factor – lo complejo de las atracciones y de las lealtades Cristianas en el centro de las abundantes organizaciones paraeclesiásticas que compiten por nuestra atención y apoyo desde la Visión del Evangelio Mundial (World Gospel Mission) hasta Visión Mundial (World Vision), e incluyendo los medios de comunicación atestados de “ministerios” de radio,  además de  la iglesia “electrónica” la cual es omnipresente.  Muchas de estas paraeclesiásticas valen la pena, pero  no son sustitutos de una iglesia hogar.

Los Amigos no son una iglesia de credos.  Para algunos es molesto reconocerlo, y no por razones teológicas, sino más bien porque quieren tener una lista rápida, prefabricada,  ordenada y limpia de cosas qué hacer y en qué creer, las cuales al ser hechas  se encargan fácilmente de sus responsabilidades religiosas y de su fe y  práctica descuidada.  Más que reglas religiosas precisas los Amigos hacen uso del criterio para determinar una conformidad espiritualmente aceptable.  “Las Normas Doctrinales y los Testimonios de los Amigos” ocupan 29 páginas de la Constitución y Disciplina de nuestra Junta Anual (Yearly Meeting Constitution and Discipline).  Las palabras de estas declaraciones son expresadas en un lenguaje designado para describir lo que  creemos, hacemos y promovemos.  Estas declaraciones no son consideradas infalibles.  Son lineamientos; las declaraciones son modificadas ocasionalmente; ellas están más bien “en proceso” que fijas.

Aquí tenemos un ejemplo de ello:
El don pastoral... consiste especialmente en la habilidad para hacer trabajo personal con individuos o con familias.  Este don se acopla al que lo tiene para consolar a aquellos que se duelen, para dirigir a los miembros de la junta a una vida espiritual profunda, para hacer crecer en los jóvenes un interés en las cosas del Espíritu, y para imprimir en  otros un sentido de la dimensión y de la realidad de la vida espiritual.  Este  es el don de pastorear y alimentar el rebaño.
La iglesia no puede hacer ministros o designarlos, sólo puede reconocer dones en los individuos cuando estos existen y proveer los medios adecuados para su ejercicio y desarrollo como una dádiva sagrada de la Cabeza de la Iglesia.
Aquí tenemos otro ejemplo:
Así como  es prerrogativa de la Gran Cabeza de la Iglesia, seleccionar y llamar a los ministros de Su Evangelio, de la misma manera creemos que el don y la calificación para ejercitarlo debe ser derivado inmediatamente de Él, al igual, que fue en la iglesia primitiva, así también hoy.  Él confiere dones espirituales a mujeres y hombres, de acuerdo a la profecía recitada por el Apóstol Pedro “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños...” Hechos 2: 17.
- (Constitution and Discipline, Northwest Yearly Meeting of Friends Church, 1979. P.24, 28) (Constitución y Disciplina Junta Anual de los Amigos del Noroeste 1979, páginas 24, 28)
Esta declaración microcósmica atañe a la teología de los Amigos en el llamamiento y en el reconocimiento de sus ministros.  Es una interpretación y una descripción de lo que estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo, y no una declaración de credo.

Otro breve comentario de la pagina 24 es digno de mención:
... el Evangelio no debe ser predicado por dinero... es la obligación de la iglesia hacer tal provisión,  la cual nunca deberá ser obstruida por quererlo.
Esto implica que cuando una congregación local puede, debe dejar libre al pastor para servir sin insistir sobre una doble vocación como medio para sostenerse.


Otro instrumento para describir nuestras convicciones es el uso de preguntas llamadas “cuestionamientos.” Estas son preparadas (y actualizadas de tiempo en tiempo) para servir como recordatorios de las normas de moral y de la vida espiritual, las cuales los Amigos buscan poner en alto.  No para ser utilizadas como “leyes escritas,” o como clubes disciplinarios, o como barreras para recibir miembros, ellas sirven como recordatorios admonitorios y de ayuda, como puentes para el entendimiento de una fe relevante.

Entre los Amigos se supone que para guardar la integridad así como para esperar la unción continua del Señor sobre el ministerio de uno, todos, incluyendo los pastores,  afirman por convencimiento las mayores creencias de la iglesia, tácita sino es que abiertamente.  Uno debe tomar en serio estas doctrinas y prácticas contenidas en  nuestra Disciplina.  Estas formulaciones representan los esfuerzos de nuestros antecesores y de nuestros reconocidos líderes espirituales y de nuestros cuerpos representativos bajo la guía corporativa del Espíritu y del estudio de las Escrituras.  Al igual que todos nosotros, nuestros antecesores y líderes, son falibles.  Pero el Espíritu Santo es digno de confianza.

¿Hay alguna doctrina de los Amigos en cuanto al ministerio?  Sí la hay, pero no es fácil de definir.  No es que los Amigos estemos confundidos sobre un concepto que para otros es más claro; si no que el abordamiento de los Amigos para determinar lo que  es el ministerio es hecho desde una dirección diferente a la dirección que toman por ejemplo los sacerdotes Católicos, o la mayoría de los clérigos Protestantes.  A través de nuestra historia hemos buscado mantener el ministerio universal de todos los Cristianos y el ministerio específico, y especial de algunos.  Uno se acerca a esta distinción con respeto, y no desde una posición sectaria.  Los Amigos no desean competir con otras denominaciones ni con las iglesias que Dios está utilizando, sino cooperar cuando les sea posible.

En este aspecto uno debe ser cuidadoso, y discernir.  No es como si dijéramos que nuestra denominación y nuestros ministros son más sabios, más inteligentes, y más espirituales que otros.  En ese sentido no tenemos un control absoluto sobre la verdad.  Ni tampoco un ministro reconocido de los Amigos tiene más espiritualidad, rectitud, o fervor que el que puedan tener otros Cuáqueros.

Es Elton Trueblood quien al describir un concepto Cuáquero de ministerio distingue la diferencia entre “status” y “función.” El ministro simplemente cumple su ministerio como un ejercicio de los dones dados por Dios.  Lo cual no lo eleva a una posición de status en su papel sacerdotal requiriendo reconocimiento especial o deferencia.  “Funcionar” en el ministerio pastoral, es una tarea de tiempo completo en la predicación, la enseñanza, la consejería, la visitación, y la tarea administrativa. De manera que el pastor es “liberado” de otras vocaciones que consumen su tiempo y demandan su energía para cumplir el ministerio para el cual él o ella ha sido escogido(a) por el Señor.  Tal ministerio  no es asignado por las vestimentas especiales, las túnicas sacerdotales, o los títulos implicando un status super espiritual como por ejemplo “Reverendo.” Esto implica una noción de ministerio inconsistente con el modelo de Ministerio del Nuevo Testamento demostrado por nuestro Señor y definido como uno de “servicio.”

El Apóstol Pablo al escribir a la iglesia en Efeso así como en otras partes, menciona los diversos dones dados a los Cristianos- pastores, maestros, evangelistas, y otros.  Robert Barclay en su Apología (Libro 10, Articulo 26) Apology (Book 10 Article 26) al evaluar estos ministerios después de argumentar sobre el ministerio universal, añade: “Creemos y afirmamos que algunos son llamados más específicamente al trabajo del ministerio, y por lo tanto son dotados por el Señor para tal propósito; para aquellos cuyo trabajo es más constante y particularmente el instruir, exhortar, supervisar, y cuidar de sus hermanos; y que... hay algo que les incumbe más a ellos que a cualquier otro creyente común.”

Joseph John Gurney, otro de los primeros líderes Cuáqueros, equiparó estos dones específicos con el don de profecía del Nuevo Testamento que consiste en “exhortación, edificación y apoyo.”  Consecuentemente, los Amigos en la mayoría de las Juntas Anuales consideran estos dones como “dignos de ser consignados en una minuta.”  Otros dones son considerados  útiles e importantes cuando son ejercitados en obediencia, pero generalmente no  requieren  que uno les dedique tiempo completo por encima de otras actividades vocacionales.

Mantener este equilibrio de aceptación y respeto por los diversos dones que Dios  da a aquellos miembros en una iglesia local es una responsabilidad constante. Dos factores se deben tener siempre en mente: el primero, la identificación de aquellos dotados para el ministerio y cómo es que son reconocidos, el segundo,  un procedimiento espiritual congruente para animar el desarrollo y el uso del don para  ministrar.

George Fox descubrió un hecho que precisa un redescubrimiento regular como un principio guiador de los Amigos al observar “los ministros no se hacen en Oxford y Cambridge.” Hacer a alguien un Ministro del Evangelio conlleva más que educación, sofisticación, y permanencia profesional.  No es que se desdeñe nada de lo anterior, sino que por sí solos, no son adecuados y más bien pueden a veces ser una barrera para un ejercicio más efectivo al don del ministerio otorgado por Dios.

Algunas veces Dios, favorece y elige a los predicadores con menos probabilidades de tener éxito.  La Biblia está llena de estos ejemplos, como Howard Macy lo señala en su escrito sobre el tema.  “Moisés, el experimentado pastor tartamudo; Gedeón, el no tan valiente guerrero escondido en un lagar; David, el hijo menor menos esperado para ser ungido rey por Samuel; Jeremías, quien protesta por ser joven; y aquel que no es el  menor de todos, Jesús, “puede algo bueno venir de Nazaret” “el hijo del carpintero.” De hecho la selección que Jesús hizo de sus doce discípulos desconcertó a los eruditos y cultos Fariseos quienes los consideraron como "ordinarios" y de un trasfondo equivocado, “¡Galilea!” Nuevamente, este punto es mencionado no para insistir que los Amigos deben siempre buscar a los prospectos más pobres o para reconocer sólo a aquellos que están pobremente preparados o con obvias limitaciones en sus habilidades.  Sino más bien para ver el poder de Dios como el factor crucial en la formación de un ministro al compararlo con la inteligencia humana y la personalidad.  Esto incluye una conciencia de que Dios elige, y da los dones del ministerio para cualquier persona sin distinción de edad, sexo, raza, educación, o cualquier otro factor.

Ligado a esta distinción para discernir los dones del ministerio, está la importancia de estar alerta, parte que corresponde a la iglesia local, especialmente a los ancianos, para reconocer y animar a aquellos que tienen dones.  Citando nuevamente el consejo de Joseph John Gurney:

...Es prerrogativa única de la Gran Cabeza de la Iglesia escoger, preparar, y ordenar, sus propios ministros.  El hombre no es un juez adecuado ante la capacidad de otro para tal trabajo (el ministerio); y con frecuencia los individuos en nuestra propia sabiduría, debemos estar dispuestos a dejar, para tal propósito al Señor.”

En todo esto debemos mantenernos cerca a las enseñanzas específicas de Jesús.  Considerando nuevamente al pasaje clave en Juan 15, es importante analizar el significado de “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidíereis al Padre en mi nombre, Él os lo dé.” Juan 15: 16 La palabra vosotros en la declaración está en plural; sin una designación de género.  El llamamiento al ministerio no tiene implicaciones masculinas en las palabras, el espíritu, o las acciones de Jesús.  El Señor, en su soberana sabiduría, elige de Su voluntad- hombres o mujeres, jóvenes o viejos, cultos o incapacitados, para ser testigos que den fruto, con dones para cualquier ministerio.

A través de los años, y nuevamente en nuestra generación la Iglesia, está bajo la influencia de nociones teológicas populares y estados de ánimo culturales que equiparan ministerio con masculinidad.  Al hacerlo da la impresión que muchos examinan las Escrituras con prejuicios, hacen su “exégesis bíblica en reversa,” (Arthur Roberts.) Para el amor y la gracia de Dios esto es desalentador y deshonroso.  Da como resultado, un punto de vista en el cual Dios realmente no confía, llama, usa, o unge mujeres para el ministerio.  Aún, un estudio pormenorizado o no  de los ejemplos, la actitud, y las enseñanzas de Jesús hace obvio el que Él nunca trató a la mujer como inferior.  Al hacerlo, Él fue en contra de las costumbres de Su tiempo y de Su cultura, conmocionando incluso a Sus discípulos por su cuidado no convencional y Sus conversaciones al mismo nivel de igual con mujeres.  Las mujeres son coherederas de la salvación.  Las mujeres son copartícipes de los dones espirituales.  El más grande don de todos, el Espíritu Santo, cayó sobre todos en el día de Pentecostés, mujeres y hombres sin distinción.  La lista de dones espirituales que se encuentra en 1ª  de Corintios 12 y Efesios 4, no hacen restricciones ni discriminaciones en cuanto al género sobre la base de quien puede recibir los dones.

Una ilustración utilizada por otros nos es de ayuda con respecto a este punto.  Algunas veces se ha dicho que una mujer debe ser esposa y madre, no una doctora, una pastora, o una profesional, desde luego una esposa llega a ser madre si ella lo elige, pero estas palabras esposa y madre se refieren a relaciones, no a ocupaciones.  Su contraparte un hombre es esposo y padre.  Ninguna persona dice que Dios quiere que los hombres sean esposos y padres, no doctores, contadores, granjeros, o pastores, porque cada uno reconoce que un hombre puede ser perfectamente un buen esposo y padre y al mismo tiempo cultivar la tierra o predicar.

Aquellos que dudan en cuanto a esta doctrina con frecuencia citan 1ª  de Corintios 14: 34 - 35: “vuestras mujeres callen en vuestras congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.  Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.” También el consejo a Timoteo en 1ª  de Timoteo 2: 12 es citado:  “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” Estos pueden ser textos escogidos para prohibir a la mujer tener una función igual a la del hombre en la iglesia, especialmente la función ministerial.

Estos textos tomados fuera de contexto para probar algo, los hace inconsistentes con las propias prácticas e instrucciones de Pablo, y también contradictorios con el ejemplo y la enseñanza de Jesús.  Pablo permitió a la mujer hablar en la iglesia, diciendo una vez, Cuando ellas hablen deben cubrir sus cabezas... (1ª de Corintios 11:5.)    (Sólo pocas denominaciones insisten en que el cubrimiento de la cabeza en las mujeres es un mandamiento literal a todas las mujeres en la iglesia.)  La referencia de Pablo se relaciona con una costumbre específica y una situación cultural.  Él estaba urgiendo a que las reuniones de adoración fuesen calladas, no ruidosas, o alteradas con confusión, todo debía ser hecho “propiamente y de una manera ordenada.”  Interpretar las dos referencias mencionadas en el párrafo anterior como asuntos culturales es más consistente con una exégesis  y enseñanza de la Biblia,  que mal explicar las más completas referencias de Pablo, o de Jesús en el Sermón de la Montaña, en su tono y énfasis total.  La Biblia no se contradice, ni Pablo, cuando enfrenta diferentes situaciones en diferentes iglesias.

De los muchos ejemplos, hay uno  tomado específicamente. Jesús con la mujer Samaritana “La Mujer en el Pozo.” Él le habla a ella. ¡Una mujer!  Una sorpresa adicional constituye  el que ella pertenezca a la despreciada raza Samaritana, la mujer se había divorciado en cinco ocasiones.  Aún así  ella fue perdonada, aceptada, y comisionada (escogida) a dar testimonio a sus vecinos,  “y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer.” Juan 4: 39 ¿No fue este un ministerio?  Que  desafortunada sería la iglesia si por razones culturales o prejuicios de orgullo prohíbe actuar a la gente que Jesús ayuda y envía a servir.

No debemos erigirnos en jueces humanos en contra de aquellos que Él elige como Sus siervos ministradores.  Nuestra iglesia Cuáquera cuenta con tres siglos y medio de historia y está llena de ejemplos de mujeres que fueron utilizadas en el ministerio y en el servicio misionero.  He tenido el privilegio de conocer personalmente a por lo menos  veinte mujeres que han sido llamadas y bendecidas por Dios en un ministerio público, para servir como pastoras, evangelistas, misioneras, maestras de Biblia, maestras de Seminario, líderes de la iglesia, y administradoras. Para nosotros como denominación, esto es una rica herencia.  Para los Amigos no existe la pregunta de si Dios utiliza mujeres en el ministerio o no.  A menos que permanezcamos claros en esta verdad, confirmada vez tras vez por la aprobación del Espíritu, podemos caer en un ciego legalismo religioso, que desgraciadamente caracteriza a muchos segmentos de la iglesia en su totalidad.

Lo que tal vez debe explicarse es que esta doctrina no debe ser confundida con un movimiento feminista, mucho más limitado y a veces diferente radical y político, el cual puede ser importante, pero en realidad está desconectado de la posición histórica y bíblica de los Amigos en relación a la mujer en el ministerio.  Muchos asuntos han sido planteados y resueltos en nuestra historia como nación, tales como el sufragio de la mujer, la abolición de la esclavitud, las reformas en las cárceles, y otros asuntos igualitarios sobre derechos, muchos de ellos desde una motivación Cristiana; ellos son el resultado de la sabiduría de Dios de la cual Los Amigos han sido parte, y en algunas ocasiones estuvieron en roles de liderazgo.  Existen ideas útiles respecto a cómo la mujer siendo pastora y predicadora, cumple con sus responsabilidades de liderazgo en la iglesia simultáneamente con su rol como madre y esposa.  La historia de los Amigos está repleta de relatos heroicos que deben ser leídos por cada generación, recontando las formas en que la mujer (y el hombre) han sido utilizados en ministerios específicos en público y en el servicio de la iglesia.

Al reconocerse el don para el ministerio en una mujer o en un hombre sus nombres pueden entonces ser “registrados.” Nuestra denominación, no los “ordena,” creyendo que sólo Dios puede ordenar como parte de su obra al llamar a una persona al ministerio.  Este registro es una seria responsabilidad para la iglesia, en la cual  los ancianos de la misma están involucrados en un cuidadoso examen con una actitud de oración.  El propósito  del examen no es para obstaculizar a aquellos llamados a servir, sino más bien para discernir los llamamientos “especiales” que evidencian la presencia del don o de los dones.  Algunas personas pueden ocasionalmente hablar, e inclusive con fluidez, para edificación, impartir exhortación, o testificar de su experiencia, u ofrecer una oración en voz alta que manifieste poder espiritual sin haber recibido necesariamente un don ministerial (Friends Discipline) (Disciplina de los Amigos).  Si los ancianos y la iglesia local creen que un don ministerial es evidente, ese don es fomentado, y la persona que lo tiene es urgida a ejercitarlo.  Cuando este ministerio crece en la vida del individuo, y también en la vida de la iglesia, el ministerio se reporta a la iglesia local en una sesión de negocios.  Si se aprueba, se comunica a la Junta Anual. Posteriormente un comité nombrado por la Junta Anual hace una revisión para proponer el registro de aquellos a quienes se ha examinado que cuentan con dones para el ministerio, y después de asegurarse de que Dios verdaderamente ha escogido a alguien para el ministerio, este individuo es registrado como ministro del Evangelio.  Se ha preparado un manual para guiar a las iglesias locales y a los comités de la Junta Anual  involucrados, en este proceso así como a los individuos mismos.

El procedimiento y el acto de registro en la Iglesia de los Amigos, no es algo propiamente buscado por un individuo, como sería el buscar un  premio o un grado académico, o un diploma profesional.  En vez de ello,  el elegido del Espíritu Santo busca obedecer y ministrar fielmente “como para el Señor.” Con mucha frecuencia, el darse cuenta de que el don es especial o específico, llega como una experiencia que provoca humildad, para el que ha sido elegido.  El reconocimiento de la iglesia es una forma de mostrar su apoyo, de abrir puertas para el ministerio permitiendo que el llamamiento se cumpla.  Al mismo tiempo, el proceso y el acto de registro no pretende ser un patrón para “detectar” candidatos “no deseados” o para imponer obstáculos en la competencia del ministerio.  La atención confirmante y tierna del comité de registro es para asegurar que cada palabra de ánimo y consejo sean dados al que es llamado, permitiéndole a la persona estar bien preparada y libre para servir al Señor.  Debido a estas distinciones delicadas y únicas entre el registro y la práctica de la ordenación, que se diferencian de otras muchas denominaciones que cuentan con diferentes requisitos o ceremonias acompañando sus designaciones, los Amigos están obligados a esperar la dirección del Espíritu en una reflexión pensante sobre la naturaleza de los dones espirituales para mantener un testimonio claro acerca del ministerio Cristiano.

Aunque hemos estado hablando mayormente del ministerio de la predicación, del pastorado, y de los  esfuerzos evangelísticos como una vocación de tiempo completo, existe también el ministerio de cada miembro.  Alguien ha dicho que la iglesia, no es un deporte de espectadores.  Nosotros no somos meros espectadores de la iglesia y del liderazgo pastoral, todos estamos en la iglesia para ser trabajadores, obedientes al Espíritu Santo en nuestro propio involucramiento.  Todos estamos para ser dirigidos por el Espíritu Santo; Él nos usa a cada uno de nosotros.

Es realmente difícil determinar quienes fueron  los ministros “registrados” de la iglesia primitiva según  lo narra el Libro de los Hechos. ¿Fueron ministros Esteban, Felipe ó Dorcas?  Desde luego que sí, pero no profesionalmente.  Dios usa a todos aquellos que el día de hoy oran, sirven, diezman, y son consistentes con un vivir Cristiano, y el aprendizaje de las Escrituras.  Cada Cristiano se sujeta a la unción del Espíritu para honrar al Señor para ganar a otros para el Señor, para ofrecer su tiempo, sus intereses, sus recursos y sus habilidades al control del Espíritu.  Esto constituye para todos nosotros una constante revisión de prioridades mediante una sensibilidad devocional.  Trayéndonos un sentido de autoestima, de autoconfianza y de efectividad en la iglesia para cumplir con su propósito. ¡Además, las convicciones que han sido iniciadas tienen que concentrarse en las mentes y almas de nuestros hijos y nietos a fin de que cada nueva generación sea más Cristiana que la generación anterior!  Así como estamos satisfechos de contar con gente que encuentra por primera vez en  los Amigos a su iglesia, también es reconfortante encontrar nombres Cuáqueros permanentes, nacidos y formados en un ambiente Cristiano que nuestras Escuelas Dominicales, campamentos, universidades, e iglesias locales proveen. ¡Esto es un ministerio!

Todo tipo de  oportunidades para ejercer liderazgo dentro de nuestra iglesia son medios de ministerio bajo  la providencia de Dios. Dicho de nuevo, se necesita definir el papel del liderazgo, de la autoridad y de la influencia esperada en el ejercicio del mismo.  Tomemos el ejemplo del papel de liderazgo que tiene un pastor de los Amigos. El papel de un ministro Cuáquero es diferente al papel de un administrador de escuela, o al de un presidente de una compañía, o al de un gerente, o al de un maestro de obra, o en todo caso, diferente al de las  percepciones de muchos clérigos Protestantes.

El carácter de un pastor sugiere que él o ella no va a atacar o a juzgar a los miembros de su rebaño.  Regresando a la metáfora contemporánea justamente utilizada, el pastor, que trabaja con voluntarios y con una comunidad completamente nueva, no puede despedir gente, ni cambiar reglas, ni expulsar a los que parecen ser intransigentes.  En términos administrativos, esto significa que el estilo de liderazgo y las estructuras de la Iglesia de los Amigos no se asemejan a una pirámide como en organizaciones seculares, o en una compañía tratando de obtener ganancias.  De manera que el uso de medios normales para la promoción organizacional como las promesas de aumento, el otorgamiento de premios, prestaciones, o premios, no son apropiados.  Algunas veces los miembros de la iglesia, o los pastores mismos, no entienden esto. (Esta ilustración metafórica es de Lyle Schaller.) El propósito y la práctica de la iglesia operan basados en un principio diferente al de cualquier otra organización en la sociedad.  En otras palabras se necesita cautela para medir el éxito de la iglesia.  En son de broma se ha mencionado que el éxito de la iglesia está determinado por los congregantes, los edificios, y los presupuestos.  Si tenemos bastante gente unida en un hermoso edificio y el dinero fluye con facilidad, el mundo reconoce a tal iglesia como exitosa.  Este es justamente el problema.  Estos son los parámetros del mundo y no los de Dios.

¿Quién puede medir el ministerio, el servicio, la obediencia, o los impulsos para vivir en santidad, o las percepciones morales que nacen de una madurez espiritual?  El “quid de la cuestión”  pertenece a Dios, no a nosotros, puesto que los resultados espirituales no son fácilmente medibles y nosotros nos desentendemos de ellos o los olvidamos por completo.  Infortunadamente cuando los resultados pueden medirse,  nos atribuimos el crédito y la gloria en vez de dárselos a Dios.  Se espera que todos los líderes en este mundo tengan siempre en mente el cómo actúan y que se orienten hacia los resultados, excepto los pastores.

Nuevamente es Lyle Schaller quien nos recuerda que el papel del pastor cambia casi imperceptiblemente de líder a seguidor.  En primera instancia, parece que esto es una contradicción, pero necesita ser entendido para comprender la naturaleza del ministerio y la naturaleza de la iglesia.  La planeación, la organización, la dirección, el presupuestar, la enseñanza, la consejería, la predicación, el estudio -todos estos describen el trabajo del ministerio.  Por encima de esto un Pastor es un mayordomo de los recursos, de la gente, del dinero, del  tiempo, del espacio, y del conocimiento en lo que concierne especialmente a la Iglesia.  Pero veamos esta importante distinción: uno utiliza dinero, espacio, tiempo, y conocimiento, pero uno forma gente.  El liderazgo pastoral se ve afectado al utilizar a la gente para formar programas, en vez de utilizar programas para formar gente.

El ministerio de los Amigos, ministerio de pastores y de otros, consiste en conocer y entender las cargas singulares que llevan los miembros de la congregación.  Se necesita un liderazgo bajo la unción del Espíritu Santo para ver, comunicar y proyectar una visión respecto a lo que la iglesia es y puede llegar a ser; para sentar las prioridades, tanto para definir los problemas como los planes.  Los enfermos deben ser visitados, las bodas y los funerales deben ser conducidos. La vida organizacional de la Junta debe ser administrada, el compañerismo debe ser promovido, equipando a otros en su nueva fe y en sus dones- los cuales constituyen toda una posibilidad de expectativas en la función del ministerio.

Por encima de todo, está el cuidado de la Verdad tal y como es conocida por la Iglesia de los Amigos, y un claro entendimiento de las implicaciones de este conocimiento en la sociedad y el mundo de hoy.  Que diferente es esto del punto de vista que sostiene el clero o el sacerdote en reverencia santa en una posición de status.  La explicación más retadora, provocadora, y directa a esto es dada por nuestro Señor Jesús:
Entonces Jesús, llamándolos, dijo: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.  Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20: 25- 28
Otra definición y otro consejo especifico son producto de las instrucciones de Pablo a los santos y a los pastores en la iglesia: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4: 12- 13.

Este propósito de alta intensidad espiritual de la Gran Comisión para alcanzar al mundo, incluyendo al vecindario que nos circunda, para convertir a los alcanzados en Cristianos bien preparados constituye el llamado específico de un ministro de los Amigos y de la Iglesia de los Amigos misma.

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