LECCIÓN No 1  (regresar al índice)

EL LIBRO DE JOB I

TAREA

  1. Estudiar Job 1 al 14.
  2. Estudiar cuidadosamente esta lección y completar todos los puntos en el “Manual de Trabajo”, lección 1, páginas 2-5.
UN ANÁLISIS DEL LIBRO

    El libro de Job se divide naturalmente en tres secciones principales.  Un prólogo histórico; la parte principal de discursos morales y religiosos, mayormente en forma de diálogo; y una conclusión histórica, o epílogo.  Se puede hacer un bosquejo del libro en la forma siguiente:

I. Sección Histórica de Introducción.  Job 1,2.

II. Discursos Morales y Religiosos.  Job 3: 1 al 42:6.

  1. Discursos entre Job y sus tres “amigos”  Job 3 al 31
    1. Primer Diálogo.  Job 3 al 14
    2. Segundo Diálogo.  Job 15 al 21
    3. Tercer Diálogo. Job 22 al 31
  2. Arenga de Eliú.  Job 32 al 37
  3. Discurso de Jehová Job. 38 al 41
  4. Respuesta de Job. Job 42:1 – 6
III. Sección Histórica de Conclusión.  Job 42:7-16

FECHA Y AUTOR

    No se puede fijar con certeza la fecha en que el libro de Job fue escrito, pero hay indicaciones en el contenido del libro que favorecen una fecha de mucha antigüedad.  Las costumbres, instituciones, y modo general de vida descritas en este libro pertenecen a la época de los patriarcas.  Se hace alusión al Diluvio (Job 22: 15, 16), y a la destrucción de Sodoma y Gomorra (Job 18:15; 36:14), pero no se refiere a ninguno de los eventos grandes en la historia de la nación israelita, como el éxodo, la cruzada del Mar Rojo, o a la promulgación de la Ley en el Monte Sinaí.

    De  estos hechos, se puede concluir que el libro de Job es quizá más antiguo que cualquier otro escrito de la Biblia, a excepción del Pentateuco o partes de él.

    En cuanto al autor del libro, la única tradición que nos ha llegado de los judíos se le atribuye este escrito a Moisés.  En el Talmud está propuesto sin ninguna duda que Moisés lo escribió.  Aparte de esto, sólo tenemos varias teorías propuestas por varios eruditos.  De éstas, la que tiene más aceptación es la teoría de que Job mismo escribió los discursos, y que Moisés durante su estancia en Madián conoció estos escritos.  Viendo en ellos una analogía a la prueba que su propio pueblo estaba sufriendo en Egipto, Moisés quiso compartir con sus compatriotas estos escritos.  Para que ellos pudieran entender estos escritos, Moisés los compiló en la forma presente.  De todas las teorías, quizá esta es la más cercana a la verdad en este asunto.

I. SECCIÓN HISTÓRICA DE INTRODUCCIÓN  (Capítulos 1, 2)

    La sección introductoria relata las circunstancias en las cuales este libro fue escrito.  La persona de Job se nos presenta en el principio como un “hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1).  También él tiene una familia numerosa y goza de la felicidad al grado que muy pocos la conocen  (Job 1:4, 5).  Parece que el hombre Job tenía de 50 a 70 años, por el hecho de tener ya 10 hijos mayores, y por ser considerado un líder en la comunidad.

    En medio de todo esto, el escritor nos presenta un cuadro de un suceso ante el trono celestial.  Satanás, el “acusador de los hermanos” se presenta ante el trono de Dios, y al oír la pregunta de Jehová referente a Job, responde, “¿Acaso teme Job a Dios de balde?”  Entonces Satanás pide que Dios le dé permiso a tocar sus posesiones (Job 1:6-12).

    Aquí se presenta una pregunta de suma importancia moral.  ¿Hay tal cosa como la verdadera integridad?.  ¿No es la aparentada rectitud solamente una forma del egoísmo?  ¿No son los hombres “perfectos y rectos” solamente hipócritas buscando sus propios intereses?  En esencia, esto es lo que Satanás estaba planteando, y por eso Dios le permitió la prueba para aclarar de una vez ante todo el mundo esta cuestión.

    En poco tiempo el “acusador” le quita a Job su prosperidad, sus posesiones, sus hijos, y finalmente su propia salud, trayéndole una enfermedad asquerosa y dolorosa, la cual era incurable.  Bajo la prueba de todos estos males, la esposa de Job pierde su fe y exclama, “Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9).  Pero Job queda firme y responde, “Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado” ¿Qué?  ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” Y “en todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 2:10).

    Aquí bien pudiera haber terminado la historia, porque Satanás había sido frustrado, el carácter de Job había sido vindicado, y la existencia de la piedad verdadera había sido irrevocablemente confirmada.  Pero un incidente nuevo se introduce en la historia  –la llegada de tres amigos de Job, para ofrecerle sus condolencias por las calamidades sufridas.

    Al verle, lloraron a gritos, rasgaron sus vestidos, y se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches sin decirle ni una palabra, porque veían la gravedad de su enfermedad  (Job 2:11-13)

II. DISCURSOS MORALES Y RELIGIOSOS (Capítulos 3:1 al 42:6)

    Ahora entramos a la segunda y más extensa división del libro de Job, la de los discursos morales y religiosos.

DISCURSO ENTRE JOB Y SUS TRES “AMIGOS”

    PRIMER DIÁLOGO

    Esta sección se abre con una disertación por Job, (Job 3) en la cual él maldice el día de su nacimiento y la noche de su concepción.  Lamenta que no hubiese muerto en su niñez y expresa el deseo de ir al sepulcro, en vista de que no tiene más esperanza aquí en la tierra.

    Entonces Elifaz, probablemente el mayor de los tres “consoladores”, toma la palabra y reprende a Job por su falta de fortaleza, e inmediatamente sugiere el mayor punto de controversia en todo el libro.  Él dice que las tribulaciones de Job le han venido como un castigo de Dios por los pecados que él ha cometido, y de los cuales no se ha arrepentido (Job 4:7-11).  Entonces Elifaz le aconseja a confesar sus pecados y arrepentirse, volviéndose a Dios, prometiéndole que así Dios le volvería a su primera prosperidad (Job 5:8-26).

    Job responde, pidiendo que le aclaren en qué ha pecado (Job 6:24-30), y declara la miseria de su existencia (Job 7:3-6).  Termina preguntando por qué Dios no le perdona si ha pecado (Job 6:20-21).

    A medida que la discusión continúa, llega a ser más impetuosa y emocionante.  Bildad es más severo y brusco que Elifaz; Zofar más rudo y áspero que Bildad; mientras que Job, de su parte, responde apasionada y descuidadamente.  El argumento no llega a ninguna conclusión.  Los tres “amigos” afirman la culpabilidad de Job, mientras él defiende su inocencia.

    Bildad entra en la argumentación y declara que si Job fuera limpio y recto Dios haría prosperar su morada, y le engrandecería (Job 8:6, 7), así siguiendo el mismo tema que Elifaz propuso en su primer discurso –que todo lo que Job está sufriendo es a causa de sus pecados.  Job responde a este ataque declarando la grandeza de Dios (Job 9:5-10) y diciendo que no hay árbitro entre él y Dios que ponga su mano sobre ellos dos (Job 9:32, 33).  Él sigue afirmando su inocencia y lamentando su estado (Job 10).

    Se levanta entonces el tercer “consolador”, Sofar, y le acusa de ser un hombre lleno de maldad, que ni siquiera está recibiendo el castigo que sus hechos merecen (Job 11:6).  A esto Job responde con palabras fuertes.  Él declara que sus acusadores son “fraguadores de mentira” y “médicos nulos” (Job 13:4), y expresa, enseguida, su fe y confianza inmovibles, “aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).  Finalmente expresa una esperanza que va más allá de la tumba, preguntando, “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?”.  La contesta esta pregunta diciendo que “todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación” (Job 14:14).
 

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