LECCIÓN 10  (regresar al índice)

LA PROMESA DEL MESÍAS


PARA ESTUDIO: Isaías 52:13-56:1-6.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 130.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Isaías 9:6.


PROPÓSITO

    Reconocer la infinita misericordia de Dios al no rechazar a Su pueblo para siempre.  Él está listo a darnos otra oportunidad de salvación, si estamos dispuestos a obedecerlo.

BOSQUEJO

I.       GRANDEZA DEL MESÍAS (Isaías 52:13-15)
II.      NUEVAS DE SALVACIÓN (Isaías 53:1-2)
III.    SUFRIMIENTOS DEL MESÍAS (Isaías 53:3-6)


IDEA CENTRAL

      Dios cumplió su promesa de que enviaría a Cristo para redimirnos de todos nuestros pecados.  Cuando vino a este mundo, su pueblo Israel lo rechazó, porque desde el punto de vista de ellos Cristo no llenaba los requisitos.

      Cristo vino, murió y resucitó.  Él llevó sobre Sí nuestros pecados y sufrió todos nuestros dolores.  Y finalmente nos aseguró la vida eterna.


EXPOSICIÓN DE LA LECCIÓN

    Cuando Dios anunció el regreso de Su pueblo a su tierra, de una vez les hizo referencia a la más grande de las promesas, la salvación a través de Cristo.  Dios tenía un plan definido para Israel, y estaba listo a llevarlo a cabo.  Pero hasta la fecha, Su pueblo no estaba suficientemente preparado para ello.

    En la lección de hoy estamos estudiando varias de las características particulares del Mesías, tal como sería revelado entre los hombres.  Se le describía como una persona que no sería fácilmente aceptado por las gentes, sin embargo, experimentaría sufrimientos que ningún otro había padecido.  Él era la única esperanza para Judá.

I.    GRANDEZA DEL MESÍAS (Isaías 52:13-15)

Cristo ha existido por la eternidad, y por Él fueron hechas todas las cosas. Al nacer como hombre se había humillado a Sí mismo, llegando a ser por un tiempo menor que los ángeles.  Sin embargo, su gloria y poder permanecían en Él.

Desde el tiempo en que se anunció Su nacimiento como hombre fue lleno de gloria.  Nació en un pesebre, pero disfrutando de los mejores regalos y de la adoración, tanto de los humildes y sencillos pastores de Belén, como de los ricos y sabios magos del Oriente.  Fue engrandecido y exaltado desde Su infancia; y también, mientras crecía y se fortalecía, se llenaba de sabiduría.

    Su rostro fue desfigurado por el entendimiento de los hombres, quienes lo vieron como un hombre común y sin valor.  No atendieron a Sus palabras.  Sin embargo, asombró a grandes hombres, como a los doctores de la Ley, cuando sólo tenía doce años de edad.  Hasta los gobernadores y reyes fueron forzados a cerrar sus labios ante Su sabiduría.  Lo mismo hizo Pilato, cuando le fue presentado y no encontró culpa en Él.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Por qué razón renunció Cristo a toda Su gloria?  ¿Quiénes resultaron beneficiados por eso?

2.    ¿En qué sentidos fue desfigurado Su rostro ante los hombres?

3.    ¿Conoce usted a Cristo personalmente, o está Él también desfigurado en el entendimiento de usted?


II.    NUEVAS DE SALVACIÓN (Isaías 53:1-2)

“¿Quién ha creído a nuestro anuncio?”  Dios había planeado una salvación completa e inmediata para Su pueblo.  El Salvador saldría como un retoño vigoroso del viejo tronco de Isaí.  Los retoños siempre hacen brotar las flores, y tras ellas viene el fruto.  Esa era la promesa de Dios, que Dios enviaría ahora al Mesías como un retoño o renuevo, para que la vara antigua tomara un nuevo vigor y brotara para llevar mucho fruto.  Pero, no habría en Él el atractivo de un retoño.  No se estaba hablando de la hermosura en su persona, sino más bien de frutos en el plan de Dios.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿En qué forma ha creído usted al anuncio de salvación?

2.    ¿Cuál era el propósito de Dios al enviar a Su Hijo sin atractivos físicos codiciables?  ¿Qué efecto tiene eso sobre el plan de Dios?

III.    SUFRIMIENTOS DEL MESÍAS (Isaías 53:3-6)

Si una persona no cree que Jesús es el Cristo prometido en el Antiguo Testamento, sólo tiene que leer el capítulo 53 de Isaías y compararlo con los Evangelios.

Ya hemos mencionado la gloria de Jesús desde Su nacimiento.  Pero aun desde entonces podemos enumerar también los desprecios que Él recibió.  Comenzando por el pesebre de Belén, cuando no hubo un lugar mejor para que Él naciera; continuando con las persecuciones del rey Herodes; y terminando con las injusticias de Su pasión y muerte.  Fue ciertamente un “varón de dolores, experimentado en quebrantos”.  No tenía ni siquiera un lugar en donde descansar.

Pero todo ese sufrimiento no fue en vano.  Jesús sufrió por nosotros, cumplió la Ley con todos sus ritos para que nosotros quedáramos libres de ella.  Sufrió físicamente para llevar nuestras enfermedades y dolores, y así librarnos de ellas.  Finalmente, murió, no para enseñarnos a morir valientemente, sino para pagar por nuestros pecados y que tengamos vida abundante. Al morir Jesús entregó su cuerpo como expiación por nuestras culpas, como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).  Por eso decimos que murió por nosotros.  “Herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados” (vs. 5).

La raza humana está por naturaleza descarriada; pero Cristo llevó en la cruz todas nuestras transgresiones para que alcancemos vida eterna en el cielo con Él.  Posteriormente también resucitó como las “primicias” de la primera resurrección que ha sido prometida a los fieles.  Todo lo que Jesús hizo fue para librarnos de tener que hacerlo. Todo lo hizo ya Él por nosotros.  De modo que cuando creemos en Jesús, Él obra en nuestra vida todas las cosas.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Cuáles son algunos de los sufrimientos de Cristo mencionados en los Evangelios?

2.    ¿Qué significan las palabras: “Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”? ¿Quiere decir eso que nosotros podemos llevar vidas inmundas y no ser condenados?

PARA MEDITAR

1.    “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;  por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él” (I Juan 3:1).

2.    Jesús llevó en Sí mismo nuestros pecados, pero ¿qué dolor sentirá Él si nosotros despreciamos esa gran obra de amor que hizo a nuestro favor?

3.    La promesa del Mesías y Salvador del mundo fue de Dios, pero es el hombre quien recibe el provecho.

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