LECCIÓN No 6 (regresar
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LECCIÓN 6: “YO MISMO RECOGERÉ EL REMANENTE DE MIS OVEJAS.” Jeremías 23:2
EN DÍAS DE ANGUSTIA SE ANUNCIA EL REINO MILENIAL
Propósito de la lección: Mostrar la
misericordia de Dios, que anuncia el merecido castigo, pero
que también promete que un remanente
de Judá será restaurado y
guiado por el Mesías mismo.
Capítulos para preparar la lección: Jeremías caps. 22:1-23; 23, 25 y 26.
Ya que los escritos de Jeremías
no siguen siempre un orden
cronológico, se sugiere estudiar estos capítulos así:
25-26 y 22-23.
Lectura antes de comenzar la clase: Salmo 2.
Versículo para enfatizar y recordar: “Vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo
justo, y reinará como Rey, el cual
será dichoso y actuará conforme
al derecho y la justicia en la tierra,” Jer. 23:5.
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A. Profecía de Jeremías a principios del reinado de Joacim. Jer. 25:1-14.
Jeremías había predicado desde hacía 23 años,
desde el reinado de Josías hasta el cuarto año de Joacim, sin
que lo oyeran, al igual que otros profetas. Su mensaje era que Nabucodonosor
los castigaría, y que después de 70 años de cautiverio,
Dios también castigaría a Babilonia y a su rey por sus maldades.
Dios siempre juzga con justicia y oportunamente a las naciones del mundo,
aunque no lo veamos cuando queremos. Esta porción sobre el cautiverio
fue leída por Daniel muchos años después, Dan. 25:11;
9:10.
B. Las naciones probarán la copa de la ira. Jer. 25:15-38.
Jeremías dio a beber a las naciones la copa del
vino del furor de Dios, o sea el anuncio profético de su juicio. Castigaría
a Jerusalén y demás ciudades de Judá, sus reyes y príncipes,
para ponerlos en ruinas y escarnio y en burla y maldición. Además,
al faraón de Egipto, a la tierra de Uz, a Filistea y sus ciudades,
a Edom, a Moab, a Amón, a Tiro, a Sidón, a Dedán,
a Tema y a Buz; a todos los reyes de Arabia, a los pueblos del desierto,
a Zimri, Elam, Media, a los reyes del norte, a todos los reinos del mundo.
El rey de Babilonia bebería después, pues el juicio comenzaría
por Jerusalén, donde era invocado el nombre de Jehová.
¿Serían absueltos los
demás? No. Todos caerían a espada. Al castigar la maldad
de los moradores de la tierra, Dios cantaría como cantan los lagareros
al pisar la uva en el lagar. El es el Juez de toda carne y el mal iría
de nación en nación. De nuevo se responsabiliza a los líderes:
reyes, sacerdotes y profetas por no cuidar a sus ovejas, al pueblo bajo su
cuidado: “Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo mayorales del
rebaño.”
C. Jeremías es amenazado de muerte una vez más. Jer. 26:1-24.
También en el principio del reinado de Joacim, Dios envía a
Jeremías a profetizar en el atrio de Templo y hablar a todas las ciudades
de Judá, por si talvez quisieran oír y volverse de sus caminos.
Así anularía Dios el castigo que ya había decretado.
Los sacerdotes oyen a Jeremías, lo apresan y dicen que ciertamente
moriría. Todo el pueblo, y luego los príncipes, se juntan contra
Jeremías en el Templo. Los sacerdotes, los profetas y los príncipes
dicen al pueblo que Jeremías ha incurrido en pena de muerte, por haber
profetizado contra Jerusalén. Jeremías responde que ha hablado
en nombre de Jehová y que deben arrepentirse y cambiar de vida. Si
lo matan, echarán sangre inocente sobre ellos y Jerusalén.
Los príncipes y el pueblo apoyan a Jeremías y dicen a los sacerdotes
y a los profetas que Jeremías no merece morir, pues ha hablado en
nombre de Dios. Algunos ancianos recuerdan al pueblo que, en tiempos del
rey Ezequías, Miqueas de Moreset había profetizado contra Jerusalén
y no lo habían matado. Ezequías se humilló y el castigo
no vino. Esta vez los ancianos no quieren cometer un mal contra sí
mismos al condenar a Jeremías.
Otro profeta llamado Urías, al igual que Jeremías, también
había profetizado contra Jerusalén, y cuando el rey Joacim
y sus príncipes lo oyeron, el rey trató de matarlo, pero Urías
escapó a Egipto. Joacim envió entonces hombres a Egipto,
quienes lo capturaron y lo trajeron de regreso a Judá. El rey
lo ejecutó a espada y lo sepultó con deshonra.
Safán abogó por Jeremías para que no fuera entregado en manos del pueblo y ejecutado.
D. Profecía de Jeremías contra el rey Joacim y contra su hijo Joaquín. Jer. 22:1-30.
Dios envía al profeta a casa del rey Joacim. Le da un mensaje a él,
a sus siervos y al pueblo. Les dice que administren juicio y justicia,
que libren al oprimido, que no engañen ni roben al extranjero ni a
la viuda, y no derramen sangre inocente. Si obedecen tendrán honra:
entrarán montados en sus carros y en caballos, con sus criados y su
pueblo. Pero si desobedecen, su casa quedará desierta. Judá,
hermosa como los bosques de Galaad y el Líbano, llegaría a
quedar desolada y deshabitada, ya que Dios prepararía destruidores
que los talarían y los quemarían. Al preguntar
las gentes por qué había hecho Dios así con esta nación,
se les diría que fue por romper su pacto con Jehová su Dios,
y por adorar y servir a dioses ajenos.
No deben llorar a los muertos, sino a los que irán al exilio y no
volverán jamás a su tierra natal. El rey Salum (llamado también
Joacaz) ya había sido deportado a Babilonia y no volvería más.
Jeremías denuncia a Salum, quien había edificado su casa sin
aplicar la justicia, sirviéndose de las personas de balde, sin pagarles
el salario por su trabajo. Él había hecho su casa muy lujosa
y cómoda, pero injustamente. El profeta le recuerda a su padre, el
rey Josías, quien había sido justo y a quien le había
ido bien. Josías había juzgado la causa del afligido y del
pobre, de lo cual dijo dios: “¿No es esto conocerme a mí?”
Al haber caído en la idolatría y olvidado a Jehová,
los judías habían también olvidado las leyes justas
que Dios les había dado y al amor al prójimo que se demandaba
de ellos.
Joacim también era avaro y derramaba sangre inocente, oprimía
al pueblo y les causaba dolor. Joacim no sería llorado, ni recordado
como un gran rey. Sería arrastrado y echado de la ciudad, y en sepultura
de asno sería enterrado. Así murió en Egipto.
Los enamorados de Judá serían destruidos como ella. Dios le
dice que en tiempos de prosperidad le había hablado y Judá
había contestado: “No oiré.” A sus pastores se los llevaría
el viento y sus enamorados irían en cautiverio.
A Conías (llamado también Joaquín) quien ya se perfilaba
como el sucesor de Joacim, Dios le dice que si fuera anillo de su mano derecha,
aun de allí lo arrancaría; que iría cautivo con su madre
y morirían en el exilio. Ninguno de sus descendientes heredaría
su trono. Conías era un trasto que nadie quería.
E. Retorno del remanente de Judá y el anuncio de la venida del Mesías. Jer. 23:1-8.
Dios expresa su dolor por la irresponsabilidad de los líderes de Su
pueblo: “!Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño!
dice Jehová.” Les dice que ellos no han cuidado a sus ovejas,
antes bien las han dispersaron y espantado. Promete que Él mismo recogerá
el remanente de aquellas ovejas; de todas las tierras adonde las esparció
las traerá a vivir a su tierra, donde crecerán de nuevo
y se multiplicarán. Y sobre todo, dice: “pondré sobre ellos
pastores que las apacienten... y ya no serán menoscabadas.”
Los pastores mencionados una y otra vez eran los sacerdotes, los levitas,
los profetas, los reyes y demás con influencia en el pueblo. Ellos
debían guiar a las gentes en el estudio de la Ley y a servir de ejemplo.
Sin embargo, muchas veces fueron ellos los primeros en caer en la tentación
de la idolatría y la apostasía en general.
Se anuncia la venida del Mesías. Dios le levantará un renuevo
justo a David, quien reinará como Rey, será dichoso y traerá
juicio y justicia a la tierra. En su reinado Judá e Israel habitarán
tranquilos y se le llamará Jehová justicia nuestra. Se anuncia
el fin de la diáspora, o dispersión de los israelitas por todo
el mundo, y habitarán en su tierra. Esto tendrá su pleno cumplimiento
muy pronto, cuando Cristo retorne en gloria e instaure su Reino Milenial.
F. Dios reprende a los falsos profetas. Jer. 23:9-40.
Jeremías sufre quebranto y sus huesos tiemblan a causa de los falsos
profetas. Dice que la tierra está llena de adúlteros, está
seca y desierta. Tanto el profeta como el sacerdote son impíos y aun
en el Templo se ha hallado su maldad. Los profetas de Samaria profetizan
en nombre de Baal; los de Jerusalén son adúlteros, mentirosos
y apoyan a los malos, por lo cual son como Sodoma y Gomorra. De los profetas
de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
Dios dijo que no oyeran a los profetas que los alientan con vanas esperanzas,
con visiones de su propio corazón y no de Dios. Anuncian que habrá
paz y que no les vendrá mal. Profetizan mentira diciendo: “Soñe,
soñé.” Dios les pide que si tienen sueño y palabra
realmente de Él que lo digan y la pongan a prueba. “¿No es
mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta
la piedra?” Condena a los profetas que con sueños mentirosos y lisonjas
hacen errar a su pueblo, por lo cual les enviará castigo, a ellos
y a sus casas.
Si le preguntaran que profecía tenía de Jehová, Jeremías
debería responder: “Os dejaré.”
G. El Reino Milenial.
Mar. 1:14-15: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús fue
a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios: “El tiempo se ha cumplido
y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el
evangelio!” Él venía a instaurar Su reino milenial, pero Su
pueblo no estaba preparado. Israel esperaba que su Mesías los libertaría
de sus opresores políticos, los romanos, en vez de esperarlo como
el Guía espiritual que los conduciría por sendas de justicia.
El mensaje de Jesucristo de “arrepentíos”, que desde unos días
antes también estaba siendo predicado por Juan el Bautista, sólo
fue creído por un pequeño remanente fiel que sí estaba
preparado para el reino. Juan 1:11-12: “A lo suyo vino, pero los suyos no
lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Con ese remanente fiel que
lo esperaba, Jesucristo fundó Su Iglesia, que ha recibido ya el Reino
de Dios en Su corazón, y espera Su retorno para ver el pleno cumplimiento
del mismo en la tierra. Apoc. 20:6 nos promete la llegada de ese reino
y ese Rey: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección;
la segunda muerte no tiene poder sobre estos, sino que serán sacerdotes
de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.”
Zacarías 14:1-9 dice: “Viene el día de Jehová, y en
medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré
a todas las naciones para combatir contra Jerusalén. La ciudad será
tomada, las casas serán saqueadas, y violadas las mujeres. La mitad
de la ciudad irá al cautiverio, pero el resto del pueblo no será
sacado de la ciudad. Después saldrá Jehová y peleará
contra aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.
En aquel día se afirmarán sus pies sobre el monte de los Olivos,
que está en frente de Jerusalén, al oriente. El monte de los
Olivos se partirá por la mitad, de este a oeste, formando un valle
muy grande; la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra
mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle
de los montes llegará hasta Azal. Huiréis de la manera
que huisteis a causa del terremoto en los días de Uzías, rey
de Judá. Y vendrá Jehová, mi Dios, y con él todos
los santos. Acontecerá que en ese día no habrá luz,
ni frío, ni hielo. Será un día único, solo conocido
por Jehová, en el que no habrá ni día ni noche, pero
sucederá que al caer la tarde habrá luz. En aquel día
saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el
mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.
Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día,
Jehová será único, y único será su nombre.
Toda esta tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón,
al sur de Jerusalén; será enaltecida y habitada en su lugar.”
Observemos cómo día a día se cumplen
las profecías en Israel, porque muy pronto se cumplirá allí
todo lo descrito por Zacarías, Jeremías, Daniel, Isaías,
Ezequiel y los demás profetas.
El libro del profeta Isaías ha sido llamado por algunos el “quinto
evangelio”, porque unos siete siglos antes de Jesucristo, profetizó
Su nacimiento; y también Su segunda venida para reinar.
a. El Mesías como Siervo Sufriente:
• Is. 7:12----------nacería de una virgen
• Is. 9:6------------el niño que nacería era el mismo Dios fuerte
• Is. 53:1-12------el Redentor que murió en expiación por el pecado humano
b. El Mesías como el Reinante Príncipe de Paz:
• Is. 2:1-4----------la gloria futura de Israel
• Is. 9:7------------el Mesías traerá un extenso reino lleno de paz
• Is. 35-------------las glorias del reino
• Is. 65:1-25------cielos nuevos y tierra nueva
Preguntas para discusión en clase:
1. ¿Cómo practica usted la justicia en sus relaciones como patrono con sus trabajadores?
2. ¿Qué significa “venga tu reino” en la oración modelo de Mat. 6:9-13?
3. ¿Cómo podemos recibir la corona de justicia que menciona II Tim. 4:8?
4. ¿Qué relación tiene I Pedro 2:9 con el Reino Milenial?