LECCIÓN No 11 (regresar
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Lección 11. “Y LOS CALDEOS... DERRIBARON LOS MUROS DE JERUSALÉN.” Jeremías 39:8.
LA CAÍDA DE JERUSALÉN
Propósito de la lección: Advertir que, así como las profecías que Dios dio a través de Jeremías se
consumaron debidamente, así también
se cumplirán las profecías que
aún están por cumplirse en el futuro inmediato y lejano.
Capítulos para preparar la lección: Jer. 39 y 52.
Lectura antes de comenzar la clase: Salmo 137.
Versículo para enfatizar y recordar: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian
serán tenidos en poco.” I Sam. 2:30.
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A. Reinado de Sedequías. Jer. 52:1-3.
Sedequías (llamado también Matanías) reinó once
años y, como todos sus antecesores excepto Josías, hizo lo
malo ante los ojos de Jehová. Su rebelión contra Nabucodonosor,
al dejar de pagarle tributos, precipitó el castigo de Dios y sufrió
la invasión y el cautiverio.
B. Caída de Jerusalén. Jer. 39:1-10; 52:4-11.
Durante un año y medio Jerusalén sufrió el asedio de
los caldeos, quienes habían edificado baluartes por todos lados, mientras
el hambre hacía serios estragos en la población. Por
fin cayó la ciudad cuando el muro fue abierto y los príncipes
babilonios penetraron en ella. Sedequías y sus oficiales huyeron de
noche rumbo al este y fueron alcanzados en Jericó. El rey fue capturado,
llevado ante Nabucodonosor y sentenciado. Sus hijos fueron degollados en
su presencia y sus nobles murieron en igual forma. Sedequías fue cegado,
engrilletado y deportado a Babilonia, donde estuvo preso hasta su muerte.
Nabuzaradán, rey de la guardia, llegó luego a Jerusalén
y quemó el Templo, la casa real, todas las casas de la ciudad y todo
edificio grande. También transportó a todo el resto del pueblo
que había sobrevivido. Las columnas de bronce del Templo fueron quebradas,
así como sus basas y el lavatorio de bronce. Los utensilios de oro,
plata y bronce fueron todos transportados.
Los dos principales sacerdotes fueron capturados, juntamente con tres guardias
del atrio, un capitán, siete de los consejeros íntimos del
rey, el secretario de la milicia y sesenta hombres del pueblo, y fueron llevados
ante Nabucodonosor quien los mató.
Los cautivos que Nabucodonosor transportó a Babilonia fueron: en el
año séptimo de su reinado (597 a.c.) 3023 personas; en el año
dieciocho (587 a. C.) , 832 personas; y en el año veintitrés
(582 a. C.), 745 personas. En total, 4600. Estos números pueden ser
sólo de varones adultos, quienes llevaron consigo también a
sus mujeres e hijos, con los cuales el número asciende a unos 10,000,
de acuerdo con lo registrado en II Re. 24:14-16.
Así se consumó la deportación tan largamente anunciada
y fueron arrancados los judíos de su tierra. Sólo quedaron
en Judá los pobres del pueblo, quienes recibieron viñas y heredades
por orden de Nabuzaradán. En la justicia divina, los pobres que habían
sido oprimidos y víctimas pacientes de sus explotadores, ahora fueron
recompensados debidamente.
C. Nabucodonosor muestra su cuidado por Jeremías. Jer. 39:11-14 y Jer. 40:1-6.
Nabucodonosor había ordenado a Nabuzaradán que velara por el
bienestar de Jeremías: que no sufriera daño alguno, sino le
concediera lo que él pidiera, antes que la ciudad fuera capturada
definitivamente. Jeremías fue liberado y volvió a su casa a
vivir entre el pueblo. Sin embargo, posiblemente cuando la ciudad fue saqueada
y sus habitantes hechos cautivos, los babilonios que no conocían las
órdenes en cuanto a Jeremías, lo capturaron y éste tuvo
que marchar encadenado juntamente con los deportados hasta Ramá.
Allí Nabuzaradán lo liberó nuevamente.
Es interesante notar las palabras del capitán babilonio al decirle
a Jeremías, frente a los judíos, que aquel mal había
sido ordenado por Dios porque habían pecado contra Jehová,
y no habían oído su voz. El capitán puso a Jeremías
a escoger entre acompañarlo hasta Babilonia donde él velaría
por su bienestar, o irse a vivir donde escogiera. Le sugirió que podía
ir a residir en Mizpa, donde vivía Gedalías, el gobernador
de Judá nombrado por Nabucodonosor. Al despedir Nabuzaradán
a Jeremías, le dio provisiones y un presente. Así cumplió
Dios Su promesa de “yo honraré a los que me honran,” I Sam. 2:30;
y también cumplió Su palabra a Jeremías “yo estoy contigo
para guardarte y para defenderte... te libraré de la mano de
los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes,” Jer. 15:20.
Jeremías se fue a vivir a Mizpa y habitó entre la gente del pueblo que había quedado.
D. De vuelta a las raíces.
Unos catorce o quince siglos antes de Jeremías, Dios habló
a Abraham en Ur de los Caldeos, en medio de la idolatría, y le pidió
que dejara a los suyos y fuera a una tierra donde Él lo haría
el padre de un gran pueblo. Abraham obedeció y, de él y de
su esposa Sara ya ancianos, y ella además estéril, Dios formó
a Su pueblo escogido, a través del cual se revelaría
a todo el mundo.
Ahora, en días de Jeremías, Israel es llevado cautivo a la
misma tierra de donde había salido Abraham, a sus raíces históricas,
para aprender de nuevo, en medio de la idolatría y la dura servidumbre,
a servir al Dios verdadero. Allí en Babilonia, a través de
un remanente fiel, Dios reenseñó a Su pueblo la verdadera fe.
En el exilio se dieron los hermosos ejemplos de fidelidad como Daniel, Ananías,
Misael, Azarías, Ester, Esdras, Nehemías, Zorobabel y muchos
más. Este remanente regresó años después
a reedificar el Templo y los muros de Jerusalén, y a restaurar Israel
por unos cinco siglos más, para servir de marco a la venida del Mesías,
Jesús de Nazaret.
E. EL PROGRAMA DE DIOS PARA EL FUTURO.
Así como Dios le reveló a Jeremías, que después
de la desolación de Judá y Jerusalén, habría
un futuro glorioso. Nosotros tenemos también promesas similares de
que viene un tiempo glorioso para la humanidad, después del juicio
de la Gran Tribulación que ya se aproxima. Usted puede seguir el programa
para el futuro que Dios nos ha revelado ya en las Sagradas Escrituras:
(Use la ayuda didáctica que se le sugiere en el apéndice al final)
PRIMERA PARTE: Desde nuestros días hasta el retorno de Jesús en Gloria.
1. Como en los días de Noé: Mat. 24:37-40.
“Pero como en los días de Noé, así será la venida
del Hijo del hombre, pues como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día
en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que
vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también
la venida del Hijo del hombre. ”
2. Guerras y rumores de guerra:
Mat. 24:6-8. “Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no
os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero aún
no es el fin. Se levantará nación contra nación y reino
contra reino; y habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares.
Pero todo esto es sólo principio de dolores.”
3. El rapto o arrebatamiento de la Iglesia:
I Tes. 4:16-17. “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos
en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los
que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes
para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con
el Señor.”
I Cor. 15:50-51. “Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta,
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles y nosotros seremos transformados.”
Juan 14:3. “Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré
a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también
estéis.”
4. Los cristianos ante el Tribunal de Cristo:
Cor. 3:12-15: “Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata y
piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca, la obra de cada uno se
hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto,
pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno, sea la que sea,
el fuego la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó,
él recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quema, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo,
aunque así como por fuego.” II Cor. 5:10: “Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en
el cuerpo, sea bueno o sea malo.”
Rom. 14:10: “Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.”
5. La gran tribulación en la tierra para los no arrebatados:
Mat. 24:21. “porque habrá entonces gran tribulación, cual no
la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.”
6. Las bodas del Cordero:
Apoc. 19:7-9: “ ‘Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Y a
ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente
(pues el lino fino significa las acciones justas de los santos).’ El ángel
me dijo: ‘Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero.’ ”
7. El retorno de Cristo en gloria:
Apoc. 19:11-16. “Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo
blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga
y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas
diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino
él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su
nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos celestiales, vestidos
de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él
las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del
furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo tiene
escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.”
Preguntas para discusión en clase:
1. ¿Cuáles eventos del futuro puede enumerar
de memoria para predicar o enseñar?
2. ¿Qué significa para la Iglesia la promesa de Apoc. 3:10?
3. ¿Qué noticias recientes y actuales han sido cumplimiento de profecías para hoy?